"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

22 de junio de 2010

Los trabajadores de Sniafa esperan una definición para conocer su futuro laboral



Un reflector con un tubo fluorescente ilumina un pequeño pasillo entre las máquinas en el sector de estirados de la hilandería. La zona sería una boca de lobo si la luz se apagara. Encendida, los trabajadores vigilan que nadie se lleve nada. Sniafa está parada y sus enormes galpones son una heladera. Si la fábrica estuviera funcionando, el calor de las maquinarias haría que la temperatura superara los 25 grados en esos mismos gélidos ambientes. Para paliar el frío, los que bancan la toma se reúnen en la cocina, donde prenden las hornallas, o en la guardia, donde tiraron cables para conectar una estufa, algunas lámparas y un televisor. La electricidad está cortada por falta de pago y hace dos meses que la empresa no paga los sueldos. Tampoco mandó telegramas de despido ni notificó suspensiones. Nada. Ellos se presentan a cumplir sus horarios y algunos se quedan a dormir, para que los edificios no sean saqueados.

–¿Qué fue lo que pasó? -preguntó Diagonales en medio de la cocina.
–¡Se afanaron todo! –explicó uno de los trabajadores.
–Claro ¿qué va a pasar? -advirtió otro.
–Igual, habría que preguntarle a los dueños –intervino un tercero–. A nosotros nos dejaron de pagar los sueldos. Cuando quisimos acordar nos dimos cuenta que no había insumos. Hoy la empresa está en concurso de acreedores y, si no se homologa el acuerdo, el 8 de julio, va a la quiebra.
–¿Creen que la empresa podría haber continuado con la producción?
–Todavía vienen muchos clientes a preguntar si esto va a seguir así, porque nosotros éramos sus principales proveedores y ellos también tendrían que cerrar -agregaron.
–Todo pasó en 15 días. No teníamos stock y trabajábamos el día a día. Ahora sabemos que se remató mucho hilo y nos dimos cuenta de que no compraban materia prima. Fue premeditado, pero nosotros nos enteramos tarde: el día que cortaron la luz.
El jueves 13 de mayo fue el último día que hubo trabajo en Sniafa. A las cuatro de la tarde, en plena producción, EDELAP cortó la luz de la fábrica de 30 y 508 por falta de pago. “Ese día dejamos de trabajar. Y una semana después empezamos a venir para que no se llevaran las máquinas ni el hilo que había quedado en el depósito”, contó Alicia, antes de alegrarse por la presencia de Sebastián Sorrenti, un hombre de “81 años y medio” que se jubiló como gerente de la empresa y aún camina entre los carreteles, convencido de que no hay que esquivar las situaciones difíciles (ver aparte).
Aunque había problemas con los sueldos, que se pagaban en cuotas, y no tuvieron aumentos en el último año, el corte de luz tomó por sorpresa a los 180 trabajadores de Sniafa. En los últimos tres o cuatro años, además, se notaba una falta de inversión en maquinarias y mantenimiento del edificio. “Evidentemente algo pasaba”, reconoció Alicia.
Fundada en 1948, Sniafa no sólo vendía en el mercado interno, sino también para Brasil, donde llegó a exportar el 70 % de su producción. La empresa es única en Sudamérica. Además de los hilados sintéticos poliamídicos, hasta que le cortaron la luz, produjo polímeros de caprolactama. “Acá se vende todo, desde el hilado hasta las sobras, no se desperdicia nada, todo es ganancia. Hay muchas fábricas, pequeños emprendimientos, que dependen de nosotros. Hay muchísima gente que nos pide que no permitamos que la empresa se venga abajo”, afirmó Alicia.
La empresa, que pertenece a Solea Trust Reg y al fondo de inversión The Tower Fund, era conducida por Benjamín Pedro Uriburu, su principal accionista.
“Uriburu es el que llevaba adelante la empresa y el que no nos pagaba los sueldos. Suponemos que se quedó con el dinero que entraba por la poca o mucha venta, porque no pagaba nada: no hacía los aportes jubilatorios, las cargas sociales, ni a la obra social. Así que todo ese dinero, que a nosotros nos descontaban, también debe haber ido a parar a sus bolsillos”, explicó Alicia.
Por ahora, la situación de los 180 trabajadores es de pura incertidumbre. Creen que hay un interesado en comprar la fábrica, pero no saben ni de quién se trata. Algunos de ellos, tal vez 100 o 120, podrían ir a trabajar a Mafi-ssa, la otra gran hilandería de la región. Y hay quien dice que, con una ayuda estatal, los trabajadores podrían poner a la empresa en funcionamiento. No hay certezas.


Un optimista que confía en el potencial de la empresa
Sebastián Sorrenti empezó a trabajar en Sniafa el 1º de enero de 1955, cuando la hilandería tenía apenas 6 años y funcionaba en Plátanos. Llegó a ser gerente de desarrollo y asesoramiento tecnológico, se jubiló y continuó como asesor hasta que, al igual que el resto de los trabajadores, un día se encontró con el concurso de acreedores y la quiebra inminente. Es, sin embargo, un hombre optimista que confía en el potencial de la fábrica.
“Sniafa es una de las más importantes productoras de hilados de nylon para uso textil. Responde a las necesidades del mercado interno y también fue una importante exportadora. Desde que se instaló el Mercosur, llegó a competir con las más importantes productoras del mundo y sobrevivió al mercado exportador por su excelencia, consolidada en su servicio técnico”, aseguró, parado en el medio de un galpón que debería estar a más de 25 grados, y que sin embargo deja circular un frío helado que cala hasta los huesos.
Con su campera cerrada hasta el cuello, Sorrenti asegura que “el cierre de la fábrica es un perjuicio para la nación, porque los hilados que puede fabricar son un insumo vital para muchos industriales textiles que tendrán que importar su materia prima, porque hay muy pocos productores locales. En los últimos años, Sniafa creó una sala para urdido (enrollado) del hilado que es única en el país, y que le permite preparar la materia prima para ser utilizada directamente por las tejedurías”.
Sorrenti se presentó como técnico perito textil y recordó sus tiempos como profesor de tecnología textil de la primera escuela técnica fundada por la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación profesional, creadas por el peronismo para educar en la enseñanza técnica.
El hombre tiene una experiencia, un conocimiento, un saber, que quiere transmitir: “si hay algún funcionario que quiera conocer la importancia de lo que se puede hacer en esta empresa, me ofrezco a explicárselo cuando crean oportuno”, afirmó. Y agregó: “a mi juicio, el estado no se puede desentender del problema que hay en esta empresa y debe colaborar para dinamizar inmediatamente, lo más rápido posible, la plata. Para que siga siendo lo que fue, incluso más allá de las fuente de trabajo”.