"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

15 de marzo de 2008

Silvina y Pato, los “de los derechos humanos”


Foto: Eva Cabrera
-¿Alguien los ayuda?, preguntó Diagonales.
-Nadie -dijo un pibe.
-Los de los derechos humanos
-aclaró otro.
-Silvina y Pato, de los derechos humanos. Nadie más.
-Silvina dijo que nos iba a traer zapatillas. Mirá: yo ando con unas alpargatas todas rotas.

Silvina y Pato florecen en boca de los chicos que pasan el día y la noche en plaza San Martín. Ellos son “los de los derechos humanos” mencionados en la breve conversación que Diagonales mantuvo con el grupo de chicos que quiere una foto. Y posa con la bolsita de poxi en la boca. Y exige ser mirado.
Silvina y Pato trabajan para la Dirección de Niñez y Adolescencia comunal y son el nexo entre el Estado y los chicos en situación de calle. Antes trabajaron en los barrios y ahora lo hacen en las plazas.
"Hablamos sobre sus familias y sus necesidades. Si es lo mejor, tratamos de que vuelvan a sus casas y de que se escolaricen. Que refuercen el vínculo familiar y que conozcan sus derechos", cuenta la pareja, en un breve alto de su trabajo en plaza San Martín.
Se conocieron cuando tenían 15 años y ahora tienen 34. Ella se casó, tuvo dos hijas y luego se separó. Él tuvo un hijo con una chica que apenas conocía y renunció a una vida nueva que buscaba en Bariloche, para volver a vivir en La Plata y ser el padre que su hijo necesitaba.
Silvina y Pato se reencontraron en 2003, después de muchos años sin verse. Fue un flechazo. Y una noche Pato se quedó a dormir en lo de Silvina. Y la noche se hizo larga. Y es aún esa noche todas las noches, estas noches.
Mientras ella avanzaba en sus estudios de magisterio, para ser maestra jardinera, para tener un jardín de infantes o una casa para niños; en 2004 él empezó a trabajar en el viejo Consejo del Menor y la Familia, en temas de adicciones y desnutrición.
La política fue cambiando el nombre de aquel departamento comunal que hoy se llama Dirección de Niñez y Adolescencia y en el que Silvina comenzó a trabajar en 2005.
Él trabajó los barrios La Unión, la Bajada, el Mercadito y en Ringuelet. Ella en Altos de San Lorenzo. Y ahora trabajan juntos en la plaza, donde pasan el día. "Nosotros tratamos de que los chicos y sus familias tomen contacto con las asistentes sociales, abogados o psicólogos, según el caso", contaron.
Aunque recién comenzaron a trabajar en la calle en febrero, la pareja tiene una relación de extrema confianza con los chicos. "Tratamos de darles respuestas a sus problemas. Y nos propusimos no prometerles algo que después no podamos cumplir", aclararon.
Silvina y Pato trabajan en los 92 legajos que ya tiene la municipalidad con chicos en situación de calle. Cada uno de ellos es especial, único, diferente.
Ayer, por ejemplo, apareció un nuevo caso. "A éste no lo conozco", dijo Silvina. "Y no…”, le dijeron los chicos. “No lo conocés porque no viene todos los días. Viene de Magdalena", le dijeron. "¿Y se viene en micro?", preguntó ella. Le dijeron que si: "le afana plata al viejo y se viene a pasar el día acá. Con nosotros".
El chico se sentó con sus amigos, en la plaza, dispuesto a pasar el día.

Recuadros:
Jhonatan
Tiene 18 años y dice que le gustaría hacer el Servicio Militar Voluntario, para salir de la calle
ChuckyLa mamá de Chucky fue ayer visitar a su hijo a Plaza San Martín. Él no quería levantarse. Siguió tirado sobre un cartón bajo una palmera, hasta que Pato le pidió: "Dale, ponete las pilas". Y Chucky se levantó y fue a sentarse al lado de su mamá, a jugar con su hermanita. La nena lo había mirado escondida detrás de una planta, sin acercarse. Pero cuando él se sentó más cerca, ella le habló al oído. Le dijo algo, en secreto, privado.

No hay comentarios.: