"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

10 de septiembre de 2004

Junior

LA PLATA, ? SEP 2004.- Con la llegada de la primavera comienza a cambiar el aire de La Comarca Viedma - Carmen de Patagones. El Río Negro promete y regala un atardecer imperdible, rojo anaranjado y azul celeste de aire limpio. Los chicos aprovechan la tarde para el canotaje y la navegación a vela. Pero este septiembre será diferente. Hay un antes y después en la vida de La Comarca que entró en la historia por la masacre en la escuela “Islas Malvinas”.
Un adolescente de 15 años vació el cargador de una pistola sobre sus compañeros y recargó el arma para disparar otras tres veces: tres compañeros murieron en el aula y otros cinco resultaron heridos.
Como en todo el interior bonaerense, la gente vive del campo. Han pasado años difíciles y de endeudamientos, por la falta de riego y la baja calidad de la tierra, pero la zona es inminentemente agrícolo - ganadera. Trabajar en el campo o en la administración pública de Río Negro es el único futuro.
El emplazamiento original de La Comarca -el fuerte Del Carmen fue fundado en 1.779-, nació del lado de Patagones, que ahora tiene 30 mil habitantes, la mayoría nacido allí; frente a los 50 mil de su vecino Viedma, capital provincial, soñada capital federal en la década del ´80 y de una composición social mucho menos estanca.
Atrás ha quedado el ímpetu un puerto interior que, pujante, supo llevar dinero a la ciudad hasta la década del ´40, cuando los barcos todavía podían recorrer los 30 kilómetros desde la desembocadura en el océano Atlántico.
Otros transportes, como el tren y los camiones, relegaron el trabajo portuario a la actualidad: apenas una lancha de transporte para cruzar el río ida y vuelta, o dar un paseo turísticos por las aguas azul oscuro.
Del poblado fundacional del Virreynato del Río de La Plata quedan las ruinas que lo conmemoran y la iglesia de 119 años, el Banco Provincia y las construcciones habitacionales de la zona del puerto. Y el Cerro de la Caballada todavía mira orgulloso a la ciudad que recuerda el combate en el que expulsó al Brasil invasor, imperialista, el 7 de Marzo de 1827.
Hoy la gente vive en una simbiosis que hace una a La Comarca y vuelve imposible pensar un pueblo sin el otro. A pesar de las diferencias, el río no separa, une. Y la capital rionegrina aporta trabajo administrativo para los habitantes de una y otra ciudad.
El pueblo es tranquilo a ambas márgenes del río. Pero del lado de la provincia de Buenos Aires carga sobre sus espaldas con datos oficiales que lo desnudan: según estadísticas del consejo del Menor y la Familia de Patagones, dos adolescentes se suicidan por año en el pueblo de 30 mil habitantes.
La repetición de suicidios es una preocupación desde hace varios años. Uno de los amigos de uno de los estudiantes heridos el último martes de septiembre se suicidó hace algunos meses. Y poco antes, también este año, una chica se quitó la vida arrojándose al río.
“Lo sensato que podemos hacer los humanos es suicidarnos”, escribió en el banco del colegio, con lápiz negro, el chico que el martes desató una tragedia dentro de su aula. “Si alguien conoce el sentido de la vida, por favor escribirlo acá [..............................]”, puso al lado.
Aquel hijo de La Comarca era reservado, callado, nunca contaba nada sobre su vida. Le decían “Pantriste” y sólo tenía un amigo, pero cuando alguien establecía un diálogo con él “era buenísima onda”.
Dicen que se vestía de negro, pero los compañeros responden que se exagera: “era el chico más inocente del curso”.
El pueblo campechano, amable, llora hoy su determinación para disparar contra sus compañeros, es “culpable” de la masacre y se lo estigmatiza para que aparezca su “locura”. Sandra Muñoz, Evangelina Miranda y Federico Ponce ya no están; Natalia Salomón, Rodrigo Torres y Pablo Saldías, luchan por salvar sus vidas en salas de terapia intensiva;
Nicolás Leonardi y Cintia Casasola llevarán las marcas del plomo para siempre. Es lo único real.
“Rafael también es una víctima. Si hay alguien responsable en el fondo de todo esto somos nosotros, los adultos. Hay algo que no estamos escuchando, algo que estamos desatendiendo. Quizás, y esto no quiere decir que lo disculpe, Rafael quiso decir algo con todo lo que hizo, algo que no puede decir de otra forma”, dijo, a tres días de la masacre, Patricia, la pareja del padre de Pablo, el chico que a esa altura de los acontecimientos se
debatía entre la vida y la muerte en el hospital, con tres tiros en el cuerpo.
La mañana del martes 28
Sobre lo ocurrido el martes 28 en el 1ro. B de la escuela Islas Malvinas, poco puede agregarse, pero tal vez sea necesario desandar una y otra vez el camino.
A las 7.30 de aquella mañana, Rafael esperaba en el aula de la escuela, como el resto de sus compañeros, la llegada del profesor de Ciencias Sociales. En el pizarrón verde, escrito con tiza, dos extraños mensajes miraban a los alumnos. Uno era la mención al apellido del chico al que más cargaban: “Kulich gay”... y debajo, con una caligrafía exquisita, en inglés: “la venganza es un plato que se come frío”.
Una alumna de un aula vecina, que entró al curso para pedir una lapicera, contó que escuchó que una de las chicas le preguntaba a Rafael si había estudiado. Le contestó que si y mientras ella se disponía a cruzar la puerta para volver a su aula, Rafael se puso de pie y sacó un arma de su cintura.
Ella corrió lo más rápido que pudo y se refugió con sus compañeros, pero no contó nada, incluso después de que los disparos empezaran a sonar a sus espaldas. Para todos los que no estaban dentro del 1ro. B, los estampidos del arma eran ruidos de bancos contra la pared.
La suerte de las víctimas estaba echada. Evangelina Miranda recibió un tiro en el abdomen, Sandra Nuñez en el corazón. Ambas se sentaban en el primer banco, justo al lado de Rafael. Federico Ponce, el que más lo cargaba, fue alcanzado por un disparo en el pecho. Pablo Saldías saltó sobre el arma para detener las balas pero recibió tres impactos: uno en el pecho, otro en el abdomen y el tercero en la cintura. Natalia Salomón un tiro en el pecho, cerca de la axila, y otro en el brazo derecho. Cintia Casasola resultó herida en un brazo. Los chicos se tiraban detrás de los bancos y corrían fuera del aula para escapar a la balacera. Rafael también salió.
En el pasillo de la escuela, Nicolás Leonardi fue alcanzado por un disparo en el hombro izquierdo. Y las balas se acabaron.
Pero el chico tiró el cargador que estaba vacío y puso otro lleno. Volvió a disparar una, dos, tres veces. Y el arma se trabó. Su compañero de banco y único amigo, Dante Pena, aprovechó para pegarle en el brazo y la pistola Browning 9 milímetros cayó al piso.
Rafael fue detenido por la policía en la vereda del colegio. “Los chicos que salían de la escuela y nos lo señalaban para que lo detengamos”, contó el comisario Roberto Diego. Luego, en su despacho, iba a contar que “se encontraba en estado de shock y no recordaba lo ocurrido”.
En la escuela, la policía secuestró la pistola con un cargador con 9 balas y otro cargador vacío. Rodrigo tenía otro cargador intacto -con 12 balas- y un cuchillo de supervivencia, de gran tamaño y gran filo.

1 de septiembre de 2004

Parir y matar a los 18

LA PLATA, 01 SEP 2004.- La chica no habla. Permanece en silencio al llegar la Policía a su casa. Y también calla en la comisaría, con las manos esposadas a su espalda. No dice nada cuando la trasladan a los Tribunales, ni en los Tribunales de Campana. Tampoco en el hospital en el que se encuentra internada por la infección que tiene en su útero. Sólo mira como extrañada. Puede ser acusada por homicidio calificado y puede ser condenada a reclusión perpetua, pero no habla más que con el silencio. Tiene 18 años y está acusada de estrangular a su beba, nacida tras 36 semanas de solitaria gestación.
Parió en su casa, quién sabe en qué condiciones, escondida. Tuvo una beba y no pudo más. Quién sabe si lloró, entró en pánico, en odio, o qué pensaba la adolescente. Lo cierto es que las pruebas recolectadas hasta ahora indican que asesinó a la bebé, que la estranguló, según confirmaron las pericias realizadas sobre el pequeño cadáver, que en su lenguaje indican “muerte por compresión vascular en las carótidas”.
A una cuadra de su casa, en el cruce de las calles 4 y 25, de Lima, en Zárate, los vecinos sintieron vahos nauseabundos y denunciaron la presencia de una “bolsa ospechosa de la que salía mal olor”.
Fue de esa manera que la Policía dio con el cadáver de la bebé y pronto obtuvo las pruebas que la llevaron hasta la casa de clase media en donde había una chica que todos sabían embarazada, aunque lo ocultara. La joven no reconoció el hecho.
Aún no prestó declaración ante el fiscal Juan José Maraggi, a cargo de la UFI Número 2, ni habló ante los policías que llegaron a su casa. También calló en la comisaría, con las manos esposadas a su espalda. No dijo nada cuando la trasladaron a los Tribunales, ni en los Tribunales de Campana. Tampoco en el hospital en el que la internaron. Pero habla su cuerpo, que da leche y que obligó a los médicos a realizarle un raspaje para evitar que se extendiera la infección que tiene en su útero.
La adolescente fue detenida acusada de homicidio calificado y, de ser hallada culpable, podrían condenarla a reclusión perpetua. Por el momento, nada parece indicar que hubiera sufrido una violación, pero faltan recabar datos que puedan explicar tan terribles circunstancias. El fiscal espera que hoy declare.