"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

31 de marzo de 2008

Matar no cuesta nada

No se dio vuelta cuando empezó en monólogo su relato. El hablaba y hablaba, un poco porque nada tenía yo para responder, ya que me dejaba sin palabras. Estaba nervioso, como si hubiera visto a un fantasma. O a su verdugo, según me pareció luego…
Subí al auto cerca de la Terminal, en diagonal 74, y apenas tenía que hacer unas cuadras para llegar, por 1, a la casa de un amigo en Tolosa. Iba vacío, sin pensar en nada en particular y sentí de inmediato la irrupción violenta del conductor. Pensé que era un pesado y que exageraba cuando empezó a hablar de la inseguridad. Le pregunté si lo habían asaltado muchas veces: "17 veces" me respondió. Y sin más, levantó su mano izquierda y me mostró, como si hiciera fuck you para atrás, el dedo mayor mocho, con evidencias de un tendón cortado. "Consecuencia de un robo", aseguró mientras guiaba el auto por sobre los badenes de 2 y 39.
Iba a decirle algo cuando me contó que una piba que entonces tenía 15 y ahora tiene 18 le puso un cuchillo en el cuello y que él manoteó la hoja para evitar un corte. Dijo que ella tiró hacia atrás y quitó el arma como si desenfundara de su mano, abriendo un profundo surco sobre la palma.
El chofer contó que, en la lucha, la chica lo apuñaló por la espalda, a la altura de un pulmón, que le dejó agujereado. El no sabía cómo (o yo no sé cómo contarlo), pero pudo agarrarla de los pelos y bajarla del auto. Dijo que la golpeó, la golpeó y la golpeó… "no sabés como la dejé", me dijo… y dijo: "no pude matarla porque me ahogaba. No podía respirar porque me agujereó un pulmón ¿sabés?... no podía respirar, que sino la mato a golpes, la cargo en el auto y la tiro por ahí, que no cuesta nada", dijo.
Y me dijo que de vez en cuando la ve. La cruza por ahí cuando pasa por Plaza Italia, donde la piba para en barra.
No me contó que estuvo internado por las heridas. Me dijo que estuvo preso:
- Nueve meses pasé esposado a una cama del hospital San Martín.
- ¿Y la chica?, pregunté, para saber si también estuvo grave.
- La chica era menor. Entró por una puerta y salió por la otra, respondió.
Ahora creo que él la vio justo antes de que yo subiera al taxi, cuando estaba por tomar la diagonal 74 y pasó con el auto por Plaza Italia. Ella ni se dio cuenta, pero para él fue como si lo señalara, como si ella hubiera tomado la dimensión del monumento, se hubiera montado al aguila y lo persiguiera por las calles más oscuras.

24 de marzo de 2008

Desaparecidos

Cuando Laura entró por primera vez al hall inmenso al que desembocan las aulas de la Facultad de Humanidades de la UNLP se topó con un enorme cartel que decía, claramente: Ni olvido ni Perdón. Aparición con vida de los 30.000 desaparecidos.
Fue en 1984 y aquel era su primer día de clases, recuerda Laura. Y recuerda el estupor que le provocó el enorme cartel y la inmensidad de la cifra que mencionaba… 30.000 desaparecidos.
Lo primero que pensó Laura fue en extraterrestres secuestrando gente en naves espaciales. Pero descartó la imagen por la cifra descomunal del letrero… 30.000 desaparecidos.
“No, qué salame, tiene que haber sido una catástrofe natural”, se dijo. Ésa fue la respuesta inmediata que creyó más coherente, aunque la exigencia de resucitar a los muertos de la supuesta catástrofe le pareció un exceso.
Laura, que no sabía eso de que el silencio es salud pero se había convertido en su víctima, tuvo que preguntar. Y lo que los demás le dijeron acerca del cartel la sacó de la ignorancia. Fue la primera vez que escuchó hablar de los desaparecidos, de la tortura. En su casa de City Bell no se hablaba de esos temas, que también callaban la radio, los diarios y la tele.

Laura es Laura Lago: actriz, artista plástica y coordinadora de los talleres de arte de la Casa de Pre Alta del Hospital Alejandro Korn. Contó su historia en el marco del VI Congreso Arte y Salud Mental, organizado por las Madres de Plaza de Mayo, nada menos, en noviembre 2007; al presentar su trabajo “No faltar a la verdad. El dispositivo es uno”.

23 de marzo de 2008

Choripán

Cacho trabaja todo el día. Cuando no es el electricista de Esur, se gana un mango como metre general para alguna confitería platense; ahora está en La Imperial, pero laburó con todo el mundo: "hice fiestas por mi cuenta, anduve por todos lados. En servicio de mozo, lo nombran a Riquelme y me conocen hasta los perros", asegura. Desde que comenzó a funcionar el Estadio Ciudad de La Plata, además, puso un puesto de choripán en su casa, detrás de la reja, y se ganó un lugar entre los choripaneros. Cacho Riquelme nació en Concordia, Entre Ríos, aunque dejó su casa materna a los 14 años para alistarse en la Marina. Recorrió el mundo y aprendió el oficio de electricista a bordo de los buques de la Armada. El oficio de mozo fue un hobby que aprendió en las cantinas de La Boca, donde se presentaba para ganar una extra. Se casó con una chica de Ensenada con la que tuvo seis hijos y hace 32 años se mudó a la casa en la que vive ahora, en 25 entre 527 y 528.
"Cuando nosotros llegamos era todo campo, vinimos con mi señora y mis hijos y acá nos quedamos", contó Cacho a Diagonales. Frente a su casa se erigía el Centro Provincial de Educación Física, que en 2003 se transformó en el Estadio Ciudad de La Plata, aunque los conflictos propios del fútbol platense y la primera negativa de Estudiantes y Gimnasia a jugar en ese campo, hicieron que el lugar fuera inaugurado con algunos eventos artísticos, que atraían a una multitud que permanecía desatendida.
"Se me ocurrió poner el boliche cuando vino La Renga; los pibes pedían agua, gaseosas, un sánguche. Lo que fuera… Cuando empezaron los partidos nosotros empezamos con los choripanes", dice.
"De las familias de (la avenida) 25 que ahora venden choripanes -agrega-, nosotros fuimos los primeros. Incluso, el de al lado de casa armó un puesto para vender patis; duró tres partidos porque yo ya tenía toda la clientela. Después estaban los puestos de 32 y los de 525, pero esos son todos Papupas".
Pese al terreno crítico sobre el que pisó, Cacho no tuvo nunca ningún problema con sus colegas. "Nunca me molestó nadie. Algunas veces se para un cocacolero delante de mi casa y está todo bien. Por mí que vendan, porque cuando hay partidos, hay para todos… tengo buena onda con todo el mundo, me vienen a pedir agua caliente los que hacen panchos y les doy… Hasta con la policía tengo onda. Si te digo que un policía me mangueó, es mentira".
Cacho asegura que sus chorizos son los mejores: "Son del frigorífico Los Pelados. Son buenísimos. Además, a mi no me sobra nunca nada. Prefiero vender 50 choripanes menos y que no me quede nada, así siempre tengo mercadería fresca".
Al choripanero le gusta el fútbol. Jugó en su Concordia natal y en la escuela de suboficiales de la Marina, donde ingresó en 1959. Y, además, se confiesa hincha de uno de los dos principales clubes de la ciudad. "Me gusta ver fútbol, pero siempre quiero que gane el que mejor juega. Soy simpatizante de Estudiantes, pero cuando juega Gimnasia quiero que gane, porque es de La Plata".

Jueves Santo

Inés cargó el lavarropa el martes por la noche y se despertó ayer con un tilde en la lista de cosas que hay que hacer antes de salir de viaje. El reloj no tuvo que sonar antes para ganarle minutos al día. "Nada que ver. Puse la ropa a lavar para hacer todo más tranquilo a la mañana", describió la profe de inglés, que tiene 30 años, está separada y viaja hoy rumbo Pinamar junto a una amiga y sus dos hijos.
Como Inés, miles de platenses que tienen la posibilidad aprovechan el feriado del fin de semana santo y parten con diferentes destinos con la idea de desenchufarse con unos días de minivacaciones.
Mónica Puig es coordinadora de turismo del Automóvil Club Argentino y trabajó todos estos días en la recepción de consultas sobre las diferentes plazas para el fin de semana: "mucha gente va a ir a Tandil, que es un destino muy especial por el Vía Crucis", describió a Diagonales, aunque aclaró que también estarán colmados los hoteles de la entidad en otras ciudades cercanas, como Villa Gesell, o el Delta del Tigre, donde las cabañas ya estaban reservadas con mucha anticipación.
Mientras que en las oficinas del primer piso atendían ayer a los socios que buscaban información de último momento sobre el estado de las rutas -por piquetes o estado del tiempo-, en la planta baja los automovilistas hacían fila para cargar nafta. "está así desde las 7 de la mañana y va a seguir igual hasta las 10 de la noche", advirtió uno de los playeros.
Además de cargar nafta, los automovilistas hicieron revisar sus vehículos, por lo que la semana fue también movida en los talleres mecánicos de la ciudad. Claudio De Blasi, del taller mecánico de 18 y 510, en Gonnet, lo confirmó: "el trabajo se incrementó por dos factores, el tema de las inundaciones y la Semana Santa. Mucha gente vino a hacer el mantenimiento del auto para poder viajar un poco más tranquilos, más seguros".
No fue el caso de Inés, que manejará un auto 0 kilómetro que le fue entregado ayer a la tarde, aunque ella tuvo que apurar los trámites del seguro para poder salir a la ruta. "Se me dio justo, de casualidad, pero aprovecho el viaje a Pinamar para asentar el auto", contó, feliz de la vida, aunque corriendo para terminar con los papeles y cumplir con una reunión de padres en el jardín de su hija, que tiene 5 años.
Quienes no tienen la suerte de la profesora de inglés de estrenar auto anduvieron por los talleres para controlar y verificar el estado de los frenos, las luces, los amortiguadores, la batería y el sistema eléctrico. Comprobar que no existan pérdidas en los circuitos de refrigeración y dirección hidráulica, y revisar los niveles de fluidos (aceite, lavaparabrisas y líquido de frenos). Y el estado de los neumáticos.
Con tantas ocupaciones en el día, los que pudieron abandonaron sus ocupaciones un poco antes. Y entre ellos, se destacaron los empleados públicos: "estuvo muy tranquilo, porque la gente de acá se tomó un día más", describió Ricardo, que trabaja en un café de 12 y 54 y no necesita más palabras para indicar que el "acá" son las Torres I y II y la Municipalidad de La Plata.
Rubén, de Costa Azul, confirmó la merma en el trabajo, aunque en el caso del café de 48 entre 7 y 8 la mañana fue "bastante normal", mientras la merma "se notó más a la tarde" y a la noche.
Inés preparó los bolsos con lo mínimo, cargó un par de tuppers con comida y algún juego para que su nena y los dos chicos de su amiga estén entretenidos durante el viaje a Pinamar. Para ella, lo último en la lista de cosas para hacer antes de salir de viaje es limpiar su casa, porque le gusta que esté ordenada cuando regresa. "Así ya disfruto desde la noche antes de salir", confesó.
Hoy, sacará su auto nuevo y enfilará hacia la ruta 11, para evitar los piquetes anunciados en la ruta 2. "No me preocupa el viaje, lo disfruto. Está bueno aprovechar unos días de descanso, tengo la posibilidad. No es tan costoso para mí gracias al departamento de mi familia. Tengo acceso a eso y me lo tomo así, tranquilo. Me gusta salir, corta un poco con todo", aseguró.

18 de marzo de 2008

Intertextos

Tapa.-
Por la infidelidad de su esposa, Crespo zafó de la perpetua: 22 años

Página 24.-
Culpable: Crespo la mató, pero pagará menos por la infidelidad de su mujer (Por Martín Soler)

Contratapa, con citas e intertextos.-
Si el amor no pudiera mentirse
Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida en un diario de La Plata, en la época de los juicios orales y públicos, hacia dos mil ocho. Lo cierto es que alguien la oyó de alguien, en el decurso de una larga tarde perdida, entre mate y mate, y la repitió a Martín Soler, por quien la supe. Dentro de algunos años, alguien la repetirá en Gonnet, donde aconteció, aunque a mí me pareció posible buscar un final distinto, menos triste, un final posible si primara la cordura y la valentía en este mundo, si el amor no pudiera mentirse.
Analía no ha muerto. No son ciertos los golpes ni es cierto que su cuerpo indefenso haya sido ahogado en la pileta de lona del patio de la casa de calle 24 entre 493 y 495 ninguna tarde de marzo 5 de dos mil cinco. No se escucha el silencio en el aletear de los grillos ni se ve la noche en las luces encendidas de la calle, Analía no ha muerto. Leonardo admitió que su matrimonio es imposible y le pidió el divorcio. Analía pudo encontrarse con sus amantes, perderse en sus brazos, aturdirse con sus besos y vivir libre de las mentiras a las que se sometía.
Leonardo y Analía se casaron en el ´92 y tuvieron dos hijos. Juan Ignacio y Malena. Y si algún párrafo de esta nota fuera cierto, si aquella tarde desgraciada de dos mil cinco fuera sólo un mal sueño, los chicos podrían haber crecido visitando a su papá los fines de semana en un departamento alquilado en el centro de La Plata y vivir con su mamá en la casa de Gonnet. O al revés.
Tal vez el teléfono haya sonado con el ringtone particular con el que llegaban los mensajes de Javier. "Vení el sábado a la tarde que mi marido no está", respondió ella, con destino equivocado, al celular de Leonardo. Y aunque supiera de Javier, el policía, o de Jorge, el compañero de trabajo en la AFJP, Leonardo sintió que ya no podría hacerse el distraído, soportar la insolencia y vivir como si nada pasara, obsesionado por un amor que no le correspondía, enloquecido por una mujer que le importaba más allá del deseo y la posesión.
Tal vez el amor de Leonardo, posesivo, pudiera parecerse al amor de los hermanos Nilsen, del cuento “La intrusa”, de Jorge Luis Borges, publicado en el setenta. Aquél en el que Cristian y Eduardo comparten a la Juliana Burgos, la paisana de tez morena y de ojos rasgados, que sonreía apenas la miraban y que mataron por celos.
Tal vez el amor de Analía pudiera parecerse al amor de Paula, la mujer infiel que accedió a ser entrevistada por Isabel Allende en el sesenta y siete. La que le contó que "era infiel porque disponía de tiempo libre después de almorzar, porque el sexo era bueno para el ánimo, la salud y la propia estima, y porque los hombres no estaban tan mal, después de todo"… porque "no estaba enamorada" y "no sufría ninguna culpa".
"Puede suceder durante los veranos, cuando la familia se separa. Ella parte hacia la playa y el esposo se convierte en el famoso soltero de verano. De él se espera que tendrá alguna aventura y diversiones. De ella se espera que cuide a los niños, se asolee, se aburra un poco y juegue canasta. Pero, durante los días de relativa libertad, de sentirse más joven, más desnuda, tostada, de sentir que aún la miran en la playa a pesar de sus 35 años, tiene la oportunidad de conocer a otros hombres, muchas veces menores que ella, y de sentirse halagada. Es el primer paso a la infidelidad", escribió Allende.
Leonardo y Analía prefirieron aparentar, pero bueno hubiera sido que comprendieran que ninguno le pertenecía al otro. Y que no podrían crear un espacio de trascendencia, un "nosotros", sin esclavos ni conquistadores. Bueno hubiera sido que se aceptaran adultos y se hubieran separado.

16 de marzo de 2008

Mi viaje en taxi

No había hecho ni 30 metros en el taxi que el chofer hizo una maniobra ilícita. Ilegal y peligrosa, según reconoció.

- Eso no se puede hacer… le disparé.
- …
- Bah! Se puede pero no se debe… insistí.
- …
- Se supone que no se puede doblar a la izquierda en el cruce de la avenida, remarqué.
Advertí entonces que la falta de iluminación en la avenida 32, entre 12 y 13, por donde transitábamos, me impedía ver la cara del conductor del auto. Moría de la curiosidad ante el descarado silencio, pero se ve que el hombre tramaba una respuesta.
“No sólo no se debe doblar ahí –reconoció al fin-, sino que es muy peligroso, porque cortaron las plantas de la avenida 13 y no se puede ver bien si viene un auto de frente. Es casi imposible”, me aclaró, aunque no sólo acabara de hacerlo, sino que me llevaba como pasajero.
Pensé que lo suyo era el colmo de la caradurés y volví a arremeter: “Ah, el tema viene de fuerte autocrítica”. El, me ignoró. En cambio, aseguró que la Ciudad está sumergida en un caos y que cada quien hace lo que quiere, lo que le parece o lo que le conviene.
Ricardo, que así se llama el chofer, me dijo que no sólo está loco el tránsito, sino que “todo está loco”, por lo que se propuso realizar una serie de campañas arriba del taxi. “Son campañas destinadas a los platenses porque estoy en La Plata, pero podrían ser para todo el país”, aclaró.
Antes de dar un sermón sobre los vecinos de la ciudad, me señaló en el auto la estampita de una Virgen, la Santa Maravilla de Jesús, una carmelita descalza con padre diplomático.
“La estampita tiene una oración. ‘Lo que Dios quiera… como Dios quiera… cuando Dios quiera…’, pero los platenses cambiamos a Dios por nosotros. ‘Lo que yo quiera… como yo quiera… cuando yo quiera’”, explicó.
Ricardo no se refiere sólo al tránsito, sino a todos los aspectos de la vida, por lo que sus campañas van un poco más allá de las calles de la ciudad: “Quisiera que la gente haga una lectura de la bandera de Brasil porque tiene solamente tres palabritas, pero en una frase que nos harían muy bien. ¿Sabés que dice la bandera de Brasil? Dice ‘Orden y Progreso’”, explicó.
En la conversación, aquel orden y progreso pasó de la responsabilidad individual a la colectiva. Se inició en una mala maniobra de tránsito y terminó en una decisión presidencial… porque “bueno sería que el Poder Ejecutivo gobierne con las leyes que aprueba el Congreso y no con decretos”.
- ¿Te gustaría salir en el diario?, le pregunté.
- Si. No hay problema… tengo mucho para aportar, respondió.
- Bueno, por lo pronto me interesaría contar este viaje, le dije.
- Claro, claro… pero además, estoy haciendo una campaña para cambiar la letra del himno, advirtió.
- Será en otro viaje, me despedí.

15 de marzo de 2008

Silvina y Pato, los “de los derechos humanos”


Foto: Eva Cabrera
-¿Alguien los ayuda?, preguntó Diagonales.
-Nadie -dijo un pibe.
-Los de los derechos humanos
-aclaró otro.
-Silvina y Pato, de los derechos humanos. Nadie más.
-Silvina dijo que nos iba a traer zapatillas. Mirá: yo ando con unas alpargatas todas rotas.

Silvina y Pato florecen en boca de los chicos que pasan el día y la noche en plaza San Martín. Ellos son “los de los derechos humanos” mencionados en la breve conversación que Diagonales mantuvo con el grupo de chicos que quiere una foto. Y posa con la bolsita de poxi en la boca. Y exige ser mirado.
Silvina y Pato trabajan para la Dirección de Niñez y Adolescencia comunal y son el nexo entre el Estado y los chicos en situación de calle. Antes trabajaron en los barrios y ahora lo hacen en las plazas.
"Hablamos sobre sus familias y sus necesidades. Si es lo mejor, tratamos de que vuelvan a sus casas y de que se escolaricen. Que refuercen el vínculo familiar y que conozcan sus derechos", cuenta la pareja, en un breve alto de su trabajo en plaza San Martín.
Se conocieron cuando tenían 15 años y ahora tienen 34. Ella se casó, tuvo dos hijas y luego se separó. Él tuvo un hijo con una chica que apenas conocía y renunció a una vida nueva que buscaba en Bariloche, para volver a vivir en La Plata y ser el padre que su hijo necesitaba.
Silvina y Pato se reencontraron en 2003, después de muchos años sin verse. Fue un flechazo. Y una noche Pato se quedó a dormir en lo de Silvina. Y la noche se hizo larga. Y es aún esa noche todas las noches, estas noches.
Mientras ella avanzaba en sus estudios de magisterio, para ser maestra jardinera, para tener un jardín de infantes o una casa para niños; en 2004 él empezó a trabajar en el viejo Consejo del Menor y la Familia, en temas de adicciones y desnutrición.
La política fue cambiando el nombre de aquel departamento comunal que hoy se llama Dirección de Niñez y Adolescencia y en el que Silvina comenzó a trabajar en 2005.
Él trabajó los barrios La Unión, la Bajada, el Mercadito y en Ringuelet. Ella en Altos de San Lorenzo. Y ahora trabajan juntos en la plaza, donde pasan el día. "Nosotros tratamos de que los chicos y sus familias tomen contacto con las asistentes sociales, abogados o psicólogos, según el caso", contaron.
Aunque recién comenzaron a trabajar en la calle en febrero, la pareja tiene una relación de extrema confianza con los chicos. "Tratamos de darles respuestas a sus problemas. Y nos propusimos no prometerles algo que después no podamos cumplir", aclararon.
Silvina y Pato trabajan en los 92 legajos que ya tiene la municipalidad con chicos en situación de calle. Cada uno de ellos es especial, único, diferente.
Ayer, por ejemplo, apareció un nuevo caso. "A éste no lo conozco", dijo Silvina. "Y no…”, le dijeron los chicos. “No lo conocés porque no viene todos los días. Viene de Magdalena", le dijeron. "¿Y se viene en micro?", preguntó ella. Le dijeron que si: "le afana plata al viejo y se viene a pasar el día acá. Con nosotros".
El chico se sentó con sus amigos, en la plaza, dispuesto a pasar el día.

Recuadros:
Jhonatan
Tiene 18 años y dice que le gustaría hacer el Servicio Militar Voluntario, para salir de la calle
ChuckyLa mamá de Chucky fue ayer visitar a su hijo a Plaza San Martín. Él no quería levantarse. Siguió tirado sobre un cartón bajo una palmera, hasta que Pato le pidió: "Dale, ponete las pilas". Y Chucky se levantó y fue a sentarse al lado de su mamá, a jugar con su hermanita. La nena lo había mirado escondida detrás de una planta, sin acercarse. Pero cuando él se sentó más cerca, ella le habló al oído. Le dijo algo, en secreto, privado.

14 de marzo de 2008

Talleres: los chicos aprenden a jugar en Plaza San Martín

Superturbo tiene los pies de cuerito de cocina; sus piernas son dos clavos; su torso, un corcho de vino y su cabeza, un recorte de goma Eva. El personaje es el héroe del cortometraje “En busca del Dragón”, una realización de Axel, un nene de 13 años que trabajó en un taller de creación de juguetes en Villa Elvira y que logró filmar un corto de 7 minutos con su historia. La versión DVD fue vista ayer a la mañana por unos 12 chicos en situación de calle que se despatarraron en un improvisado living instalado al lado de la Glorieta de Plaza San Martín. Ellos son los nuevos alumnos del taller.
En la plaza San Martín, los coordinadores de la dirección de Niñez y Adolescencia de la Comuna extendieron un pedazo de alfombra sobre el que los chicos comenzaron a ver qué es lo que se pretende de ellos en el taller de creación de juguetes. Y pasaron unas horas sin aspirar poxi.
“Les mostramos los trabajos de otros chicos para que vean cuál es el objetivo del taller, porque no sólo construyen un juguete, sino que construyen una historia”, explicó a Diagonales el tallerista Federico Garese.
Una vez que terminó la película de Axel, los chicos debatieron su contenido, como ejercicio para reconstruir la historia y comenzar a pensar la suya. Apenas unos minutos después, pusieron manos a la obra, seleccionaron los tacos de madera y comenzaron la construcción de su primer juguete.
En el caso del cortometraje del nene de Villa Elvira, además de Superturbo, su historia tiene otros personajes, como “El perro turbo”; y los malos “El dragón”, “Jack” y “El Rey de la Magia”.
Una vez que los chicos entienden de qué se trata el taller y avanzan en la creación de su juguete, empiezan a trabajar en su historia. “Los grabamos en un reporter y les hacemos escuchar lo que contaron, hasta que el guión toma forma y nos largamos a filmar”, describió Federico, que en el caso de las películas de Villa Elvira contó con la colaboración de Manuel Bruno.
Ayer, después del cine y los primeros martillazos en busca de su propio juguete, los chicos jugaron un partido de voley, guiados por el profe de educación física Osvaldo Fernández.
“Juegan con las reglas básicas, porque lo que intento es introducirlos en el mundo del deporte. Que puedan participar todos, no los mejores”, explicó el profe a Diagonales.
Puede que estos chicos, en particular, tengan dificultades para respetar las reglas, pero con tal de jugar no sólo las toleran, sino que también se las hacen respetar a los otros.

11 de marzo de 2008

Poxi



El poxi destruye a un centenar de chicos que vagan por las calles de la ciudad
Duermen en las plazas San Martín y Moreno, locales abandonados y edificios públicos

Relevados: La mayoría de los chicos proviene de Los Hornos, Altos de San Lorenzo, San Carlos, Ringuelet, Tolosa, Romero, Olmos, Villa Elvira y El Retiro. También hay de Berisso y Ensenada.
Datos: El Municipio hizo un relevamiento que comenzó la primera semana de febrero y continúa hasta la actualidad.
Censo: El 36% de los chicos relevados en las calles tiene entre 11y 14 años; el 24 % tiene entre 6 y 10 años; 22% mas de 18 años; el 11 entre 0 y 5 años y el 7% de 15 a 17 años.
Sexo: El 67% de los chicos en situación de calle son varones, mientras que el 33% son mujeres.
Prohibido: La ley 12.011 prohíbe la venta de pegamento a menores de 18 años y contempla severas multas.
¿Sin paco?: No habría paco en la región. Creen que se debe a que en la zona no hay cocinas que fabrique cocaína

Al menos 90 chicos viven hoy de la limosna o la “gamuza” en las calles de la ciudad; abandonados o fugados de hogares imposibles. Duermen en un par de locales desocupados del centro, en alguna sede universitaria, en el Palacio Municipal o bajo árboles de Plaza San Martín o Plaza Moreno. Casi todos aspiran pegamento o nafta. Algunos consumen alcohol, marihuana o cocaína. Los proveedores son adultos, en la mayoría de los casos, abusadores.
El hospital de Niños de La Plata atiende unas diez o doce consultas diarias por drogas. Por ahí pasaron casos de chicos de 11 años que aspiraban sustancias volátiles. “En general, los chicos que están en la calle consumen pegamento y otras drogas, alcohol y lo que tienen a su alcance, lo que les convidan los adultos, que en muchos casos utilizan las drogas para abusar sexualmente de ellos”, describió Silvia Maggi, médica toxicóloga de la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia con funciones en el hospital.
Con la droga “los chicos buscan alterar la conciencia y olvidar lo que les aflige como el hambre o la soledad. Saben que eso les calma todo lo que nosotros no le damos. Lo que los adultos le debemos”, afirmó la médica a Diagonales.
Luego de advertir que el pegamento se aspira de latas o bolsas, Maggi aseguró que “el testimonio de los chicos es muy valioso”.

Limosnero. "Vengo al centro a pedir monedas para comprar un sanguche y una gaseosa", contó uno de los chicos a Diagonales. Tiene 13 años y vive en Melchor Romero, en una casa de madera con piso de cemento, con su mamá y un hermano. Camina la calle con otros cinco chicos que duermen en un local de 47 y diagonal 74, cerrado y en ruinas.
- ¿Alguien los ayuda?
- Nadie.
- Los de los Derechos Humanos.
- Silvina y Pato, de los Derechos Humanos. Nadie más.
- Silvina dijo que nos iba a traer zapatillas. Mirá: yo ando con unas alpargatas todas rotas.
- Y andamos re sucios.
- Deberían tener un lugar dónde bañarse y dormir...
- Un comedor para los chicos de la calle. Un comedor donde nos podamos bañar.
- ¿No tenés una moneda?
- Sólo 25 centavos.
- ¡Está bien! ¡Danos esa!
- ¿No prefieren unos sánguches?
- ¡Siiiii! ¡Y una Coca!
Apenas la bolsa con los sánguches cayó en sus manos, los chicos corrieron hacia la esquina y desaparecieron. Parecían felices y tal vez lo estuvieran, pero ya saben que la felicidad es efímera, como los sánguches.

Alarma. "Esto está creciendo a pasos agigantados. Y no sólo hay varones en la calle. También hay mujeres. He atendido chicos que tomaban de las botellas que sacan los bares del centro. Desayunaban con eso. Había una nena que desayunaba con Tía María porque en su casa había tomado café con leche y le resultaba parecido", contó Maggi.
La Municipalidad de La Plata ya relevó a 90 chicos que pasan por la misma situación que aquella nena, aunque creen que podrían ser 180. La Dirección de Niñez y Adolescencia comunal, organiza actividades en la calle. La onda es buena y los chicos creen que los coordinadores municipales son “los de los Derechos Humanos".
El coordinador Marcelo Iafolla contó que "cuando estos chicos están en la plaza armando juguetes o jugando, que por la edad es lo que tendrían que hacer, la gente los ve de otra manera. Y se da cuenta de que son preciosos".
Fuera del ámbito estatal, la única organización social que trabaja con los chicos que viven en las calles platenses es el Movimiento Octubres. "Los pibes que tuvieron conexión con nosotros eran más de 90. Ahora los tenemos un poco perdidos porque nuestro nexo está preso; pero sabemos que son casi 100 porque nos pidieron pan dulce y turrones para pasar Navidad en Plaza Moreno", contó Silvina Kociancich, militante del movimiento.
Como el Estado, Octubres trabaja en las plazas con actividades artísticas y culturales que son asistenciales, pero también preventivas.
José Gallo, referente regional de la organización, admitió que no tienen las armas para "dar las respuestas instantáneas". Pero igual es optimista: "como dicen los Pumas, podemos ir partido a partido, poniéndonos pequeños objetivos, hacer campañas con metas chicas".
Nadie lo quiere admitir públicamente, pero los chicos están organizados en grupos para defenderse, pero también para montar algún apriete que les permita hacerse de dinero para comer y drogarse.
Para Maggi, la situación generada por el consumo de droga en niños y adolescentes merece una "puesta a punto multisectorial, que contemple la participación de varios organismos del Estado". El riesgo, advirtió, es alto. Altísimo: "una juventud desaparecida como si hubiera habido una guerra". Otra vez.

El blanco del pegamento
El poxi puede generar una sensación de euforia al inhalarlo, pero los chicos terminan con un deterioro intelectual tan importante que no podrían ir a la escuela aunque quisieran.
Además de las vías respiratorias, la vía aérea superior, pulmonar, el pegamento ataca al sistema nervioso central, sobre todo del área pre frontal, lo que lleva a un deterioro intelectual y del motor sensorial muy importante. En algunos casos, los chicos no recuerdan ni cómo se escribe su nombre.
A los pibes en situación de calle no sólo los destruyen las drogas, también la mala nutrición y las enfermedades infecciosas por la actividad sexual a la que son sometidos, tal lo explicó la doctora Maggi.

En Números
Según la Subsecretaría de Atención a las Adicciones bonaerense, los Centros de Atención a las Adicciones (CPA), de la región -que incluye a Presidente Perón, Berisso y Ensenada, entre otros distritos-, apenas atendieron en dos años a once pacientes que aspiraban sustancias volátiles: el 0,9 % de los pacientes en tratamiento mencionó a los inhalantes como la sustancia de inicio.

Yo consumo
El análisis de
Pablo Orbaiceta (Colaborador de la obra del padre Carlos Cajade)
El primer paso que tenemos que dar es que el pibe encuentre un ámbito donde pueda plantear su problema de adicción, donde no se lo castigue por eso, si no establecer desde qué lugar lo podemos ayudar, dándole un entorno y herramientas que lo favorezcan en su recuperación, que no sólo es su adicción en sí.
En nuestro caso, tratamos con chicos que provienen de historias muy duras socialmente, donde el entorno familiar, si es que lo tienen, está deteriorado por la falta de trabajo y de proyectos para una mejor calidad de vida, para ellos y sus hijos.
Hoy la realidad, en la mayoría de los casos, es que los pibes tienen que sostener económicamente a sus padres, sus hermanos presos o a los hijos de éstos; esta situación ha cambiado las reglas de juego y no logran salir de ese lugar para poder tener aspiraciones propias de progreso individual.
Esta problemática no les permite plasmar ningún sueño. Se ven estancados de por vida en un lugar injusto donde la salida se les hace difícil.
Poder darles herramientas para su desarrollo, apoyándolos, les hace ver en concreto un camino con educación, trabajo y justicia, que, si deciden tomarlo, les permite modificar lo que pareciera impuesto por un sistema perverso que los deja sin sueños y esperanzas de vivir dignamente.

Lo que sobra es cobardía
Opinión
Miguel Graziano (Periodista)
Cuando preparaba esta nota leí algunos testimonios que me impactaron. Entre ellos el de un chico que había consumido. Contaba que podía comprar el pegamento en cualquier ferretería o en algún kiosco.
El pibe decía: “se hacen los buenos pero te venden para que te mueras, para que te mates”. Y sobre los que le vendían pastillas en su barrio, una villa, claro, decía que “son aquellos que no tienen huevos para salir a robar ni para ir a trabajar”.
Tiene razón, lo que sobra es cobardía.

8 de marzo de 2008

De la villa al Plan Federal

Vivían en precarias y diminutas casas de material, en el mejor de los casos, o en las más comunes y más precarias casillas de chapa y madera. Chupaban frío todos los inviernos y se cocinaban de calor en verano. Sus barrios eran laberínticos, cerrados, con calles y veredas de barro, que generaban miedo a los de afuera. Y a los de adentro.
“Yo crié a mi hijo mayor encerrado en mi casa”, cuenta Yané a Diagonales, apuntando a la vereda, donde muchos chicos y chicas de menos de 10 años juegan con mangueras, como en carnaval. En esta parte del barrio las calles están limpias, tanto como en cualquier otro barrio de la ciudad, porque la mayoría de los cartoneros que vivían en la villa se adjudicaron las casas de la primera etapa del Plan Federal de Viviendas, del otro lado de la calle 527, divididas por las vías del tren.
El barrio que antes era pura miseria y ahora se levanta orgulloso está revolucionado este miércoles 27 de febrero. La Policía irrumpió en sus calles y en algunas de sus casas a las 4 de la mañana y hay muchos vecinos mal dormidos. Además, el referente más importante del barrio está demorado en los Tribunales Penales de La Plata.
“Hubo un problemita”, dice Miguel: Cristian Camilieri, alias “El volador”, ex referente de la barra brava de Gimnasia, fue sorprendido mientras dormía junto a su mujer y sus dos hijos y está declarando ante el fiscal de turno.

Antes y después. Yané vive en una de las casas del Plan y vivió, antes, en la villa La bajada. Allí crió a su hijo mayor, que ahora tiene 8 años, y aquí cría a sus hijos menores, una nena de 4 años y un nene de un año y ocho meses; por lo que conoce las diferencias de vivir en uno y otro sitio, aunque los vecinos sean casi los mismos y sólo hayan cambiado las formas de sus casas.
En rigor, la densidad de población de la villa miseria era mucho mayor al actual barrio del Plan Federal, por lo que algunos de los vecinos de Yané terminaron del otro lado de las vías, beneficiados con las viviendas que se entregaron en la primera etapa.
“Antes había inseguridad, te robaban y tenía miedo de que le pudiera pasar algo al nene. Ahora todos los chicos juegan en la vereda y no hay problemas”, afirma Yané. “Ahora, esto es un barrio. Antes no podías entrar con el taxi; ahora nos integramos, porque nos dieron una ayuda para poder progresar”, agrega Arielo, su pareja.
Los dos comprenden que tener una casa propia les hubiera resultado imposible. “Mi mamá es Policía y aunque trabaje 16 horas por día no podría tener una casa como ésta”, describe Yané, sentada en un comedor que no derrocha nada y es más bien sencillo, austero, tiene piso de cemento alisado y el cielo raso es la loza de la planta alta, donde tienen las tres habitaciones, dos para los niños y una para ellos.
El nació en la Favela y ella en el barrio del Cementerio. Y no lo dudaron cuando hace cuatro años tuvieron la posibilidad de mudarse a la villa, a una casa de material que compraron por unos pocos pesos. Ahora, viven en una de las casas del Plan, aquellas que miran hacia la autopista La Plata - Buenos Aires. El trabaja de taxista y ella hace la leche en el muy tripero comedor del barrio, que organizó El Volador.
“Yo entiendo a la gente que se molesta porque nos regalaron la casa, pero de otra manera no hubiéramos llegado nunca a tener lo que tenemos. Tal vez se hubiera podido hacer algún plan para que paguemos por las viviendas o un censo para que le den la casa a quien trabaja, pero así lo hizo el gobierno, estamos agradecidos y tenemos que aprovecharlo”, admite Arielo.

Lógicos e ilógicos. Hace 17 años que Miguel vive en el barrio que antes fue villa miseria y ahora tiene casas de material y asfalto. “A nosotros nos cambió la vida, aunque no todo el mundo lo aprovechó de la misma manera”, afirma. Como Presidente de la Cooperativa del Barrio, tiene a su cargo a 16 vecinos que ayudan a tener el lugar limpio. “Hay que ver cómo trabajan las mujeres”, destaca.
“Nosotros tratamos de aprovechar la posibilidad que nos dieron con la construcción del barrio. Hicimos una cooperativa y mantenemos el lugar limpio, vamos a hacer una plaza en la zona que quedó sin construir, hasta el alambrado de la autopista”, cuenta Miguel, que espera la concreción de otros proyectos que considera fundamentales, como la salita de salud que pueda atender a las embarazadas y la urgente desratización de las zanjas, donde habitan miles las ratas de agua.
Miguel es de los que saben de la venta de grifería. Y puede dar testimonio de otras ofertas extravagantes: “pedían 10 pesos por un aparador. Ni siquiera tiene lógica. Muebles, cocinas, canillas, vendían todo”, advierte.
En las manzanas que van de 120 a 122 y de 527 a 528 los vecinos aseguran que están decididos a encarar la vida de otra manera. Se organizaron para hacer de su barrio un sitio digno, en el que los acuerdos sean moneda corriente: “Pusimos un tope de horario para escuchar música alta y todos lo respetan. Nuestro vecino vino el día del cumpleaños a pedir disculpas porque estaba escuchando música a todo volumen, aunque estaba de festejos”, cuentan Arielo y Yané, agradecidos.
Entre los acuerdos que hicieron los vecinos está el de cuidar entre todos a los chicos más chicos, sus hijos. Y vivir con un mínimo de respeto. La influencia de El Volador sobre la hinchada de Gimnasia, por ejemplo, hizo que el lugar fuera elegido como base para el traslado de hinchas. Sin embargo, como había algunos que se emborrachaban o hacían pis en cualquier lado, decidieron organizar el traslado en otra zona.
Y también está el tema de la droga. “Droga hay en todos lados, pero acá nadie se droga en la calle, como era en la villa. Los chicos no aprenden eso. Si alguien se droga lo hace en privado, escondido, en su casa”, aseguró Miguel, quien trabaja para en que los vecinos tomen conciencia del ejemplo que le dan a sus hijos.
“De este lado del plan quedamos los que queríamos progresar. Del otro lado fueron todos los que estaban apurados por tener la casa. Nosotros decidimos esperar y nos organizamos para vivir mejor. No digo que no tengamos nuestras cosas malas, pero acá puede entrar el sodero, el gasista, los remises, y no pasa nada”, describe Miguel.

Antecedentes. Los vecinos de La Bajada vivieron una experiencia que no contaba con antecedentes en Argentina. El Gobierno no les mandó una topadora. No derribó sus casas ni los quiso echar. En su misma manzana, o en la de al lado, les construyó una vivienda, un barrio, aunque claro, todavía viven con muchas necesidades.

Barra brava

Referente de la hinchada de Gimnasia, El Volador Cristian Camilieri estuvo acusado de un asesinato en una causa judicial, en la que terminó absuelto, y se lo señaló como uno de los barras que amenazaron a los jugadores de su propio equipo para que perdieran un partido con Boca. Cuentan que se peleó con los otros jefes por el destino que uno y otro le quería dar al dinero recaudado en el estacionamiento del Estadio: Torugo quería financiar campaña política; Volador el comedor infantil que fundó en el barrio del Plan Federal. La Policía lo detuvo el miércoles 27 de febrero, pero la Justicia ordenó su liberación pocas horas después:

- No tenía nada.
- Pero qué buscaban.
- Buscaban armas o droga.
- Y quién había hecho la denuncia.
- Se supone que fue un testigo encubierto. Dijo que yo vendía drogas y que acá había un arma.
- ¿Y había?- Encontraron una. Me la pusieron ellos. Capaz que me condena mi pasado. En algún momento fui referente de la hinchada, pero ahora nada que ver. Estoy condenado y no voy a la cancha. Media hora antes del partido yo me presento en la comisaría Sexta. Y así va a ser todo el campeonato. Tuve mis problemitas, no lo voy a negar, pero pagué ¡Ya está! ¿Hasta cuándo voy a pagar?…
- ¿Por qué cambiaste?
- Por mis hijos. Por mi mujer. Tengo dos hijos y otro en camino. El barrio cambió nuestras vidas. Yo nací y me crié en el barro, era muy difícil. Ahora tengo otra oportunidad.
- En el barrio dicen que quieren aprovechar lo que les dieron.
- Y sí. Agradecemos lo que nos dieron. Bueno, ¡vamos a cuidarlo!
- Cambiaste
- Claro. Es más, yo estuve preso y no tengo miedo de volver a estar preso. Tengo pena por mi familia, porque los dejaría solos…
- …
- Te van a decir que tengo una 4 x 4, pero yo me la compré trabajando. Preguntá acá en el barrio. Yo trabajé 10 años en una fábrica que cerró en la época de De la Rúa y cobré una indemnización. Y tenía un autito con el que trabajaba de remisero. Era el único que entraba y salía del barrio. Hasta tuve a otros choferes a cargo. Después vendí todo y me compré la camioneta… te van a decir “este es un delincuente, un barra brava”. No me van a creer, pero ahora estoy tratando de vivir una vida común y corriente.

El jueves 28 de febrero, un temporal hizo un desastre en toda la ciudad. Hubo muchas zonas inundadas, entre ellas el bajo al lado de la autopista.
Cuentan que El volador cortó el tránsito en la bajada de la autopista. Y que exigió a palos solidaridad a los automovilistas. Dos pesos para los inundados, dicen. No dicen diez… mi mil… ni todo lo que tengas... Dos pesos, dicen…
Y dicen que alguien que fue obligado a colaborar llamó a la Policía. Y que El Volador y los suyos fueron reprimidos a balazos y gases lacrimógenos. Hay versiones que dicen que se resistieron a tiros. Por suerte, no hay heridos.

4 de marzo de 2008

Cinco chicos en la calle buscando una mirada

Los chicos vieron en la cámara de fotos el objeto extraño que suele fascinarlos y cruzaron la calle con la idea de quedar inmortalizados en una imagen. "Pasame la bolsa", pidió uno al otro, apenas quedaron frente al fotógrafo de Diagonales, que esperaba en la puerta del diario, en diagonal 74 y 47, que un remis lo pasara a buscar para salir a una nota sobre el inicio de las clases en la ciudad, a tomar las fotos de los chicos que fueron al colegio.
Eran cinco los pibes que desde la vereda de Il Angelo advirtieron la presencia de Nicolás Acuña y comenzaron a gritarle para que les sacara una foto. Exigían cinco segundos de bola, que alguien los mire, no que los vea... que los mire.
Dos de los pibes se cruzaron para ver qué onda, a tantear el terreno. Y cuando vieron que Nicolás era inofensivo, que no les gritaba y que hasta podría sacarles a una foto, se dieron la vuelta y llamaron a los otros tres, que habían quedado en la vereda de enfrente.
"A estos pibes no ve nadie. Van por la calle aspirando poxi y no pasa nada", pensó Nicolás, cuando levantó la cámara en busca del cuadro para el retrato que los chicos querían.
Cuatro posaron aspirando pegamento. Y uno se dio la vuelta para ubicarse detrás de Nicolás, como para chequear que todo estuviera bien y de paso pispear si pasaba algún patrullero de la Policía 2, que andaba por ahí.
Para uno de los chicos estaba “todo piola”, pero otro parecía apenas poder contener un ataque de bronca, como si tuviera dentro un perro rabioso tratando de salir al ataque.
- ¿De dónde son?
- De la calle.
- Y dónde paran.
- En cualquier lado… en la plaza San Martín. No es para mandarnos la policía ¿no?
- No, claro que no.
- Si llamás a la policía venimos y rompemos todos los vidrios.
- No va a hacer falta.
- ¿No tenés una moneda? Tenemos hambre.
Uno se acercó para ver la foto en la cámara de Nicolás. Pasaba un patrullero, los chicos se asustaron y se fueron.

Arbolitos, médicos de una enfermedad argentina: la fiebre verde

“Cambio, cambio, cambio, cambio… ¿Dólares? ¿Euros?... cambio, cambio...”. El que habla es un tipo que parece no dedicarse a ninguna empresa en particular. No está de traje, sino más bien en pura informalidad. Un jean, una camisa y zapatillas. Se distingue, eso sí, por su incansable oferta para cambiar dinero de diferentes orígenes, la compra venta dólares o euros que acumula en un enorme fajo que tiene en la mano, mientras que en la otra ostenta una calculadora con la que parece encandilar a transeúntes y automovilistas, como si fuera un espejito. Hay otro al lado que hace lo mismo. Y otro un poco más allá. Hay, en total, siete u ocho tipos apostados sobre la vereda que hacen lo mismo: “compro, compro, compro… vendo, vendo… compro… Dólares, Euros”.

Apostados a lo largo de la avenida 7, entre 46 y 47, estos hombres que ocupan un espacio de la vereda, pegados al cordón, se ganaron el mote de “arbolitos”, porque están plantados, precisamente, en el lugar que debería ocupar un árbol.
Llamen al doctor. Los arbolitos nacieron con la fiebre verde que de tanto en tanto se apodera de los argentinos. Hicieron furor durante la década `80, con la hiperinflación alfonsinista. Reaparecieron en el 2001, con la crisis y el corralito financiero paridos por Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo. Sobreviven.
La fiebre verde argentina se distingue en los centenares de personas que pasan la noche frente a alguna sede de la banca oficial para comprar dólares, los vecinos que viajan desde el interior a la capital en busca de una divisa a un menor precio. O los casos de los que se arrodillan para pasar bajo la cortina metálica de la tradicional casa Piano, en Buenos Aires, antes de que cierre sus puertas y deje de operar. Los arbolitos surgen en esas épocas y se diferencian de sus competidores porque ahí estarán, una considerable cantidad de horas, a la intemperie, con un fajo de billetes dispuestos al cambio, aunque un poco más caro.
Una de las particularidades de los arbolitos platenses es que ocupan apenas una cuadra del micro centro, frente al Banco de la Provincia de Buenos Aires, en la vereda de la Casa de Cambio Avenida, propiedad del ex presidente de Estudiantes de La Plata, Daniel De la Fuente.
Ubicación. “Venimos acá porque esta es la vereda de la Casa de Cambio”, reconoció uno de ellos a Diagonales. “La mejor hora de los arbolitos es cuándo baja la pizarra de Avenida. Entonces pueden vender con una mejor diferencia a su favor”, describió Fernando, nombre ficticio con el que se identifica el dueño de una casa de cambio clandestina, ubicada una galería del centro de la ciudad, a pocos metros de los arbolitos.
Aunque están prácticamente todo el día, el fuerte de los arbolitos parece comenzar con el horario de cierre de la casa de cambio. Al menos es lo que aseguró Fernando, que explicó cuáles son las diferencias con su negocio: “ellos trabajan mucho con los que vienen en auto por la avenida 7 y no tienen tiempo para buscar un estacionamiento, o no quieren caminar hasta Avenida, que es la casa más tradicional de la ciudad. Nosotros, en cambio, ya tenemos una clientela que nos tiene confianza y siempre prefiere venir hasta acá”.
¿Los arbolitos son agentes de algún capitalista o emprendedores? Ninguno quiere decir si trabaja para alguien o es independiente. Pero a la hora de explicar cómo ganan su dinero, los agente de cambio aseguran que la ganancia está en la diferencia entre lo que pagan el billete y el precio al que lo venden, que puede ser de hasta 4 ó 5 centavos.
Transacciones. “Nosotros no podemos especular”, advirtió un arbolito, que se animó a hablar en privado con la condición de que no aparezca su nombre. Según parece, tampoco es que necesiten especular: “lo más extraño ocurre cuando el dólar sube. A la gente le agarra la necesidad de comprar. En lugar de vender, vienen a comprar dólares, porque temen que el peso se devalúe más. Además, cuando sube, el que tiene dólares guardados no sale a venderlos. Los guarda pensando que va a seguir subiendo. Después cuando baja se quieren matar”, agregó.
Fernando, que abrió su local con un socio en 2002, luego de vender su parte de un restaurante, aseguró que su ganancia está en el volumen que maneja diariamente. “Ganamos con la diferencia que hacemos entre lo que pagamos y lo que vendemos, hay veces que ganamos 4 centavos por dólar, otras 3, algunas 1 y otras nada. Porque lo que no podemos dejar de hacer es la transacción. Lo que más nos conviene es mantener una paridad entre lo que compramos y lo que vendemos”.

CUADRO:
Las 13 detenciones

El 12 de abril de 2002 la policía realizó un operativo para detener a los “arbolitos”. La jornada terminó con 13 sospechosos tras las rejas, sorprendidos todos en la cuadra de 7 entre 46 y 47. Tenían en su poder 18.000 pesos, entre moneda nacional, dólares y Patacones. El fiscal Marcelo Romero los había denunciado por “violación al régimen penal cambiario”.

3 de marzo de 2008

Diagonales...



Salió Diagonales...
"40 periodistas platenses vamos a contarte mejor la realidad".

"Llegó el diario
que no confunde
el dinero
con La Plata".

y...
"Llegó el diario
que no confunde
información de tapa
con información
que se tapa".

y...
"Llegó el diario
que no confunde
el papel de un diario
con papel de diario".

y...
"Llegó el diario
que no confunde
información de interés
con los intereses
de la información".