"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

31 de marzo de 2011

Debutó con los fans de U2 el sistema de hospedaje en las casas de familias


“Somos más famosos que Bono”, dijo Luciana Beyer de Carlés con una sonrisa de oreja a oreja, ya ubicada en la habitación de un pequeño departamento frente a la plaza Islas Malvinas que ayer compartió con su hermano Gustavo. “La dueña de casa nos preguntó si teníamos problemas en atender a los medios y le dijimos que no. Al contrario: nos encanta, ya hablamos con Canal 13 y con Telefé. Y ahora con ustedes”, confirmó la joven, súper contenta.
Ella fue la impulsora del viaje, pero Gustavo, que hace música progresiva en Posadas, en Misiones, se sumó de inmediato. “Yo los vi en el 98 y sé que son impresionante, pero igual mi hermana tuvo que entusiasmarme”, reveló. A Luciana le encantan los recitales multitudinarios, vio a The Police, Rod Stewart y a Alejandro Sanz, aunque esta escapada será especial. Una aventura. Dos meses antes de que viajaran a La Plata escucharon por televisión que había colapsado la capacidad hotelera de la ciudad. Ya tenían los tickets.
“A fines de febrero empezamos a llamar por teléfono a los hoteles y nos empezamos a desesperar”, reveló Luciana. “No sabíamos qué hacer, pero se nos ocurrió que podríamos parar en Retiro y viajar en micro a La Plata sólo para ver el recital. No nos cerraba la idea, pero nos empezábamos a acostumbrar cuando mi mamá se enteró que iban a abrir casas de familias”, describió.
De inmediato comenzaron una aventura no exenta de preocupaciones. “Llamamos a la Secretaría de Turismo y nos dieron una lista de teléfonos para que nos pusiéramos en contacto con los vecinos que alquilaban habitaciones. Así llegaron a Raquel y Guillermo.
“¿Es seguro dónde van a ir?”, preguntaban los miembros de la familia. “Pensamos que sí”, respondían ellos. Y es que una vez que recibieron las fotos de la casa que les ofrecían, hicieron contacto por Facebook y empezaron a conocer a quienes les alquilarían la casa a través del chat. La pareja platense, en tanto, tomaba confianza con sus inquilinos misioneros.
Mientras pasaban la Semana Santa en las Cataratas del Iguazú con su familia, los Beyer de Carlés vieron en el noticiero una noticia que los llenó de alegría: Raquel confirmaba en un noticiero que los primeros en ocupar su casa serían dos hermanos que viajarían de Misiones. “Somos nosotros”, advertían felices a la familia.
“Estábamos por cenar en el hotel cuando vimos por la televisión la noticia de que abrían las casas de familia para los espectadores de los conciertos de U2. Nos enganchamos a mirar y de pronto reconocemos las fotos del departamento en el que íbamos a parar. Después la vemos a Raquel, que daba una entrevista. ‘Es esa. Esa es la señora a la que le vamos a alquilar la casa’, decíamos, hasta que dijo las palabras mágicas: ‘tengo confirmados a dos chicos de Misiones’. Estábamos felices”, relató ella.
Al final, el viaje resultó mejor de lo esperado. Raquel los recibió ayer con una picada y una gaseosa y el departamento estaba impecable.
Todavía no habían desarmado los bolsos cuando llegaron los movileros de Canal 13 y Telefé, a los que después se les sumaron un reportero y un cronista de Diagonales. “¡Bah!, es que somos re importantes”, bromeaba Luciana con una sonrisa de oreja a oreja: “Somos más famosos que Bono”.


De Santa Fe al hotel Del Sol. Adriana, Paulina y Natalia llegaron de Santa Fe para ver el show de U2 en La Plata y se hospedaron en el Hotel del Sol, donde reservaron sus habitaciones apenas tuvieron las entradas. Natalia fue la ideóloga e impulsora del viaje y a la que más le costó salir en la foto.


En la calle. Gerardo y Luciana, de Río Cuarto, comprobaron ayer que no había habitaciones disponibles en los hoteles de la ciudad. Diagonales los encontró en La Plata Hotel, donde llegaron después de una recorrida infructuosa. Iban a buscar alguna una casa de familia a través de la Secretaria de Turismo, pero no descartaban la posibilidad de dormir en el auto.

Fotos: Matías Adhemar (1) y Manuel Cascallar (2 y 3)

24 de marzo de 2011

El Golpe

Marzo del 76. Terminó el carnaval. Sandro tocó en Gimnasia y Esgrima y Dyango en Estudiantes, con Los Plateros. Todos los clubes vivían una época de gloria: Unidos de Olmos fletaba micros desde el centro y había fiestas en Brandsen, Universal, Romerense, Deportivo Platense, Vereadores y Villa San Carlos. La confitería bailable de la noche platense se llamaba Macondo.

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La tienda Delmar lanzó su temporada de invierno con un “descuento especial al estilo francés”, que empezaba con un 5% y podía alcanzar el 10% para compras de hasta 20.000 pesos. El Dodge 1500 venía con freno a disco y aseguraba tener un alto valor de reventa. “Por algo será”, decía, la publicidad. Las concesionarias locales ofrecían planes para quien quisiera comprar el nuevo modelo de Peugeot 404.

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El domingo 21 de marzo, Gimnasia recibió a Estudiantes en un clásico con poco para recordar. Aunque en el Campeonato Nacional jugaban en zonas diferentes, en esa fecha les tocó el interzonal. Gimnasia iba primero en la zona B, junto a Quilmes, mientras que Estudiantes -que también jugaba la Libertadores- estaba quinto en la A, detrás de Huracán, Independiente, Ferro y Boca. Héctor Milano abrió el marcador para el Pincha a los 24 minutos del primer tiempo y Oscar Fornari empató el partido, a los 33 del segundo.

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“Sol de papel” era un destacado conjunto platense de música rock. Junglerías, Americanto, Negros Spirituals, El Negro Cabrera, Nacimiento y Nuevo Día participaban de un evento que se realizaba en el Coliseo Podestá con el lema “La Plata canta”. Rubén Alippi, el grupo Reflejos y Mario Bustos eran algunos de los que tocaban en las fiestas que había por la ciudad.
Acróbatas, payasos, magos y adiestradores de animales entretenían a los chicos en El Circo Mágico Chino, que había instalado en 7 y 528 su gran carpa con pistas y galerías de asientos para el público.

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La Orquesta Estable del Teatro Argentino, dirigida por el maestro Roberto Ruiz, inauguró la temporada 1976 con “La zapatera prodigiosa”, obertura de José Castro; el “Preludio a la siesta de un fauno”, de Claude Debussy; y obras para violín y orquesta de Ernest Chausson y Maurice Ravel, con la participación del violinista Szymsia Bajour.

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Los teatreros estaban reunidos en el grupo de Teatro Independiente de La Plata (TILP), dirigido por Gilberto Mirabella, que abrió la temporada de la flamante sala Discépolo con “Aurelia y sus hombres”, una comedia con denuncia social con la que el dramaturgo español Alfonso Paso ganó el Premio Nacional de Teatro de su país en 1961.
El TILP, anunciaba las obras “Las de Barranco”, de Gregorio de Laferrere, y la comedia “El mentiroso”. Entre las obras infantiles, iban a presentarse “El espantapájaros que quería ser rey” y “Ronda de los juglares”. El fin de semana anterior al Golpe de Estado subió a escena “Canto general”, de Pablo Neruda, en una adaptación dramática de Ricardo Indiart, que contó con las actuaciones de Virginia Lago, Onofre Lovero, Víctor Hugo Vieyra, Héctor Gióvine y el percusionista Juan Roldán.

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Había escasez de pollos y huevos en los almacenes y los productores tenían que salir a dar explicaciones. La Asociación de Pescadores del Río de la Plata informaba que los peces del río “no se encuentran contaminados”. Había vecinos con perros en sus departamentos y otros que se quejaban por ello. Y quienes estacionaban su auto en la vereda y provocaban la bronca de los transeúntes.
Ya había, en aquel marzo del 76, algún conflicto por la música pirata. Aunque los grabadores no estaban difundidos, había quien vendía cassettes grabados con música copiada de un disco. La polémica se debatía en los tribunales y, en otras ciudades del país, hasta había comerciantes procesados y con prisión preventiva.

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La película documental italiana “Adiós, tío Tom”, que denunciaba el racismo y la esclavitud, se promocionaba como un éxito de público en La Plata. Y aunque fue levantada en la víspera del 24 de marzo, volvió de inmediato a la trasnoche del cine Select. “El joven Frankestein”, de Mel Brooks, llevaba varias semanas en el Cine 8; y la que convocaba en el Roca era Isabel Sarli, con tres películas que empezaban a las 13.30 se exhibían una detrás de la otra. La última, a las 22.40.
También se promocionaba como un cine para adultos la película “¿Qué pasa, Pussycat?”, una comedia de enredos que Woody Allen había estrenado 10 años antes y contaba los conflictos entre hombres y mujeres en un hotel.
La semana del golpe se estrenó en La Plata “La Mary”, dirigida por Daniel Tinayre y con los protagónicos de Susana Gimenez y Carlos Monzón. Se anunciaba como “la película más audaz del cine argentino” y compartía la cartelera con “La Perra”, protagonizada por Libertad Leblanc y “El rincón de las vírgenes”, un título que alarmaba o entusiasmaba junto a la advertencia de “prohibida para menores de 18 años”, pero era una película de arte, pícara, adaptada al cine del cuento “Anacleto Morones” de Juan Rulfo, que cuenta la historia del tal Anacleto, un hombre con facilidad de palabra que hacía creer en milagros a la gente.
En el Cervantes daban “El discreto encanto de la Burguesía” y “El fantasma de la libertad”, doble programa con filmes de Luis Buñel. En el Astros estrenaban “Aguirre, la ira de Dios”, de Werner Herzog, considerada como una de las joyas del cine alemán.
“Infierno en la torre” iba por su sexta semana. Era el tanque hollywoodense del momento. Porcel tenía en cartelera “El gordo de América”.

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Marzo del 76. Terminó el carnaval. Y la muerte ya es una realidad en la vida cotidiana de los platenses.

7 de marzo de 2011

Un pibe de trabajo

Un pibe con futuro incierto, parado en la vereda, en cuero, había tocado el timbre y esperaba atento que alguna señal llegara desde la casa. “Señora”, gritaba asomado al portón. “Señora”. En la calle, un carro tirado por un caballo. Dentro del carro: una pala. El chico quería juntar la pila de escombro que había amontonada al lado del cordón. De la casa salió un tipo, medio dormido. Eran las 10 de la mañana y hacía calor.-Le cobro barato –prometió el chico.
-¿Cuánto querés?
-Y… 15 pesos.
-Dale –dijo el tipo, que fue a buscar la billetera y salió enseguida-.
-¡Eh! ¡Ya terminaste!
-Sí –dijo el pibe.
-Tengo una carretilla de tierra con escombro que también quisiera cargar.
Rapidísimo, el pibe pidió permiso, se mandó al patio a buscar la carretilla y la llevó a la vereda en un segundo.
Cuando salió, una señora que iba a hacer los mandados permanecía parada al lado del caballo:
-Qué vergüenza hacerle esto al caballo.
-¿Qué?, señora –preguntó el pibe.
-Tanto peso le va a hacer mal, pobrecito.
-Pero si el caballo está re bien. ¡Mire qué fuerte! Lo tengo bien cuidado.
-Pobrecito. Qué maltrato para el animal.
-¿Qué dice señora? –se enojó el pibe-. El caballo está re bien. Déjeme en paz, señora. Estoy trabajando, señora. Estoy trabajando. Déjeme en paz.
Cuando la mujer vio aparecer al dueño de casa, se puso más derecha, dio media vuelta y siguió su camino.
El chico había quedado nervioso, quería correr a la señora y cagarla a trompadas, preguntarle qué quería que hiciera, llevarla a vivir con él un par de días. En cambio, miró al hombre y le pidió ayuda: juntos levantaron la carretilla para vaciarla en el carro.
El hombre, en lugar de $15, le dio $25. Al pibe con futuro incierto le brillaron los ojos, manoteó la plata y se la guardó en el bolsillo, sin contarla.

4 de marzo de 2011

Un vecino despechado baleó a una prostituta

Una prostituta baleada, una historia de amor –tal vez–, y de odio, de machismo y sometimiento -de marginación-, se esconde en un hecho que conmocionó ayer por la mañana a quienes viven cerca de Plaza Matheu, en una zona roja del casco urbano platense en la que los vecinos conviven con putas, travestis, transas y prostituyentes.
Patricia tiene 46 años y está fuera de peligro, pero su vida corrió serio riesgo cuando un vecino –amigo, novio y amante– le disparó con un revólver 32 largo y le pegó un tiro en el pecho.
Un policía custodiaba ayer la casa del atacante, identificado como Cacho Cossi, de 70 años, en 66 entre 2 y 3, mientras el hombre permanecía detenido, acusado de tentativa de homicidio. En el barrio, los vecinos hablaron con la condición de no ser identificados, por miedo a represalias.
Los hechos ocurrieron en la esquina de 2 y 66, donde todos los días, durante todo el día, un grupo de trabajadoras sexuales, mujeres y travestis, ofrecen sus servicios. Fueron entre las 8 y las 9 de una mañana que se presentó movida, “había escuchado algunos gritos y más tarde los tiros, que sonaron como si fueran dos cohetes, pero no le di importancia”, reveló un joven que vive a pocos metros de la esquina.
–La mujer era una conocida del señor –dijo, no sin ironía, otro vecino.
–¿Conocida?
–Sí. Una amiga, una novia. Amante.
–…
–¡Claro! Parece que la vio con otro y se puso celoso. Hace un par de días que peleaban –reveló.
–El sabría que se prostituía.
–Sabía, pero parece que se puso celoso porque la vio coquetear con alguien. Estará enamorado y la mina andará con otro.

La misma versión, palabras más o menos, dieron otros vecinos, quienes revelaron que el hombre había entablado una relación de amistad no sólo con la prostituta que baleó, sino también con algunas travestis, a las que dejaba dormir en su casa.
La escalada de violencia entre la pareja tuvo ayer a la mañana su pico más alto. Cossi fue a la esquina con un reclamo y agredió a Mendoza, pero tres o cuatro travestis que esperaban a sus clientes en el lugar decidieron intervenir y agarraron al hombre a golpes. La mujer, entonces, tomó un fierro y rompió todos los vidrios del Volkswagen azul de Cossi.
Cuando pudo zafar de las travestis, Cossi corrió a su casa, buscó en su escondite el revólver calibre 32 largo, que después secuestró la policía, y volvió a la calle. Una vez en la esquina, disparó al menos tres veces. Un tiro impactó en el pecho de su víctima, que fue trasladada al hospital San Martín, donde anoche permanecía internada, fuera de peligro.
“Yo le decía que no se metiera en ese ambiente, pero no sé qué le pasó”, dijo un vecino. Y agregó: “Cacho tiene su historia, porque estuvo preso por un tema de drogas, pero ahora no andaba en nada”.
“Dicen que se engachó con la flaquita, una alta, de pelo corto, que hacía un tiempo ya que paraba en esta esquina. Bueno, paran acá, en 2 y 66: de día mujeres y de noche, travestis. ¡Bah! Están todo el día, a veces medio en pelotas. Cuando oscurece esto parece un cabaret”, dijo un vecino.
A metros de la esquina, en una casa a la que se accede por un portón negro que antes tuvo vidrios y ahora tiene paneles de plástico traslúcidos, mujeres y travestis se enroscan sobre sus clientes. “Todo bancado por un policía, uno de los capos”, especuló un hombre.
“Ya no se puede vivir en las esquinas de este barrio. Te vuelven loco, dejan botellas tiradas, preservativos, y el dealer que les trae la droga los mata, vidrio molido les debe dar, porque quedan destruidos todo el día”, contó un joven.
Para los vecinos, la zona es un pandemónium que sufren todos los días y que se intensifica los jueves a la noche, cuando los motoqueros que salen durante la madrugada a correr picadas y a copar la ciudad con los ruidos de sus motores pasan por el lugar con piedras y palos, para atacar a las travestis.