"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

23 de diciembre de 2009

El papelón del año


Una familia que viajaba por una ruta bonaerense desapareció sin dejar rastros. Los vecinos de José Mármol, donde vivían, los vieron preparar el Fiat Duna Weekend rojo la tarde del sábado 14 de noviembre, como muchas veces antes. Oriundos de Pergamino, Fernando Pomar (40) y Gabriela Viagrán (35) viajaban casi todos los fines de semana a visitar a sus familiares. Esta vez, además, él, que había estado desocupado desde marzo, iba a tener una entrevista de trabajo como técnico químico en una de las empresas productoras de inoculantes más importantes del Parque Industrial Pergamino. La pareja soñaba con criar a sus hijas Pilar (3) y Candelaria (6) en el pueblo. Todo estaba bien. Franco (13) -hijo del primer matrimonio de la mujer-, ayudó a cargar los bolsos en el coche mientras las chicas jugaban con su caniche toy en la puerta y su mamá chateaba con una amiga por Facebook. La pareja dejó al chico en la casa de unos amigos, porque el lunes rendía un examen, y salió a la ruta. ¿Por qué no llegaron esa misma noche a Pergamino?
La desaparición se transformó pronto en un misterio que se hizo digno de las más disparatadas hipótesis. Surgió el recuerdo de los Gill, "un matrimonio con cuatro chicos que desapareció el 13 de enero de 2002 y de los que aún no hay rastros", se dijo. Mientras los más delirantes se atrevían a la abducción, otros aseguraban: "Se fueron del país". Hubo quien se sumó a un taxista que los vio en Villa Regina, en Río Negro, y quien concluyó que "huyeron porque tenían deudas". Ahí nomás aparecieron los que decían que "el hombre mató a toda su familia, huyó o se suicidó" y contaban con el dato del "perro hallado en San Andrés de Giles con dos balazos". También estuvieron los que sospecharon de un secuestro y los que abonaron la teoría del robo del auto seguido de un rapto o crimen, porque "es lo que pasa todos los días". La teoría del accidente fue la primera en perder fuerza, porque la policía rastreaba sin éxito por tierra, por aire y bajo el agua.

UN VIAJE DE 24 DÍAS. "Estamos yendo", habían avisado cerca de las 19 en un mensaje de texto a un familiar. A las 20, Gabriela habló por teléfono con una amiga con la que iban a cenar y le dijo que iban por Claypole. El padre de ella recibió otro SMS: "Llegamos a las 22". Y sin embargo… nada.
Aunque las familias de los desaparecidos fueron el mismo sábado a la policía, recién el domingo pudieron hacer la denuncia formal que motorizó la búsqueda.
Los días pasaron y el misterio creció de la mano de la falta de resultados en los rastrillajes, la ausencia de testigos de un accidente y los datos falsos que empezaban a llegar al 911. Y Cecilia Pomar, hermana de Fernando, acudió a los medios, que empezar a dar cuenta del asunto.
"Realmente no hay ningún indicio de donde puedan estar", reconoció la fiscal Karina Police a la prensa, que se interesó en el hecho por extraordinario y misterioso, cuando ya se cumplían cinco días de la desaparición.
La fiscal de Pergamino trataba de "reconstruir" los últimos días de los Pomar y sólo se encontraba con mensajes de texto "normales" que no le daban "indicios de sospechas". Empezaban, entonces, los rastrillajes aéreos por el partido de Pergamino y las zonas aledañas. Y sin embargo… nada.
El misterioso caso Pomar empezaba a tomar forma. Una vecina de la familia estaba sorprendida porque no le habían pedido que les cuidara la casa, como solían hacerlo cada vez que se ausentaban, además de requerirle que alimentara al perro de la familia.
El viernes, entonces, apareció otro dato revelador y sorprendente: mientras que no aparecía un solo dato que pudiera indicar un accidente, los investigadores obtuvieron una imagen del auto desaparecido en el peaje de Villa Espil, en la ruta 7. En la foto se veía un auto rojo y a un hombre que sería Fernando sacando su cabeza y un brazo por la ventanilla.
Fueron horas de esperanza para las familias de los desaparecidos, aunque un taxista de Villa Regina, en Río Negro, aseguró haber visto a los Pomar en una estación de servicio de la ruta 22. Las imágenes de la cámara de seguridad de la estación lo contradijeron rápidamente.
El lunes 23 apareció una noticia que pronto fue desmentida. "Un perro que se asemeja al de la familia Pomar fue encontrado hoy muerto en la ruta 7 en San Andrés de Giles envuelto en una prenda de vestir y con dos balazos, informaron fuentes policiales". Los cables de las agencias de noticias agregaban: "Los investigadores iban ahora a realizar el reconocimiento de la mascota con algún familiar, pero todo indica que es el caniche toy de la familia desaparecida hace 9 días".
Más de un centenar de policías buscaban rastros sobre la ruta 7 y Juan Pomar, padre de Fernando, descartó la versión del taxista. El hombre aseguró que estaba "con mucha confianza y mucha esperanza en la fiscalía de Pergamino y el personal de la DDI, en todas las autoridades que están trabajando".
Un nuevo video registrado por las cámaras de seguridad de otro peaje de la ruta 7 confirmó que el matrimonio iba junto a sus dos hijas hacia Pergamino la noche en que desaparecieron. La madre de Gabriela Viagrán dijo que la familia podría estar retenida "por error".
Cuando se cumplieron diez días de la desaparición, Paul Starc, subsecretario de Investigaciones bonaerense, informó que los operativos de búsqueda se concentraron en el corredor de las rutas 7, 8, 41, 51 y 31: "Abarca una extensión muy grande de campos, por eso contamos con el refuerzo de un avión y un helicóptero de la División Aérea de la policía bonaerense y están participando al menos cien hombres pertenecientes a la Jefatura Departamental de Pergamino", detalló.
Aquel día, Missing Children difundió las fotos de las hijas del matrimonio y los empleados del camping El Cisne, a 30 kilómetros de la ciudad de Neuquén, afirmaron que vieron a Pilar y Candelaria. "Ahora que veo las fotos, no tengo dudas, estaban con una mujer más grande que podía ser la madre, pero ella no se acercó", contó una de las testigos.
El 25, los investigadores analizaban la computadora que había en la casa del matrimonio, en José Mármol, en busca de alguna pista. Y los medios entrevistaban a María Cristina Robert, madre de Viagrán, quien con el dolor de una madre aseguraba que su hija sólo "dopada o amordazada" hubiera aceptado alejarse de su familia. La mujer sospechaba de "algo rarísimo".
Aquel día se informó que la búsqueda se realizaba a nivel nacional y tanto la Justicia y la Policía pidieron la ayuda a las fuerza federales. "Continuamos la búsqueda con optimismo de lograr un buen resultado para tranquilidad de los familiares y de toda la sociedad", expresó el jefe de la Departamental de Pergamino, Roberto Gabín. "Hay diversas hipótesis", dijo, y admitió que estaba "ante un caso atípico".
A los 12 días de la desaparición, el accidente estaba prácticamente descartado, pero ninguna hipótesis se fortalecía ante las otras y los disparates crecían.
La fiscal aseguró que la investigación "está muy avanzada", aunque reconoció que aún no tenía resultados. Contó más de 100 llamados al 911 y afirmó que todos "fueron debidamente chequeados". Y sin embargo… nada.
Continuaban los rastrillajes en el corredor de las rutas que van a Pergamino, y se aguardaban informes bancarios para establecer si existieron movimientos en las cuentas de la familia.
Comenzaron a realizarse controles auto por auto e las rutas de Buenos Aires y una notica conmovió al país. El celular de los Pomar se habría activado en Chivilcoy cinco días después de la desaparición de la familia. La fiscal lo desmintió casi al instante.
Buscaron a los Pomar en un campo de la familia, en Rancagua. Y sin embargo… nada.
El 27 de noviembre el ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, señaló con misterio: "Hay un aspecto de la investigación que no puedo revelar". Ese mismo día, Juan Manuel Pomar, padre de Fernando, se preguntó qué fue lo que les pasó entre las 20, cuando se registró su paso por el peaje de Villa Espill y las 22.30, hora en que calculaban arribar a Pergamino. "Nadie vio nada. Eso es lo que más llama la atención", dijo.
"Me sorprende porque en los 31 años de policía que tengo nunca vi una cosa similar. He visto desaparecer personas y cómo la Policía ha logrado dar con ellos vivos o con la peor noticia, pero cuando uno no tiene el más mínimo indicio, sinceramente me sorprende mucho porque es un gran enigma", reconoció pura sinceridad por esos días el jefe de la Bonaerense, Juan Carlos Paggi.
El 28 de noviembre el gobernador Daniel Scioli sostuvo que la familia Pomar "tiene que aparecer". También Starc habló aquel día. Fue para ratificar la hipótesis de que la familia pudo haberse ido de su casa en forma voluntaria.
Los que apostaban a la hipótesis de que "el hombre mató a toda su familia, huyó o se suicidó" festejaron que, en medio de su dolor, María Cristina Robert, reconociera que en el matrimonio habían existido escenas de "violencia verbal".
"Al principio de parte de él, pero ya a lo último mi hija había empezado a reaccionar y no admitía muchas cosas", afirmó la mamá de Gabriela. "Él estaba nervioso por la falta de trabajo, quería darle un bienestar a su familia que le estaba faltando", continuó.
Ella confió que el matrimonio había ido a terapia de pareja porque "a él le costaba integrarlo a Franco", que "era como una mochila pesada".
El 30 de noviembre la madre de Gabriela aseguró estar convencida de que su hija permanecía secuestrada. Entonces, trascendió que una mujer afirmó haber visto a la familia Pomar el 15 de noviembre en Tres Arroyos. Sonia Rojas, a cargo del refugio "Manuela Moreno" de la Sociedad Protectora de Animales, afirmó que las nenas le habían dejado el perro de la familia.
Al otro día, primero de diciembre, la propia fiscal afirmó que investigaba "tres hipótesis". Luego de reconocer que no existía "ningún indicio" para inclinarse por alguna de las líneas, explicó que podía tratarse de una desaparición "voluntaria" o "involuntaria", mientras que la tercera hipótesis era el "conflicto familiar y eso está en plena investigación".
Esa noche, el ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, aseguró que la desaparición "no tiene nada que ver con la inseguridad pública" y los periodistas concluyeron que reforzaba así la hipótesis de los investigadores respecto de que se trata de una "desaparición voluntaria".
No había rastros de los Pomar en el río Arrecifes ni en Salto y la madre de Gabriela estaba tan desesperada como el primer día: "Si hay un secuestrador, yo doy mi vida por mis tres seres amados".
Después de más días sin novedades, un auto quemado apareció en un descampado del partido bonaerense de Morón y hubo quien aprovechó la noticia para sospechar que fuera de la familia Pomar, aunque se notaba que había sido de color gris.
El 7 de diciembre, la fiscal Pollice reconoció que el ministerio de Seguridad quería ofrecer una recompensa. Dijo, además, que las pistas que iban perdiendo fuerza eran la de un "accidente" o "secuestro".
Todo lo que se había dicho hasta el momento se desvaneció el martes pasado. "El final más temido: apareció muerta la familia Pomar", fue uno de los titulares de los diarios. Ni secuestro, ni asesinatos, ni perro acribillado, ni camping, ni desaparición voluntaria. Tampoco pudo tomar vuelo la teoría de Fabio Serpa y la posible abducción de la familia Pomar. Fue algo mucho más simple: Un accidente de tránsito.

7 de diciembre de 2009

Un policial (volver a las fuentes)

El dueño de un restaurante chino de Plaza Italia apareció muerto en el baño del local, golpeado y con un tiro en la cabeza. La víctima, identificada como Fuan Kuan Huang, es de nacionalidad china y tenía 40 años.
La esposa de Huang encontró el cuerpo ayer, poco antes del mediodía, cuando abrió el negocio y se encontró con el cadáver en el baño, tirado en el piso y con la cabeza tapada con una campera: levantó la prenda, reconoció a su marido y vio la sangre. Se puso en cuclillas, le levantó la muñeca y le tomó el pulso. No sintió nada. Entró en pánico, pero se levantó y salió a la calle.
Los pocos que pasaron ayer a las 12 por diagonal 74 entre 6 y Plaza Italia escucharon a la mujer hablar en un idioma que les resultaba incomprensible. En estado de shock, gritaba, pedía ayuda, pero todos la ignoraban. Entonces, se dio cuenta que debía recurrir a alguien conocido y llamó al restaurante chino en el que su marido había trabajado hasta hace un año.
"Parece que hubo un homicidio", dijo el hombre, ex compañero de la víctima, a la policía. "Nosotros recibimos el llamado de la señora y lo único que hicimos fue llamar a la policía", explicó a Diagonales Javier, otro ex compañero de trabajo de Huang.
Según los ex compañeros de la víctima, Huang, su mujer, una pareja de chinos de unos 50 años y dos de los empleados se quedaron el sábado a la noche en el restaurante a tomar cerveza. La mujer se fue a su departamento de 6 y 44 a las 3 y dejó a su marido con sus amigos.
"Parece que los empleados salieron a bochinchear y Huang se quedó con dos personas de nacionalidad china en el negocio", contó Javier.
No se sabe qué pasó entonces, pero lo cierto es que poco antes de las 12 la mujer de Huang fue al local y se encontró con su marido muerto.
Puestos a especular sobre el caso, la policía advirtió que podría tratarse de un ajuste de cuentas. Huang "no tenía problemas con nadie", dijeron sus ex compañeros, quienes prefirieron relacionar el homicidio con un posible caso de inseguridad: "la zona es muy peligrosa, quizá alguien le haya pedido comida, o dinero, o directamente lo hayan querido asaltar", dijeron.
Además, se extrañaron por cómo había sido abandonado el cuerpo y la escena del crimen: la moto del delivery estaba afuera del local, que permanecía cerrado con llave y el teléfono había sido desconectado.
Fuentes policiales indicaron que recibieron el llamado de emergencia unos 12 minutos después de las 12 y enviaron al lugar un móvil que apenas tuvo que limitarse a cuidar que el lugar permanezca inalterable para que pudieran realizarse las pericias de rigor.
Médicos de una ambulancia llegaron al lugar a confirmar el deceso y dejaron constancia de que, al parecer, presentaba un disparo en la cabeza, del lado derecho, que se veía a simple vista y fue confirmado poco después con un informe de autopsia preliminar, que descubrió un orificio de entrada y otro de salida.

2 de diciembre de 2009

Que no prescriban los crímenes de la guerra de Malvinas


El Centro de Ex-Combatientes Islas Malvinas (CECIM) de La Plata trabaja en la apelación de un fallo de la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, que consideró que los vejámenes de militares contra conscriptos argentinos en Malvinas no son delitos de lesa humanidad y, por lo tanto, las acciones penales que por esos hechos están prescriptas y no pueden ser juzgados.
Mientras preparan la apelación, los ex combatientes lanzaron una campaña en la que piden la solidaridad de las organizaciones políticas y de Derechos Humanos. “Estamos hablando de muchos años de silencio que se nos impuso a los soldados y que recién ahora pudimos plasmar en la justicia, por eso queremos que emitan opinión sobre este fallo, porque la sociedad argentina necesita saber qué pasó con sus soldados en Malvinas”, explicó Ernesto Alonso, presidente del CECIM La Plata, a Diagonales.
Los ex combatientes denuncian asesinatos y torturas cometidos por cuadros de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) contra los soldados conscriptos en la Guerra de Malvinas, en una mega causa que se tramita en el Juzgado Federal de Comodoro Rivadavia, en Río Grande, desde hace dos años.
Alonso aseguró que “hay en la justicia un nicho con un componente ideológico y político que reivindica la dictadura y no permite que se sepa la verdad de Malvinas”. Y afirmó que “por el momento hay 80 casos que se investigan con nombres y apellidos en los que se acusa a oficiales y suboficiales de las tres fuerzas –Marina, Aeronática y Ejército–, porque en todas ocurrieron vejámenes y sería saludable un juicio que ponga blanco sobre negro”. Consideró, además, que la dictadura quiso “tapar una guerra sucia con una guerra limpia, pero los que fueron a Malvinas no eran el Ejército Sanmartiniano sino torturadores como (Juan Carlos) Rolón, (Antonio) Pernía, (Alfredo) Astis, (Jorge) Acosta o el propio Pedro Edgardo Giachino”, el Capitán de Corbeta de la Infantería de Marina que fue el único muerto el 2 de abril de 1982 durante la recuperación de las islas. Y agregó: “O son héroes o son torturadores, Giachino fue el primer oficial muerto en combate, aunque si estuviera vivo él posiblemente estaría vinculado en alguna causa relacionada a la dictadura porque pertenecía a un grupo de tareas de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). En fin, hay infinidad de nombres de famosos represores que fueron a Malvinas. Lo vivimos y lo sufrimos”.
El tema de la tortura a la propia tropa quedó, a decir de Alonso, “escondido y sin investigar, jugando a la prescripción; aunque después nos sorprenden la cantidad de suicidios entre los ex combatientes y las secuelas que dejó la guerra, cuando los tipos que tenían que orientarte y guiarte se convirtieron en tus propios verdugos”.
Alonso consideró que “los militares no estaban preparados para la defensa de la soberanía nacional” y explicó que sólo encontraron otros hechos de similares características a los ocurridos en Malvinas en Kosovo: “hubo soldados que estuvieron estaqueados durante 8 horas, se los obligaba a dejar los pies en agua congelada, se los dejaba sin comida. Entre todos los casos hay, además, un asesinato. Y todos estos hechos fueron encubiertos por las FFAA".

Recuadros

Platenses
En la mega causa que se investigan torturas hay casos de soldados platenses, algunos de los cuales aún no fueron denunciados en la justicia. Además, muchos de los ex combatientes son testigos en la mega causa. Alonso, por ejemplo, fue testigo de la muerte por congelamiento de un soldado de infantería de marina y también de los estaqueamientos, aunque el oficial que los cometió murió en Malvinas.

Relaciones y antecedentes de la Sala I
La decisión de considerar como prescriptibles los delitos cometidos en Malvinas fue tomada por la sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, integrada por Juan Rodríguez Basavilbaso y Juan Fégoli y presidida por Raúl Madueño, hermano del ex juez federal de Bahía Blanca Guillermo Federico Madueño, detenido el 11 de noviembre último, acusado de haber encubierto crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en esa ciudad.
El tribunal hizo lugar a una apelación presentada por Jorge Taranto, un subteniente imputado en cinco casos por denuncias de soldados por estaqueamientos y otros vejámenes. "Taranto –declaró uno de los soldados, de apellido Martins– me agarraba y me metía en el depósito de agua y tenía hielo y me metía la cabeza ahí, y me tenían un ratito y me decían –vas a hacer guardia o no vas a hacer guardia–, –si– les decía y me apretaban así la cabeza otra vez. No podía respirar. Eso me hacía el subteniente Taranto. Encima me sacó la pistola, yo no sé si él me habló en inglés, cuando él me habla me sale todo espuma por la boca, cuando él me habla me dice -tiene que hacer guardia hijo de una gran puta, Martins, tiene que hacer guardia, le digo -si mi subteniente".
Según Alonso, Taranto es actualmente es Jefe de cámaras de C5N, después de Malvinas se dedico a las "investigaciones complejas", fue socio del coronel Carlos Doglioli y Mario Perel, empresario que fue asesinado con su mujer de varios disparos en la nuca en un appart hotel de Cariló en febrero de 2001.

Foto: Télam