"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

11 de marzo de 2008

Poxi



El poxi destruye a un centenar de chicos que vagan por las calles de la ciudad
Duermen en las plazas San Martín y Moreno, locales abandonados y edificios públicos

Relevados: La mayoría de los chicos proviene de Los Hornos, Altos de San Lorenzo, San Carlos, Ringuelet, Tolosa, Romero, Olmos, Villa Elvira y El Retiro. También hay de Berisso y Ensenada.
Datos: El Municipio hizo un relevamiento que comenzó la primera semana de febrero y continúa hasta la actualidad.
Censo: El 36% de los chicos relevados en las calles tiene entre 11y 14 años; el 24 % tiene entre 6 y 10 años; 22% mas de 18 años; el 11 entre 0 y 5 años y el 7% de 15 a 17 años.
Sexo: El 67% de los chicos en situación de calle son varones, mientras que el 33% son mujeres.
Prohibido: La ley 12.011 prohíbe la venta de pegamento a menores de 18 años y contempla severas multas.
¿Sin paco?: No habría paco en la región. Creen que se debe a que en la zona no hay cocinas que fabrique cocaína

Al menos 90 chicos viven hoy de la limosna o la “gamuza” en las calles de la ciudad; abandonados o fugados de hogares imposibles. Duermen en un par de locales desocupados del centro, en alguna sede universitaria, en el Palacio Municipal o bajo árboles de Plaza San Martín o Plaza Moreno. Casi todos aspiran pegamento o nafta. Algunos consumen alcohol, marihuana o cocaína. Los proveedores son adultos, en la mayoría de los casos, abusadores.
El hospital de Niños de La Plata atiende unas diez o doce consultas diarias por drogas. Por ahí pasaron casos de chicos de 11 años que aspiraban sustancias volátiles. “En general, los chicos que están en la calle consumen pegamento y otras drogas, alcohol y lo que tienen a su alcance, lo que les convidan los adultos, que en muchos casos utilizan las drogas para abusar sexualmente de ellos”, describió Silvia Maggi, médica toxicóloga de la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia con funciones en el hospital.
Con la droga “los chicos buscan alterar la conciencia y olvidar lo que les aflige como el hambre o la soledad. Saben que eso les calma todo lo que nosotros no le damos. Lo que los adultos le debemos”, afirmó la médica a Diagonales.
Luego de advertir que el pegamento se aspira de latas o bolsas, Maggi aseguró que “el testimonio de los chicos es muy valioso”.

Limosnero. "Vengo al centro a pedir monedas para comprar un sanguche y una gaseosa", contó uno de los chicos a Diagonales. Tiene 13 años y vive en Melchor Romero, en una casa de madera con piso de cemento, con su mamá y un hermano. Camina la calle con otros cinco chicos que duermen en un local de 47 y diagonal 74, cerrado y en ruinas.
- ¿Alguien los ayuda?
- Nadie.
- Los de los Derechos Humanos.
- Silvina y Pato, de los Derechos Humanos. Nadie más.
- Silvina dijo que nos iba a traer zapatillas. Mirá: yo ando con unas alpargatas todas rotas.
- Y andamos re sucios.
- Deberían tener un lugar dónde bañarse y dormir...
- Un comedor para los chicos de la calle. Un comedor donde nos podamos bañar.
- ¿No tenés una moneda?
- Sólo 25 centavos.
- ¡Está bien! ¡Danos esa!
- ¿No prefieren unos sánguches?
- ¡Siiiii! ¡Y una Coca!
Apenas la bolsa con los sánguches cayó en sus manos, los chicos corrieron hacia la esquina y desaparecieron. Parecían felices y tal vez lo estuvieran, pero ya saben que la felicidad es efímera, como los sánguches.

Alarma. "Esto está creciendo a pasos agigantados. Y no sólo hay varones en la calle. También hay mujeres. He atendido chicos que tomaban de las botellas que sacan los bares del centro. Desayunaban con eso. Había una nena que desayunaba con Tía María porque en su casa había tomado café con leche y le resultaba parecido", contó Maggi.
La Municipalidad de La Plata ya relevó a 90 chicos que pasan por la misma situación que aquella nena, aunque creen que podrían ser 180. La Dirección de Niñez y Adolescencia comunal, organiza actividades en la calle. La onda es buena y los chicos creen que los coordinadores municipales son “los de los Derechos Humanos".
El coordinador Marcelo Iafolla contó que "cuando estos chicos están en la plaza armando juguetes o jugando, que por la edad es lo que tendrían que hacer, la gente los ve de otra manera. Y se da cuenta de que son preciosos".
Fuera del ámbito estatal, la única organización social que trabaja con los chicos que viven en las calles platenses es el Movimiento Octubres. "Los pibes que tuvieron conexión con nosotros eran más de 90. Ahora los tenemos un poco perdidos porque nuestro nexo está preso; pero sabemos que son casi 100 porque nos pidieron pan dulce y turrones para pasar Navidad en Plaza Moreno", contó Silvina Kociancich, militante del movimiento.
Como el Estado, Octubres trabaja en las plazas con actividades artísticas y culturales que son asistenciales, pero también preventivas.
José Gallo, referente regional de la organización, admitió que no tienen las armas para "dar las respuestas instantáneas". Pero igual es optimista: "como dicen los Pumas, podemos ir partido a partido, poniéndonos pequeños objetivos, hacer campañas con metas chicas".
Nadie lo quiere admitir públicamente, pero los chicos están organizados en grupos para defenderse, pero también para montar algún apriete que les permita hacerse de dinero para comer y drogarse.
Para Maggi, la situación generada por el consumo de droga en niños y adolescentes merece una "puesta a punto multisectorial, que contemple la participación de varios organismos del Estado". El riesgo, advirtió, es alto. Altísimo: "una juventud desaparecida como si hubiera habido una guerra". Otra vez.

El blanco del pegamento
El poxi puede generar una sensación de euforia al inhalarlo, pero los chicos terminan con un deterioro intelectual tan importante que no podrían ir a la escuela aunque quisieran.
Además de las vías respiratorias, la vía aérea superior, pulmonar, el pegamento ataca al sistema nervioso central, sobre todo del área pre frontal, lo que lleva a un deterioro intelectual y del motor sensorial muy importante. En algunos casos, los chicos no recuerdan ni cómo se escribe su nombre.
A los pibes en situación de calle no sólo los destruyen las drogas, también la mala nutrición y las enfermedades infecciosas por la actividad sexual a la que son sometidos, tal lo explicó la doctora Maggi.

En Números
Según la Subsecretaría de Atención a las Adicciones bonaerense, los Centros de Atención a las Adicciones (CPA), de la región -que incluye a Presidente Perón, Berisso y Ensenada, entre otros distritos-, apenas atendieron en dos años a once pacientes que aspiraban sustancias volátiles: el 0,9 % de los pacientes en tratamiento mencionó a los inhalantes como la sustancia de inicio.

Yo consumo
El análisis de
Pablo Orbaiceta (Colaborador de la obra del padre Carlos Cajade)
El primer paso que tenemos que dar es que el pibe encuentre un ámbito donde pueda plantear su problema de adicción, donde no se lo castigue por eso, si no establecer desde qué lugar lo podemos ayudar, dándole un entorno y herramientas que lo favorezcan en su recuperación, que no sólo es su adicción en sí.
En nuestro caso, tratamos con chicos que provienen de historias muy duras socialmente, donde el entorno familiar, si es que lo tienen, está deteriorado por la falta de trabajo y de proyectos para una mejor calidad de vida, para ellos y sus hijos.
Hoy la realidad, en la mayoría de los casos, es que los pibes tienen que sostener económicamente a sus padres, sus hermanos presos o a los hijos de éstos; esta situación ha cambiado las reglas de juego y no logran salir de ese lugar para poder tener aspiraciones propias de progreso individual.
Esta problemática no les permite plasmar ningún sueño. Se ven estancados de por vida en un lugar injusto donde la salida se les hace difícil.
Poder darles herramientas para su desarrollo, apoyándolos, les hace ver en concreto un camino con educación, trabajo y justicia, que, si deciden tomarlo, les permite modificar lo que pareciera impuesto por un sistema perverso que los deja sin sueños y esperanzas de vivir dignamente.

Lo que sobra es cobardía
Opinión
Miguel Graziano (Periodista)
Cuando preparaba esta nota leí algunos testimonios que me impactaron. Entre ellos el de un chico que había consumido. Contaba que podía comprar el pegamento en cualquier ferretería o en algún kiosco.
El pibe decía: “se hacen los buenos pero te venden para que te mueras, para que te mates”. Y sobre los que le vendían pastillas en su barrio, una villa, claro, decía que “son aquellos que no tienen huevos para salir a robar ni para ir a trabajar”.
Tiene razón, lo que sobra es cobardía.

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