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"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.
13 de abril de 2008
Gran hermano
Foto: Alejandro Vivanco
A las 9.30 ya nadie duerme en la casa de 46 entre 10 y 11, frente al Cinema Paradiso. “Centro de Estudiantes de Chacabuco”, dice la placa de la entrada a la casa, que no es la de Gran Hermano, aunque algo se le parece.
Cecilia fue la última en levantarse. Pero a las 10 ya estudia en la habitación del fondo, alguna vez cuarto de huéspedes, que hoy funciona como sala de estudios, de computación e Internet. También están Eliana y sus dos compañeras platenses en la Facultad de Ciencias Exactas: Sabrina y Susana. En el comedor, alguna vez patio interno, Natacha, el Cabe y Matías estudian cada cual lo suyo. Ella ingeniería civil, y ellos ingeniería mecánica y agrónoma. En el piso de arriba, Ariela y el Bacha leen en sus habitaciones, futuros ingenieros civiles. Y en el otro cuarto está Tomás, que estudia electromecánica. David se levantó a las 8 y se fue a trabajar. Es cadete en un correo privado. El resto de los habitantes, cursa.
Chacabuco es un típico pueblo del interior bonaerense que vive del campo. La ciudad es parecida a La Plata, pero más chica. Bastante más chica. Tiene poco menos de 60 mil habitantes y apenas una plaza. Y el centro es de dos cuadras, pero igual tiene similitudes con la capital provincial, dicen. Cierta arquitectura de principios de siglo XIX emparenta a casi todos los centros urbanos de la provincia. Las comisarías son iguales, las iglesias son parecidas, los bancos Provincia y Nación se imaginan clones. Podría decirse que los chicos que llegan a estudiar en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se sienten como en casa. Además, con sólo salir a la calle ya se encuentran con mucha gente que, como ellos ahora, dejó su tierra natal en busca de una formación universitaria y nunca volvió.
El año pasado la casa fue habitada por unas 30 personas, muchas de ellas con un permiso provisorio. Y fue un caos. Permanentes violaciones al reglamento interno, sanciones y hasta una expulsión. La falta de respeto al horario de televisión (permitida de 12 a 14.30 y de 20 a 22), el volumen de la música, la limpieza en general y los platos sucios en particular, los golpes a las puertas encabezaron el ranking de los conflictos. Aunque también hubo casos de sexo en la habitación de huéspedes, que ahora se usa como sala de estudios. “Era un quilombo. Mucha gente es mucha discusión”, coinciden los estudiantes.
Este año, son 20 los que viven en el centro: 9 chicas y 11 chicos que se dividen en 8 habitaciones. Cuatro dormitorios de tres personas y cuatro de dos. Desde marzo, cuando les aumentaron, pagan 35 pesos mensuales de cuota, mientras que los socios protectores pagan 10 pesos. “Hasta 2006 pagábamos 15 pesos. Un regalo. No llegábamos ni a pagar la luz”, contó a Diagonales Cecilia Domínguez, actual presidenta del Centro.
Los chicos aprovechan, además, todos los beneficios que les da la UNLP. Usan los descuentos para el colectivo y, siempre que puedan, van al comedor, donde pueden almorzar por un peso.
- El problema es que no nos dan los horarios como para ir al comedor todos los días-, explicó Eliana.
- Algunas veces no llegamos a ir a buscar el ticket. Siempre hay que hacer cola y perdés mucho tiempo-, agregó Cecilia.
- ¿Qué comen si no van al comedor?
- Arroz, fideos; arroz, fideos; arroz, fideos y arroz. Y milanesas cuando me manda mi mamá-. Dice Eliana. Y todos ríen.
En el Centro de Chacabuco se es exigente con el cumplimiento del reglamento. “Nosotros le damos la posibilidad de vivir acá a todos. Y sólo se les niega a los que tienen sanciones”, aseguró Cecilia, como representante del centro y máxima autoridad.
Otro de los aspectos importantes es el acuerdo académico que se hace con cada uno de los habitantes de la casa y cuya dificultad aumenta año a año. Ariela, que tiene 19 y está en su segundo año de Ingeniería Química, por ejemplo, apenas tuvo que cursar dos materias y aprobar dos finales en su primer año en la casa. Y aún no firmó su acuerdo 2008, aunque supone que le agregarán una o dos materias.
Según las chicas, la calidad de vida de los centros de estudiantes responde a la cantidad de personas por habitación y las posibilidades de estudiar.
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