"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

3 de diciembre de 2010

La Plata ya tiene su festival transexual


¿Anormales? No. Transexuales. O simplemente trans. Así podría resumirse el espíritu de un festival de visibilización que organizan en La Plata el activista Stef, quien se presenta como un hombre-trans-puto que milita en las Panteras Rosa (un grupo activista de Portugal que lucha contra la lesbo/trans/homo/fobia), y el colectivo platense El triangulo Mamichula, que apoya la diversidad de culturas, identidades, géneros y deseos.
El festival lleva el nombre -pregunta- de ¿Anormales? Y gira por el mundo de la mano de Stef, quien llegó a La Plata a visitar a su hijo, que acaba de comprarse una casa enorme en la que podrá desarrollar el evento, lleno de propuestas de integración, en donde una chica que desea ser chico o un chico que desea ser chica puede llevar, por ejemplo, a sus padres. Al menos es lo que ocurrió el último fin de semana, en las primeras fechas del evento, que continúa hoy y mañana; contaron las mamichulas Carmen y Polak a Diagonales.
Además de algunos talleres específicos para personas transexuales, el festival propone actividades para todo público, que van desde cocteles afrodisíacos, muestras de fotos, dibujos y pinturas, a ferias de objetos, tatuajes y sesiones de masajes.
Tanto el viernes como el sábado, además, se podrán ver películas y cortos sobre trans hombres y trans mujeres, sobre identidades de género que no son ni hombre ni mujer, o sobre quienes no se identifican con ninguna identidad de género. Habrá, un lugar de "tuneado" para que las chicas se pongan barbas y los chicos estrenen tetas de goma espuma.
"Para jugar con los géneros. Zarpado y divertido. La idea es mezclar gente diferente con respeto y visibilizar la transexualidad, sobre todo la transmasculinidad, a través del arte y la alegría, con belleza", contó Carmen.
Lorenzzo, un feminista queer que nació en Brasil y fue adoptado de manera ilegal por una pareja francesa que lo crió en Europa, hablaba la semana pasada sobre cómo tener sexo más seguro en las sexualidades trans y homosexuales, y el tema derivó en "el lugar de la mujer y cómo se interpreta un ‘no’ como un ‘sí’. Lorenzzo habló entonces sobre el taller de autodefensa, y lo organizamos sobre la marcha para el próximo sábado", describió Polak.
Otro de los talleres es de "Cariños y abrazos". Carmen lo describió como "un taller vivencial, que te permite jugar con tu propio cuerpo y el de los demás". Y, mientras hablaba, recordó su propia experiencia: "Posibilita a las personas más tímidas a… salís y… yo me sentía… agarraba a todo el mundo", rió.
Las mamichulas recomendaron en particular el taller que Lorenzzo dará con Steph el sábado desde las 19.30: "¡Ahora hablamos de sexo!", para saber cómo practicar sexo más seguro en todas las sexualidades y en particular para transexuales y lesbianas, que deben tomar recaudos particulares.
Carmen explicó que en este tipo de eventos es "indispensable el respeto" y aseguró que puede servir a algunos adolescentes que están en proceso de transexualización y que "están muy solos". Contó, además, que la semana pasada una chica en pareja con una chica que se siente chico fue al evento con la mamá. La mujer pudo encontrarse con otras personas a las que les pasa lo mismo que a su hija, lo que, según la experiencia de las mamichulas, servirá para abrir la conversación.

Hoy
14 hs. Taller de auto-defensa.

Mañana
15 hs. Taller de abrazos.
16 - 20 hs. Stand de Arty-tunning: aros y tattoos con Bruno.
18 hs. Taller "El pensamiento queer o las excentricidades del feminismo"
19.30 - 21 hs. "Ahora hablamos de sexo!" taller donde se habla de lo básico sobre el sexo más seguro en las sexualidades trans, lésbicas, putos. Con Steph y Lorenzzo.

http://festival-anormales.blogspot.com

2 de diciembre de 2010

Las relaciones sexuales sin preservativos son la principal causa de contagio del sida

Así se enfermaron el 88% de los varones y el 84% de las mujeres entre 2007 y 2009

Pese a que las relaciones sexuales sin preservativo siguen siendo la principal vía de transmisión del VIH- sida y que todas las estadísticas revelan que en el período de 2007-2009 el 88% de los varones y el 84% de las mujeres diagnosticadas se habían infectado luego de tener relaciones sexuales sin cuidarse, todavía es muy difícil aceptar un paquetito de condones en la calle. Al menos esa fue la experiencia de Susana, Aldana y Andrea, de la delegación platense de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), quienes ayer repartieron forros y folletos en la puerta de la terminal de La Plata y en la estación de trenes, sorprendidas por la cantidad de gente que dice que no quiere, no usa, no necesita o no le interesa.
Una señora que iba camino a la terminal para sacar un pasaje, y pensaría en los horarios de los micros, se sorprendió cuando, antes de cruzar la puerta, una mujer con una camiseta roja se paró delante de ella con un puñado de condones en la mano.
–Te regalo preservativos para que te cuides del VIH sida –le dijo.
–¿Cómo?
–Te los regalo, contra el sida –insistió la mujer de la casaca roja.
–¡Ah! No, no. Gracias –respondió la señora, que se quedó como sorprendida.
–Tómelos, se los puede dar a su hijo… o a su nieto.
–¿A mi nieto?
–Claro, para que los use. Y le doy unos folletos para que se cuide.
–Pero… a mi me da vergüenza darle preservativos a mi nieto.
–Lléveselos igual, lo piensa y, si se anima, se los da –ofreció la mujer.
–No, gracias –retrucó la señora, que continuó su camino.
"Al principio algunos pensaban que tenían que pagarlos, pero cuando les decíamos que era un regalo, muchos respondían que no usaban. ¿Cómo no se van a cuidar?", advirtió Susana, alarmada.
A las chicas, el personal municipal no las dejó entrar en la terminal, pero ellas se instalaron en la vereda. "Nos dijeron que teníamos que presentar un pedido de autorización con dos meses de anticipación", explicaron, después de asomar la cabeza en el hall de la estación y descubrir los puestos de chucherías que se instalaron en los últimos días, con autorización oficial.
Pese a que había algunas resistencias, muchos pasajeros entraban a la terminal con su tirita de preservativos y algunos folletos, lo que llamó la atención de algunos choferes, que salieron a la vereda y bromearon con la posibilidad de usar los condones con las mujeres que los repartían: "Trabajá mucho y, cuando cobres, vení a verme", bromearon ellas. Ellos se fueron con información del Ministerio de Salud de la Nación sobre las infecciones de transmisión sexual, cómo se previenen y cómo se curan; información sobre embarazo y VIH-sida; e ilustraciones sobre cómo colocarse de manera correcta un preservativo, que prometieron repartir entre sus pasajeros por el Día Mundial contra el Sida. También una chica de limpieza salió a la vereda a buscar forros y folletos, lo que alegró a las AMMAR, conscientes de que el Ministerio de Salud recibe cada año unas 5.000 notificaciones de nuevos diagnósticos de VIH sida.


Las meretrices de La Plata
La delegación platense de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) tiene unas 1.300 mujeres afiliadas y algo así como 400 hombres, reveló ayer a Diagonales Susana Martínez, secretaria general de la entidad sindical, reconocida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). “Antes había apenas 5 o 6 hombres que laburaban en la calle, pero ahora se están organizando, trabajan en privados. También hay más travestis y transexuales”, contó.
"En La Plata hay algunas cooperativas de trabajadoras sexuales, pero, aunque no tengan un patrón, igual le tienen que pagar a la Policía, porque el verdadero patrón de la prostitución es la Policía", explicó.
Martínez trabaja para la legalización del trabajo en prostíbulos y cree que ir contra el cliente, considerado como un prostituyente, no es una solución: "Si se legaliza podríamos pelear por las condiciones de trabajo. De esta manera podríamos acabar con las cajas negras de la corrupción y la trata de personas", opinó.


130.000
son las personas que viven con VIH en Argentina, pero la mitad desconoce su condición serológica.
5.000
son las notificaciones de nuevos diagnósticos que cada año recibe el ministerio de Salud de la Nación.
4
de cada mil personas que se hacen un test están infectadas. Sube a 12 de cada 100 entre homosexuales varones.
43.000
son las personas bajo tratamiento, de las cuales el 70% recibe la medicación directamente del ministerio de Salud y el resto a través de su obra social o prepaga.

30 de noviembre de 2010

Juzgan a un apropiador y al entregador de un bebé robado durante la dictadura


María Natalia nació el 8 de agosto de 1977 en una maternidad clandestina de La Plata y el mismo día fue dada a una pareja que la anotó como propia. En 1985 la justicia comenzó a investigar si era hija de desaparecidos, cosa que recién se pudo comprobar en junio de 2006. Ayer, declaró en el juicio que se le sigue a su apropiador, Omar Alonso, un comerciante platense y cantante aficionado de tangos. “Yo lo quiero a él. Fue mi papá durante 30 años”, afirmó.
El juicio oral y público que se desarrolla en el Tribunal Federal en lo Criminal Nº 1 de La Plata comenzó al mediodía con una disputa sobre la legalidad del acto, que los jueces resolverán en la sentencia, y continuó con las indagatorias a los dos imputados, porque además de Alonso, es juzgado en el mismo acto el capitán de navío de infantería de Marina Juan Carlos Herzberg, quien hizo uso de su derecho constitucional a no declarar.
Alonso, en cambio, abrió el juego: reconoció que inscribió de manera ilegal a la niña, pero responsabilizó de la apropiación a su esposa, María Luján Di Mattía, de quien se encuentra separado de hecho. Luego, señaló a Herzberg como el entregador y entró en una larga diatriba llena de contradicciones y medias justificaciones. El equipo jurídico de Abuelas de Plaza de Mayo, que había denunciado la apropiación en agosto de 1985, destacó que el imputado “no pudo terminar de explicar por qué impidió durante tanto tiempo que Natalia conociera su origen”.
Al repasar la historia de su vida, María Natalia Suárez Nelson contradijo en casi todo a su apropiador, al que aún ayer llamó “mi papá” o “mi viejo”, y reveló una trama que la tiene como víctima desde que nació.
María Natalia fue bautizada Alonso y su padrino fueron Herzberg y su esposa, Sara. Aunque en 1985, cuando apenas tenía 8 años, se inició una causa judicial que podría haberle permitido acceder a la verdad, en 1986 sus padres la llevaron a Paraguay, donde fue amiga de los niños apropiados por los represores Norberto Bianco y Samuel Miara. Cuando aún no había cumplido los 18 y la justicia argentina había acorralado a sus apropiadores, que estaban detenidos, se casó para evitar que la obligaran a volver a la Argentina, donde podría encontrar su verdadera identidad, la que recién le fue revelada el 1º de junio de 2006.
Según afirmó a la justicia, el 25 de diciembre de 1993 supo que quienes la había criado como si fuera su hija biológica no eran sus padres. Alonso había viajado a la Argentina y tenía que volver para pasar Navidad en Paraguay, donde vivían. “De pronto mi mamá recibe un llamado y empieza a llorar. Yo pensaba que le había pasado algo a mi papá, pero mi mamá me contó que no eran mis padres y me dijo que aparentemente podría ser hija de desaparecidos. Yo la abracé y le dije que igual era mi mamá”, describió.
Desde entonces y hasta que, 13 años después, supo que era hija de María Elena Isabel Corvalán y Mario César Suárez Nelson, militantes de montoneros secuestrados, torturados y asesinados por la dictadura, miles de historias le fueron contadas. “Mi mamá me fue diciendo lo que sabía. Me dijo que tenía temor de que me sacaran de su lado”, explicó.
La mujer coincidió con su apropiador en que fue entregada por Herzberg y que Alonso no estaba en la casa cuando se produjo el hecho. Ambos contaron que Di Mattía se había sometido a 14 años de tratamientos para quedar embarazada pero no podía. Y que un día de julio de 1977 el Capitán de Navío de Infantería de Marina llamó a la mujer para ofrecerle una niña que nacería en pocos días. Y es en este punto donde aparecen las primeras contradicciones. Suárez Nelson creyó que era hija de “una chica del interior que estaba sola y podía tener complicaciones en el parto”. Y agregó: “mi mamá le mandó a decir que se quedara tranquila, que ella me iba a cuidar”.
Después de asegurar que él le había dicho a Herzberg que no quería que le entregara ninguna niña y de afirmar que su mujer le pidió de rodillas, con llantos y rezos, que por favor aceptara, Alonso dio dos versiones diferentes sobre el origen de la beba. Tras dejar en claro que fue su mujer la que hizo las tratativas con el marino, afirmó que el hombre le contó que la niña era fruto de un embarazo no deseado de un compañero Naval. Unos minutos más tarde, dijo que Herzberg le ofreció ir a ver a una joven embarazada muribunda que estaba internada en el hospital Español. Después dijo que la niña era de un superior del marino y cuando fue consultado por el Tribunal sobre la embarazada que iba a morir en el hospital Español, afirmó que se trataba de la misma persona.
Suárez Nelson dijo que una tarde de 1998 una novia que tuvo Alonso le dijo que era fruto de una relación extramatrimonial del hombre que la criaba como su padre. Y que su madre biológica había muerto de cáncer. Ella, feliz de resolver su enigma, corrió a despertar a Alonso, que dormía una siesta, y le preguntó cómo era su madre: “me dijo que era más bonita que yo”, describió. Y explicó: “estuve dos años creyendo eso, hasta que mi mamá me dijo que para ella yo era hija de desaparecidos”.
Otro de los puntos en los que discreparon fue en la relación con los apropiadores Bianco y Miara, a quienes Alonso conoció en Paraguay por intermedio de Norberto Imbelloni, el ex diputado de la Nación que estuvo prófugo de la justicia entre 1985 y 1990. Mientras que el hombre dijo que “apenas los conocía” y contó que Bianco “no tenía ni para comer y le llevé un par de bolsas de papa. Una o dos”, Suárez Nelson dijo que ella “era amiga de los mellizos Miara” y que su apropiador “sí tenía relación con los padres de los Bianco”. Agregó: “ahora creo que hacían causa común”, mientras permanecían en Paraguay, donde viajaron cuando comenzaron a tener problemas judiciales en Argentina, aunque según Alonso, que llegó a tener una importante cadena de artículos del hogar en La Plata, se trató de una mudanza por razones de negocios.
La joven discrepó también con su apropiador sobre la relación que el hombre tenía con Di Mattía. Mientras que él afirmó que llevaba “una vida normal” con su esposa y que Julia Alí sólo era su cuñada, casada con el hermano de su mujer y por lo tanto tía de María Natalia, para la joven “Alí era la esposa del hermano de mi mamá, pero se divorciaron porque ella salía con mi papá”. Alonso dijo que nunca habían vivido juntos y Suárez Nelson aseguró que llegaron a compartir una casa en Paraguay: “yo dormía en una habitación, en la otra estaba ella y en la tercera estaban mi papá y mi mamá. Creo que mi mamá sabía y se quedaba callada”. También discreparon sobre los malos tratos a los que era sometida la mujer.
Alonso se presentó como “un convidado de piedra” que mil veces le preguntó a Herzberg si María Natalia era hija de desaparecidos, pero el marino se lo negaba sistemáticamente y él: creía.


Herzberg


Natalia pidió que su imagen en el juicio no sea difundida

15 de noviembre de 2010

¡Vamos los gauchos!


Bajo los árboles, John Whitelocke, chaqueta roja, las manos en los bolsillos y gafas para sol, conversaba amigablemente con quien un instante antes fue su enemigo en el campo de batalla: Santiago de Liniers. Claro, Whitelocke y Liniers no son sino dos actores que, más de 200 años después, participaron en una recreación histórica –aunque no rigurosa– de lo que fueron las invasiones inglesas a lo que en aquel entonces era una colonia española y más tarde sería la República Argentina.
¡Bom! –sonaban los cañonazos– y los desprevenidos saltaban del susto. En el año del Bicentenario, una multitud se acercó al Fuerte Barragán para presenciar uno de los eventos más destacados de la agenda, organizado por la municipalidad de Ensenada y el Arzobispado de La Plata, cuyos colegios aportaron muchos de los actores que participaron de la recreación, con el auspicio de YPF.
Los chicos hicieron lo posible por estar en primera fila y muchos se pasaron del otro lado de la valla para ver en primerísima primera fila las batallas. Carteras, camisas, pañuelos y hasta una sábana de una cama de una plaza sirvieron a la gente para taparse la cabeza y protegerse del sol mientras esperaba la acción.
¡Bom! –sonaban los cañonazos.
–¡Eh! ¿Cómo vas a tirar sin avisar? –bromeaba alguien.
–Ya me duelen los oídos –advertía una nena.
–Haberlo sabido y me traía protector solar -se quejaba un señor.
La recreación histórica de los desembarcos de las tropas inglesas en sus dos invasiones tuvo, de alguna manera, al fuerte como protagonista. En la primera, el 25 de junio de 1806, las descargas de los cañones que apuntaban a la costa hicieron que el general William Carr Beresford prefiriera desembarcar poco más al norte, en Quilmes, mientras que en la segunda, el 28 de junio de 1807, las fuerzas apostadas en el fuerte dejaron que los invasores, a cargo del general John Whitelocke, desembarcaran ahí, para hacerle más larga y dificultosa la llegada a Buenos Aires, donde lo esperaría la resistencia.
Más allá de que no hubo acciones bélicas como las que se muestran, la recreación fue, otra vez, muy estricta en todos los detalles: los uniformes de época fueron copiados a la perfección, al igual que la forma en que se daban las órdenes y las costumbres militares de aquellos años, por no mencionar las replicas de las armas.
Fuegos de artificio, disparos de cañones y escopetas, efectos especiales y carretas de principios del siglo XIX le dieron color a la fiesta, que comenzó con chacareras, gatos y escondidos, para continuar con el himno Nacional Argentino, tocado por la banda del Regimiento Patricios. Hubo, después, un minuto de silencio por la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, y un discurso del intendente Mario Secco, quien hizo del evento también un acto de reivindicación por las islas Malvinas, invadidas por los ingleses en 1833.
Después de la primera invasión, cuando los soldados ingleses arriaron la bandera de España e izan la británica se escucharon algunos silbidos.
–Mamá ¿porqué ponen la bandera inglesa?- preguntó uno de los nenes que había pasado del otro lado de la valla.
–Estás distraído y no escuchas lo que habla el hombre. Prestá atención –respondió la mujer.
–Santiago de Liniers –dijo el locutor encargado de relatar las instancias de la contienda– logró la rendición de las tropas inglesas, que serán expulsadas definitivamente de nuestras tierras.
–¿Si? –preguntó un hombre– fijate lo que decís, porque después vinieron y se quedaron con las Malvinas.
En el terreno, patriotas e invasores se debatían en combates cuerpo a cuerpo por allá, mientras que las caballerías se enfrentaban poco más acá y los cañones no dejaban de disparar. ¡Bom!, se escuchaba, con el fondo musical de las bandas militares y de gaitas.
–¿Y ahora que pasa? –consultó un nene a su mamá.
–Ahora vamos a echar a los ingleses –dijo la señora.
–¡Vamos los gauchos! –grito el crío.




Fotos: Esteban Martirena

14 de noviembre de 2010

Pomar: la lupa en los policías del rastrillaje


El sábado 14 de noviembre de 2009 una familia que viajaba por una ruta bonaerense rumbo a Pergamino desapareció sin dejar rastros y fue más fácil creer que fueron asesinados por Jason o abducidos por ET que víctimas de un accidente. Las hipótesis fueron de la violencia familiar a la fuga por deudas incobrables, sin dejar de lado la persecución mafiosa, la locura y el complot policial. La desgraciada historia comenzó cuando Fernando Pomar (40) y Gabriela Viagrán (35) cargaron los bolsos en su auto y partieron con sus hijas, Pilar (3) y Candelaria (6), de José Mármol a Pergamino. Franco (13) -hijo del primer matrimonio de la mujer-, había quedado en la casa de unos amigos para hacer un trabajo práctico que debía entregar el lunes siguiente.
Un alto funcionario policial (el subsecretario de Investigaciones bonaerense, Paul Starc) y un ministro (el de Seguridad, Carlos Stornelli) perdieron meses más tarde su cargo. Difícil no vincular esas salidas con aquel caso. Hoy hay seis policías investigados por la justicia: dos de ellos están sospechados de haber archivado un llamado al 911 y los otros de inventar la realización de operativos en la zona en donde tiempo después fue hallada la familia, sobre la ruta 31, en la curva de Plazibat, ubicada entre el acceso a la localidad de Gahan y la ciudad de Salto.
Mientras que en la causa principal la fiscal Karina Pollice averigua si los Pomar sufrieron un accidente o fueron asesinados, los fiscales Guillermo Villalba y Mario Daniel Gómez, investigan el accionar de la policía local en una causa que interviene el juez de Garantías Fernando Ayestarán.
El abogado Gustavo Arabia, que estudió en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y es dueño, además, del diario digital Bragado Virtual, defiende la actuación de los policías acusados. Aunque sólo representa al Comisario Daniel Arruvito, entonces jefe de la Patrulla Rural, y al Comisario Walter Barrera, de la DDI, imputados por negligencia en sus funciones, su alegato incluye a los otros policías.
-La sensación es que la policía trabajó con desidia, que hizo mal lo más elemental, que eran los rastrillajes.
-Su conclusión es falsa. Lo elemental lo cumplieron. Hubo varios rastrillajes aéreos y tipo lancheo, aunque el ministerio de Seguridad no dispuso de los recursos necesarios y los Pomar tuvieron que ser encontrados por dos jefes policiales en un día feriado. No sé en qué se basa, pero hubo un rastrillaje a conciencia. Hay que ver la causa. Si no se puede concluir cualquier cosa. Hay desinformación.
-Me baso en los 24 días transcurrido desde que se realizó la denuncia hasta que encontraron a la familia accidentada.
-No tardaron 24 días. La denuncia fue el 15 de noviembre y las medidas de la fiscal se decretaron el 17.
-Fueron encontrados el 8 de diciembre, son 21 días: es prácticamente lo mismo.
-Las primeras búsquedas con rastrillajes se hicieron en ruta 7. Después fueron en otras rutas. En Salto se busco en casas, terrenos, rutas y ríos. Hay cantidad de actas en diferentes días. Nadie vio nada anormal ni sintió el olor de los cuerpos, que se descomponían. Ni siquiera los vecinos de la curva de Plazibat, donde fueron hallados después. Además, la Policía no tenía suficiente cantidad de personal y también tenía que cuidar la seguridad de los vecinos de Salto, no podían dedicarse exclusivamente a buscar a los Pomar.
-Pero en la ruta 31 no buscaron como en la ruta 7.
-El Ministerio levanto el rastrillaje que se iba a hacer sobre la ruta 31 porque trabajaba en otras hipótesis. Faltó rastrillar con perros, caballos y personal especializado. En esa zona sólo se hicieron búsquedas, porque esa fue la orden. Por eso, decimos que, en todo caso, si hubo un error fue de la fiscal. No de la Policía, que actúa como auxiliar de la Justicia. La primera orden fue la de interceptación vehicular de autos y camiones, después se ordenaron las búsquedas aéreas y terrestres, pero para el 16 de noviembre dos amigas de Viagrán se habían comunicado con la Policía para decir que Pomar la maltrataba y que tenía un arma. Hasta allanaron la casa de José Mármol y un campo de la familia. ¿Acaso alguien acusó por falso testimonio a esas mujeres?
-¿Quién suspendió el rastrillaje sobre la ruta 31?
-No se sabe, porque era todo muy informal.
-¿Y por qué sí se rastrilló la ruta 7?
-Ahí hubo una orden de servicio que la dio (el jefe de la bonaerense Juan Carlos) Paggi, después de que se descubriera que los Pomar habían pasado por el peaje de Villa Espil. Además, cuando se analizó qué antena de celular había recibido la señal de los teléfonos de los Pomar, se llegó a Chivilcoy. Hay que ver el mapa para advertir que el recorrido que hicieron no se puede entender, tendrían que haber ido por Arrecifes, por la ruta 8, o por la ruta 32, pero fueron por la 31, que era el camino más largo. En todas esas rutas se hicieron búsquedas. Sólo se rastrilló por tierra en la ruta 7.
-Se investiga si hay actas falsas.
-La única acta falsa es la que hizo a la fiscalía el día que hallaron los cuerpos. Es tan falsa como el choque con un móvil del que se habló en algún momento. El único error que se les puede imputar a los policías es no haber pedido testigos en todas las búsquedas que hicieron.
-Un testigo, Casimiro Frutos, denunció haber visto el auto de los Pomar desde un micro sobre la ruta 31. Dice que llamó al 911.
-Sí. Evidentemente algo vio. Dice que lo vio el 16 de noviembre en "un montecito", pero no llamó en ese momento, sino 11 días después, el 27. Además, la policía de Salto nunca tuvo este dato.
-El problema con ese llamado es que se descartó. Por eso está imputado uno de sus defendidos.
-Se descartó como se descartaban otros 40 llamados por día con otras hipótesis, porque la zona en donde decía que había visto el auto ya había sido verificada. Entonces, se cumplieron con todos los pasos administrativos que correspondían. Se descartó con un criterio, con el diario del lunes, con los hechos consumados, es fácil hablar. Acá hay un problema con las fechas, porque no llamó el mismo 16, sino el 27. Además, el llamado al 911 no es tan preciso y, por ejemplo, Frutos no recordaba si lo había visto antes o después de Salto. El 30 de noviembre volvió a viajar y dice que otra vez vio el auto. Iba a ir a la comisaría pero pensó que era un auto abandonado. Recién volvió a llamar el 8 de diciembre, después del hallazgo, para decir que él había llamado. A la tarde salió por canal 13.
-¿Entonces, su posición es que sólo el olor permitió descubrirlos y que era imposible ver el auto oculto en la maleza?
-El olor no lo sintió nadie, ni los vecinos que pasan por ahí a cada rato. Lo único que vale son las pruebas. Periodistas y funcionarios políticos mienten con descaro. Yo hablo de la causa, que es lo único que vale. Las declaraciones de funcionarios fuera del expediente no tienen valor alguno. En Youtube hay un vídeo de Mónica Gutiérrez donde comprueban que no se veía de la ruta por la maleza. Esa es la verdad.
-¿Quién encontró los cuerpos?
- Los policías que ahora están imputados fueron los que encontraron a los Pomar, durante un feriado. Cumplieron con su deber mientras Stornelli paseaba. A 300 metros hay una casa y la gente que vive ahí no escuchó nada, no vio nada, no sintió nada. A 3.200 metros despegan los aviones que fumigan los campos de la zona y tampoco vieron nada.
-¿Por qué se imputó a los policías?
-La opinión pública fue muy fuerte. Hubo un tribunal mediático y el juez y el fiscal se acomodaron a eso. Son perejiles, el derecho penal es para perejiles.
-¿Qué cree que pasó?
-La ruta no estaba en buen estado y, aunque ahí no había pozos, el asfalto estaba hundió por el paso de los camiones, y se junta agua. Además, frente a la curva había un reflector que apuntaba para la ruta y hay testigos que dicen que podía confundir a los automovilistas. El auto dio de trompa contra la alcantarilla y dio un vuelco. No usaban cinturón de seguridad.

La nota surgió de una conversación con @gustavoarabia en twitter y fue ampliada en una entrevista realizada el martes en La Plata. La primera línea, además, es un comentario que dejaron en este blog.



La familia rechaza la versión del accidente
María Cristina Robert, madre de Gabriela Viagrán, quien junto a su esposo Fernando Pomar y las dos hijas de ambos fueron hallados muertos a la vera de la 31, rechazó ayer la versión oficial de que fue un "accidente de tránsito", y dijo que la demora en encontrarlos se debió a "corrupción policial".
"Lo que nos pasó supera todo lo que me pudo pasar en la vida. El dolor que tengo hoy con lo de mi hija es tremendo. Hoy tomo un coctel de pastillas para poder hablar", dijo la mujer.
Según Robert, los 24 días que demoró la policía en encontrar a la familia muerta a la vera de la ruta "tuvo que ver con corrupción policial. Se dedicaron al chusmerío barato", fustigó. "No me cierra nada, porque no fue un accidente común. Alguien los encerró, alguien los encandiló", se quejó la mujer y agregó "ellos conocían perfectamente la ruta".

9 de noviembre de 2010

Un nazi en la escuela


El padre policía de un alumno y un misterioso amigo nazi que entró al colegio con amenazas de tiempos pretéritos, superados y remotos, merecieron ayer el repudio de la comunidad educativa en un acto de reparación para los integrantes del Centro de Estudiantes. Fue en el patio cubierto de la escuela Media Nº 33, ex Normal 2, de La Plata, con varios oradores que recordaron a los desaparecidos y destacaron la adhesión de la institución en la defensa de los Derechos Humanos. Faltó autocrítica y hubo una pequeña escaramuza cuando un par de padres de alumnos de otro colegio levantaron una pancarta.
El acto había sido llamado para las 9.30 y Soledad Rovella, vicepresidenta del Centro, se había ganado un lugar como “la chica de la puerta”, feliz de poder recibir y guiar a los medios de prensa que llegaban hasta el edificio de diagonal 78 entre 4 y 5 pese al mal humor que generaba en un joven preceptor que prefería cumplir órdenes del director. “Yo ya organicé todo”, decía la estudiante, vestida de negro de los pies a la cabeza, con un pin de la esvástica nazi prohibida en el bolsillo de la mochila, que cargaba sobre la espalda. “¡Soy portera!”, afirmó, con una sonrisa de oreja a oreja que hizo temblar de orgullo a la auténtica portera de la escuela.
En el pabellón cubierto con un tinglado el sonido del recreo era igual al de cualquier recreo, en cualquier tiempo y lugar. Las paredes del patio del Normal 2, en cambio, mostraban ayer el lado más particular del colegio. Además de las banderas y enormes pancartas colocadas por los alumnos para la ocasión, había en las paredes cartulinas con varias frases de Envar el Kadri, Cacho, fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), y un homenaje a Néstor Kirchner escrito a título personal por el presidente del Centro de Estudiantes, Gustavo Docters, quien iba de aquí para allá con una remera intervenida: “la lucha continúa a pesar de la Noche de los Lápices”, decía.
Mientras los demás conversaban, los integrantes del Centro prepararon el sonido para el acto, que pudo realizarse con una hora de retraso, con los estudiantes a pleno y la presencia de los alumnos del jardín de infantes, sala naranja, que el año que viene irán a primer grado, pero aún visten pintores celestes y rosas.

LOS DISCURSOS. Cuando Isabel Donato, directora de una de las unidades académicas, empezó a hablar, el patio parecía un pandemónium. Algunos empezaron a chistar cuando la docente inició la lista de las autoridades presentes, pero pronto llegó a los "distintos centros de estudiantes de la ciudad" y hubo un gran aplauso. Entonces, discurso, barullo y aplausos se pusieron en armonía.
Donato explicó que el acto se realizaba para “expresar nuestra adhesión a la defensa de los Derechos Humanos” y afirmó: “recordar nuestro pasado nos determina cómo somos en el presente. Nos determina para mirar al futuro, tratando de crear un país mejor”.
La profesora de historia Susana Jaló, fue recibida con una ovación. “Los alumnos dan la identidad a esta institución en la que se permite pensar distinto, se tolera, se escucha y se alienta a la participación de los estudiantes”, dijo. Y después de asegurar que “ningún pibe nace chorro”, afirmó que “apoyar la pena de muerte es parte de una soberbia que debe ser desterrada de este país”, lo que fue recibido con un gran aplauso por los estudiantes. “Vale la pena enseñar en libertad”, terminó.
Ex alumno del colegio, ex detenido desaparecido y papá del actual presidente del Centro de Estudiantes, Walter Docters, respaldó a los chicos y aseguró que los padres “no estamos dispuestos a dar un paso atrás”. Fue muy festejado. El Inspector Nelson Herrera y el director de otras de las unidades académicas del colegio, Emilio González, le siguieron en el uso de la palabra. González leyó “Si este es un hombre”, de Primo Levi, a los alumnos.
Un altercado se produjo en el patio cuando hablaba la directora provincial de Educación Secundaria, Claudia Bracci, y tres padres del colegio Normal 3, donde un profesor redimió a la dictadura, levantaron un cartel: “Oporto y Casal son responsables”, decía. Mientras Bracci destacaba la rápida respuesta de las autoridades y ubicaba el límite de lo tolerable en la reivindicación de la tortura, los padres levantaron la cartulina que provocó algún revuelo, al punto que un preceptor –luckeado como Emilio Pérsico– se asustó y llamó a los alumnos de uno de los terceros a regresar a su aula, lo que fue impedido a tiempo por sus compañeros. La funcionaria llamaba a participar sin miedo y a dar la voz, mientras el presidente del centro pedía a los padres que se rescataran y guardaran el cartel. Después, Donato aclaró que el acto no era político y afirmó: “se equivocaron los que así lo pensaron”. Docters pidió a padres y autoridades que hablaran después del acto.
La candidata a presidenta del centro de estudiantes, Casandra Flores y la actual vice leyeron juntas un texto en el que llamaban a respetar las ideas. Damián Zárate, el alumno al que se dirigieron las amenazas (ver aparte), se limitó a agradecer a todos y cedió la palabra a Docters, quien dijo que los alumnos exigían "memoria, verdad y justicia" por todas las víctimas de la dictadura.
Antes de salir a preparar la marcha por las plazas del centro platense, que hicieron al mediodía, los alumnos dijeron su consigna: “Unidos no nos vence nadie”.

Foto: Manuel Cascallar

4 de noviembre de 2010

Matan a golpes a un taxista en Ensenada: estaba desnudo y atado de pies y manos


Un taxista fue asesinado ayer por la madrugada en Ensenada. El cuerpo fue hallado después del mediodía, completamente desnudo, tirado al lado del auto, la cabeza violentamente golpeada, envuelta en una remera, las manos atadas con un cable, las piernas inmovilizadas con un cinto. Lo mataron con una alevosía impresionante en un descampado al que se accede por un camino marcado en el terreno virgen por quienes transitan por ahí desde 131 y el Camino Rivadavia para ir a la laguna ubicada frente al Aeroclub La Plata.
Gustavo Héctor Galetto tenía 57 años y aunque tuvo dos parejas y con cada una de ellas un hijo, vivía solo en una casa de Haramboure y Don Bosco, en Ensenada. Ayer, como todos los días, se levantó de madrugada y a las 5.30 fue al garaje de Bossinga y Liniers, a buscar el taxi disco 194, un Chevrolet Corsa nuevo con el que trabajaba hasta las 17.30.
Las cámaras de seguridad instaladas por el municipio de Ensenada sobre el camino Rivadavia registraron el paso del auto a las 5.45. Iba detrás de un camión, en dirección a La Plata, y dobló a la derecha para meterse en el descampado, un enorme predio sin luz artificial, que se extiende desde la terminal de la línea de colectivos 307, a la altura de la calle 131, hasta el barrio 5 de Mayo, en una imaginaria continuación de la calle 51. Ya no se supo nada de El Barba. Y nadie se extrañó de su ausencia en 7 y 48, donde paraba.
Al mediodía, un llamado anónimo al 911 alertó sobre el hallazgo del cadáver. Cuando los investigadores revisaron las imágenes de las cámaras de seguridad, no sólo descubrieron la hora en que el auto entró en el terreno. Otro taxi estuvo parado en la esquina de Rivadavia y 131. Además, media hora después, un hombre salió del predio, corriendo. Como las cámaras son giratorias, no se llega a ver cómo se fue del lugar.

Hipótesis. “Toda la plana mayor de la Policía está trabajando en el esclarecimiento de los hechos. Hay un taxista violentamente asesinado”, dijo el fiscal Marcelo Romero, a cargo del caso. “Está muy golpeado pero no puedo asegurar que tenga una herida de bala. Han ejercido mucha violencia, que se ve a simple vista. Está todo golpeado y hay sangre por todos lados”, agregó. Y después: “lo mataron aquí, con una alevosía impresionante”.
Apenas media hora después del hallazgo, con los peritos aún en el lugar de los hechos y el cuerpo del taxista tirado a pocos metros del auto, entre los pastizales, desnudo, con su ropa tirada por ahí, el comisario Roberto Castronuovo, a cargo de la Región Sur de la Policía Bonaerense, dejó transmitir su desconcierto. “Es un hecho confuso, por la brutal golpiza, porque está desnudo y por los daños ocasionados al vehículo”, describió.
La palanca de cambios había sido arrancada, como si alguien hubiera intentado encontrar algo debajo. El baúl estaba abierto y todas sus cosas tiradas por ahí. Sólo faltaba la radio AM y FM. La billetera del chofer fue hallada en el pasto. Y la policía encontró el matafuego del coche, con el que lo habrían golpeado.
Mientras que los investigadores se negaban a descartar hipótesis y se debatían entre el robo y la venganza, los compañeros del taxista estaban perplejos. “Fueron tres tipos”, dijeron. “Hubo una pelea”, afirmaron. “Lo quisieron robar”, aseguraron. “Sea como sea, estamos desprotegidos, nos pegan, nos matan. No tenemos manera de protegernos. Vamos a exigir que haya un sistema satelital”, dijo Gustavo Vitali, de la Unión de Propietarios de Autos Taxi (UPAT). Ubicados imaginariamente en la soledad del predio, a las 6 de la mañana, los taxistas pensaban que tal vez, sólo tal vez, un botón antipánico hubiera salvado la vida a Galetto, quien tuvo que haber entrado al descampado con la certeza de que algo malo le iba a pasar.

Foto: Alberto Direnzo

29 de octubre de 2010

Gente en la calle


Las compañeras salieron a las 7 de la mañana para poder estar en el funeral y durante 9 horas caminaron 13 ó 14 cuadras por el microcentro porteño para entrar a la Casa Rosada por puro agradecimiento. Más allá, la abuela llevaba un banquito playero para que la nieta, que acaba de cumplir los 5 años, pudiera participar de un acontecimiento que recordará toda la vida. Una piba cargó a su bebé recién nacido con orgullo porque quería dar las gracias al gobernante que cambió su barrio, construyó escuelas y plazas, y les llevó la luz, el gas y el trabajo a los vecinos. Otra chica, que creció entre desilusiones, llevó una rosa en las manos: ahora sabe que se puede; igual que él, que se bancó dos campos de concentración y sobrevivió a la dictadura, y ayer peregrinó por el centro con la multitud, para poder despedir a su compañero.
Ellos fueron sólo algunos de los miles de argentinos que velaron al ex presidente Néstor Kirchner y que permanecen de duelo desde que se enteraron de su muerte, el miércoles a la mañana, y lo harán al menos hasta hoy, cuando sus restos sean sepultados en Río Gallegos, donde nació en 1950. Ayer, formaron una larga fila que terminaba frente a la Catedral Metropolitana, en la calle San Martín, fue por Rivadavia hasta Carlos Pellegrini, para retomar por avenida de Mayo bordear Hipólito Yrigoyen y terminar en la Casa Rosada.
Entre la gente, Nilda, Mariana, Andrea y Paula se identificaban con una bandera de la UNLP / Conicet.
–Son de La Plata. Nosotros somos de Diagonales. ¿Les hacemos una foto?
–Esperen que ahí viene Paula, que fue la que nos organizó para que vengamos –dijeron.
Y le pidieron a su compañera que apurara el paso.
–Dale que son de Diagonales –le gritaron.
–¿Cómo se enteraron de la muerte de Kirchner?
–Estaba esperando el Censo con la tele prendida cuando escuché un llanto conmovedor –contó Andrea.
–Entonces –completó Mariana– nos empezamos a llamar por teléfono entre nosotras. Se murió Néstor Kirchner. ¿Kirchner?, nos preguntaban. Sí, Kirchner. ¿Néstor Kirchner? La gente parecía tildada. No lo podía creer.
Mientras Paula apuraba el paso, explicaron:
–Venimos a darle el aguante a Cristina y a agradecerle a Néstor todos los cambios por los que luchó, por morirse así, en la trinchera.

PRIMERO LOS NIÑOS. Aunque estaba mucho más atrás, Candela, de 5 años, bien pudo alcanzar a las amigas platenses. Su abuela le llevó una sillita playera para que pudiera sentarse cuando la fila se detuviera y la espera se volviera tediosa. Sin embargo, cuando los que estaban adelante empezaban a caminar, Candela se entusiasmaba, miraba para atrás, y si la abuela Marta no le agarraba la sillita ella se decidía a avanzar por las suyas. Como un Formula 1, se adelantaba como nadie, con la silla pegada a la cola y el torso para adelante. Entonces, la tenían que ir a buscar, la hacían retroceder y le acomodaban otra vez para que se sentara en medio de la Avenida de Mayo, junto a las mismas personas con las que había iniciado la fila, seis horas antes.
La abuela Marta contó a Diagonales que estaba preocupada por el desequilibrio que pudiera presentarse y confiaba en que el gobierno se pudiera enfocar hacia un proyecto nacional y popular.
Tiago, de cuatro meses, pasaba de los brazos de Celeste, de 20 años, a los de Noemí, de 48. Llegados al microcentro porteño desde Adrogué y Almirante Brown, bebé, mamá y abuela peregrinaban como todos para despedir a Kirchner en persona.
–¿Qué las impulsó a venir?
–Me sentí muy mal cuando me enteré, pero decidí mejorarme y venir a seguir escribiendo la historia. Por suerte pude traer a mi hija y a uno de mis nietos.
–Venimos porque Néstor hizo muchas cosas por el país, por nosotros, por nuestro barrio y nuestra familia. Fue un prócer. Y si Cristina se postula la vamos a votar a ella. -dijo Celeste.
-Nuestro barrio creció un montón -afirmó la abuela.
-Hay más escuelas, hay más plazas.
-Hay agua corriente, hay gas natural.
-Y hay más trabajo.
-Y la asignación universal por hijo y las pensiones para la gente grande... yo tengo unas tías que jamás de la vida se hubieran imaginado que podrían jubilarse.

ILUSIONES. Cecilia, que nació en el '76, mientras la dictadura secuestraba y mataba a los jóvenes militantes, creció con la ilusión de ayudar para que este país salga de las interminables crisis, pero se desencantó pronto, al salir de la adolescencia. "Por suerte después apareció Néstor", explicó.
-Por eso estás acá.
-Quise venir a darle las gracias. Nos decían que no se podía, pero ahora sabemos que se puede.
Alejandro Fantino también cree que se puede. Militante de los '70, pasó por dos campos de concentración y sobrevivió a la dictadura. Por eso estaba ayer en la fila junto a los demás, para despedir al compañero Néstor, como estuvo cuando Héctor Cámpora asumió la presidencia, el 25 de mayo de 1973.

RECUADRO
Flores y chori
Los vendedores ambulantes vendían flores. Muchas flores. Y también pizza, chipá, empanadas, sánguches de milanesa o jamón y queso. Chori y Paty. Pastelitos de batata o de membrillo. Bombón helado. Hay Coca y agua, voceaba una mujer, que también levaba Fanta y Sprite. Cerveza, fría la cerveza. Posters de Perón y Evita, fotos de Evita, banderas de Néstor con un crespón negro.
Karina, de 24 años, ordenaba billetes de dos pesos sentada sobre una heladerita de telgopor. Una vez que los acomodó, los guardó en el delantal. Iba a esperar que alguien se acercara cuando tembló su celular. Era un mensaje de su tía, que le preguntaba qué estaba haciendo. Le respondió. “A veces salgo con una panchera, pero voy a todo tipo de eventos. Es mi trabajo”, contó a Diagonales.
Sobre la calle Defensa había varios autos viejos a los que les habían sacado los asientos traseros para poder llenarlos de gaseosas y algunas camionetas cargadas de botellas y bolsas de hielo.
-¿Cómo va la venta? –preguntó Diagonales.
-No paramos. Y vamos a seguir toda la noche. Hay que ganarse la vida -dijo un vendedor.

RECUADRO II
Una foto
Calle Rivadavia, entre Suipacha y Esmeralda, sólo una foto de lo que fue la tarde. Una foto. La gente se amontona. Sólo en esa cuadra, a las 18, más de dos mil personas se apretujan y cantan el himno. Hay aplausos, silencio. Y entonces, surge la marcha peronista o el aliento a la Presidenta: “Borom bombón, borom bombón, para Cristina: la reelección”. Ellos dicen que son soldados del Pingüino y gritan: ¡Viva la Patria! ¡Viva! Carajo. Néstor no se murió, aseguran. Vive en el pueblo, dicen.


MÁS
Gracias Néstor, fuerza Cristina

La noticia los sorprendió por la mañana, cuando aprovechaban el feriado por el Censo para desayunar en familia. A alguien en la casa se le ocurrió prender la tele, escuchar la radio o leer las noticias por internet y advirtió a los demás: murió Néstor Kirchner. Después de asumir el golpe, convocados por sus referentes políticos, impulsados por las redes sociales, convencidos por los mensajes en los medios de comunicación, miles de argentinos se acercaron ayer a la Plaza de Mayo para dejar un mensaje personal que con el correr de las horas se hizo colectivo: Gracias Néstor, fuerza Cristina.
Nada era organizado ayer en la Plaza, todo era espontaneo. Las banderas se colgaban donde se podía, en los postes de luz, los semáforos o los troncos de los árboles. Si había que atarla de una rama muy alta, le colocaban una botella de plástico llena de agua para que no flamee. Era la manera que encontraban las organizaciones para decir presente en el acto, cuando no cantaban: “tomala vos, dámela a mí, el que no salta es de Clarín”.
Cada esquina de la Plaza fue ayer un espacio de encuentro entre compañeros de militancia que no se conocían.
–Néstor fue el presidente que más cerca del pueblo estuvo. Cuando asumió caminó entre nosotros, no era como los otros presidentes, que venían con doscientos custodios. Por eso estamos todos nosotros acá –decía Rafael.
–Y no venimos por el chori y el vino como dicen los medios –advirtió Martín, de Moreno.
–Ya lo creo que tanta juventud no vino por el chori y el vino. Lo que más nos sorprendió a nosotros fue la juventud que vimos al llegar a la Plaza –describió Cecilia, de 66 anos, que hablaba también por su marido, Alfredo, de 72.
–Este gobierno nos devolvió la confianza a muchos jóvenes –confirmó Martín.
–Nosotros militamos en la Juventud peronista de Ciudad Evita desde el 82 y quedamos fuera de todo con Menem, que destruyó el país -contó Rafael.

ENCUENTROS. Mientras los encuentros se multiplicaban en la Plaza, los discursos se multiplicaban en los carteles que la gente pegaba en el piso, en una enorme círculo de papel que se armaba con cartulinas y hojas oficio o A4. Y también en las vallas, se recordaba la historia política de los últimos años. Y, en especial, los gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, “nos convocaste a muchos exiliados a retornar a la patria”. “Los entrerrianos que vivían del trueque le dicen gracias al señor presidente del 26-5-2003. Usted los salvó, ahora descanse en paz”. Había quien agradecía por “dignificar la lucha de los trabajadores” y quien lo hacía por “defender la patria hasta el último día”.
Dana, de 10 años, caminaba la Plaza con una cartulina celeste llena de corazones dibujados con fibra negra.
–¿Lo hiciste sola?
–No
–¿Quién te ayudó?
–Mi mamá.
–¿Por qué decís que Néstor y Cristina son lo mejor?
–A mi mamá y a mí nos dio una casa –dijo la nena.
Ana, que trabaja en una papelera de Quilmes, vive con sus tres hijos en una casa del Plan Federal de viviendas.

CADA LOCO CON SU TEMA. Los encuentros se reproducían con algunas diferencias en toda la Plaza de Mayo. Unos metros mas allá, un grupo de estudiantes de Derecho de la UBA discutía sobre el comentario en Facebook de una compañera: “espero que esto sirva para cambiar. El año que viene será”, escribió alguien.
–¿Te sorprendió?
–No.
–¿Entonces?
–Se acaba de morir una persona, no es momento de hacer análisis políticos. Hay que respetar.
De frente a la Casa Rosada, a pocos metros de la Catedral, un grupo de obreros desarmaba contrarreloj un escenario que debía usarse el sábado para un concierto sinfónico coral. Algunos militantes aprovechaban que todavía no había tanta gente para tomar un mate sentados en el pasto.
Graciela y Héctor, de Villa Crespo, habían llevado su termo de acero inoxidable y comían una Chocolinas mientras esperaban a algunos amigos, gente con la que se encuentran en las marchas, militantes independientes.
–Prendimos la radio y empezamos a escuchar que se había muerto alguien.
–No sabíamos quién era.
–Ricardito Alfonsín hablaba en la radio de un gran estadista.
–Se murió Cafiero, pensamos.
–Lamentablemente no era Cafiero.
–¿Los sorprendió que fuera Kirchner?
–Un poco sí, pero también es cierto que estaba enfermo.
–Sorprende lo repentino.
–¿Por qué vinieron a la plaza?
–Nosotros solemos participar. Venimos acá y nos encontramos con otra gente que viene como nosotros.
–Hoy, de alguna manera, queríamos darle a Néstor nuestro agradecimiento y decirle fuerza a Cristina.

Foto: Alberto Direnzo.

22 de octubre de 2010

Política municipal, política inocente

El paro y la movilización con los que amenazaron los taxistas de La Plata se suspendió ayer, poco antes de que los operadores de las empresas de radiotaxi llamaran a sus afiliados a apagar sus banderas y enfilar para Plaza Moreno, donde iban a concentrarse. Los dueños de los taxis aceptaron demorar la protesta a cambio de un acta compromiso firmada por el diputado Gabriel Bruera, hermano del intendente Pablo Bruera, para gestionar un aumento en la tarifa y combatir el transporte ilegal. También se acordó, sin que fuera necesario escribirlo en el papel, “cajonear” un proyecto de ordenanza para que los autos estuvieran obligados a instalar un GPS (Sistema de posicionamiento global). El acuerdo se firmó en el estudio jurídico del abogado Fernando Burlando.
El presidente de la comisión de transporte y tránsito, Fabián Lugli, había fracasado el martes a la tarde en su intento de frenar la huelga, pero Burlando tuvo mejor suerte: logró que las autoridades de las asociaciones de propietarios que impulsaban la medida aceptaran mantener una reunión con uno de los integrantes de la familia Bruera en su oficina de 8 entre 55 y 56. El encuentro fue ayer a la mañana y terminó apenas media hora antes de que la protesta pudiera materializarse.
A las 9.30, los choferes aún no sabían con certeza si los operadores de las empresas de radiotaxi irían a llamar a sus afiliados a movilizarse. A esa hora, sólo algún fanático había tapado la luz roja de su bandera LIBRE con una gamuza. El resto, trabajaba con normalidad.
A las 10, ocho de los nueve taxis que pararon en el semáforo de 6 y 50 iban con pasajeros. “No habrá paro”, adelantó un chofer a Diagonales. Y se dispuso a llamar a su operadora.
–Once… once… once
–Diga once.
–¿Qué pasó con el paro?
–No hay paro porque habrá un aumento –adelantó la mujer.
Bruera ya se había reunido con María José Scottini, de APT, y Lorenzo Snipe, de ATTI, con quienes firmaba un acta compromiso.
“A Lugli le dijimos que no podíamos levantar el paro porque él me tendría que haber llamado hace dos semanas”, describió Snipe a Diagonales. Y agregó: “después nos llamó Burlando en representación del municipio y nos reunimos en su estudio para acordar un encuentro con el intendente, con el que finalmente no nos pudimos reunir porque se fue a Mercedes. Al final, nos juntamos con Gabriel Bruera y firmamos un acuerdo”.
El diputado provincial se compromete en nombre propio a gestionar ante el Concejo Deliberante el aumento y la creación de una comisión especial que combata el transporte ilegal, que los taxistas describen como un flagelo: según calculan, hay en el distrito 2000 taxis habilitados y entre 4 y 5 mil remises truchos.
“No levantamos el paro, sólo lo hemos postergado, porque nunca se sabe. El 27 es el Censo, por lo que hay feriado y el Concejo no sesiona. De todas maneras, el compromiso es aprobar el aumento antes del 29 de octubre, así que esperaremos hasta ese día, pero si los concejales no se reúnen, darán el aumento por decreto municipal, o algo así, no sé cómo es la historia”, confesó Snipe.

Foto: Manuel Cascallar

14 de octubre de 2010

Un día cargado de emociones y encuentros


Los murmullos empezaron a subir desde la planta baja de la sala, en la platea, poco después de las 18, cuando los primeros familiares de las víctimas, las víctimas y el público en general entraron a la sala de la ex Amia, en 4 entre 51 y 53. Los que no se habían visto en la calle se abrazaban con cariño y se ponían a conversar. Alguno que estaba ya ubicado en alguna de las butacas más lejos de los pasillos saludaba a la distancia con una sonrisa.
En el piso de arriba, en el pullman, periodistas y familiares de los imputados ocupaban los sectores asignados, separados apenas por un pasillo custodiado por tres policías. Sentados en el fondo, otros dos policías, uno de remera y el otro de traje, observaban. Reporteros gráficos y camarógrafos se amontonaron en el pequeño palco de la derecha, apuntando con sus cámaras a los imputados. A la izquierda, se ubicaron los que querían grabar el audio. También se conversaba en la planta alta: los trabajadores de la comunicación, distendidos; los familiares, preocupados.
Las Madres de Plaza de Mayo, con un humor a prueba de todo, ocuparon las primeras filas de la platea. Era extraño verlas: todas llevaban puesto algo rojo. Lo hicieron en respuesta al discurso de Héctor "El Oso" Acuña, el único que se atrevió durante el juicio a reivindicar la lucha contra la subversión cuando, el martes, al decir sus últimas palabras antes de la sentencia, aseguró: "jamás un trapo rojo será arriado en nuestro pabellón".
Cuando la sala aún no había sido colmada, algunos en la planta baja empezaron a toser. "¿Tiraron algo?", preguntó un periodista que observaba desde arriba. La tos se contagió a la planta alta pocos minutos después y los colegas advirtieron, entonces, que el carraspeo no era producido por ningún tóxico extraño, sino por la tierra que durante el juicio se había acumulado en las sillas acolchadas, pocas veces ocupadas desde que, en abril, se inició el proceso.
En la primera fila, como desde el primer día, quedó reservada la butaca que debió ocupar Julio López. Desaparecido en democracia. Abel David Dupuy fue el primero de los imputados en ingresar a la sala. Hubo algún abucheo y un intercambio de opiniones entre abajo y arriba.
La platea del teatro, una clásica sala a la italiana que provocó alguna queja entre quienes pensaron que se podía tomar el juicio como un espectáculo, estaba colmado cuando, a las 19.25, la secretaria del tribunal pidió a los presentes que se pusieran de pie para recibir a los jueces. En el pullman, de los 38 familiares de los imputados que fueron a presenciar el juicio apenas 4 se pararon.
El silencio fue total cuando entraron los jueces y el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, apenas fue interrumpido durante la lectura de la sentencia. Hubo un cerrado aplauso cuando leyó la cadena perpetua a Dupuy, pero, entonces, pidió que lo dejaran cumplir con el acto y los familiares se quedaron en silencio. Cuando llegó la condena a Isabelino Vega, los aplausos que colmaron la sala llegaron desde la calle, donde centenares de militantes escuchaba el juicio.
Cierto clima de decepción trascendió desde la platea con las condenas más leves, pero hubo al final un clima de euforia y triunfo, cuando los presentes advirtieron que se revocaban las prisiones domiciliarias, se mandaba a los imputados a una cárcel común, se pedía que fueran investigados los jueces que ejercieron durante la dictadura y que se notifique a los organismos del Estado las actuales condiciones inhumanas de las celdas de aislamiento de la Unidad 9.
Después, vinieron los golpes y las agresiones a los periodistas, mientras "El Oso" Acuña arengaba a los suyos desde el escenario.
Fotos: Alberto Direnzo

8 de octubre de 2010

Echaron a la cúpula de la comisaría 6ta.


El muchacho estaba asustado ayer por la tarde, cuando recibió a Diagonales en su casa. “Me pueden matar”, aseguró. “Pueden venir de civil y cagarme a tiros, como hicieron con el transa de acá a la vuelta. (En la causa judicial) pusieron que al tipo lo mataron en un robo”, afirmó. Y levantó la vista, para ver a la cara al periodista que, distraído, se sentó a la izquierda del entrevistado. “Para saber bien lo que estás preguntando te tengo que ver los labios, porque de este lado no escucho nada”, aclaró el pibe. Con miedo, pero con valentía.
En la denuncia que ayer amplió en sede judicial, el menor, que mide 1,85 y es lo suficientemente fornido como para bancarse una paliza como la que contó, ratificó que fue detenido a los golpes cuando estacionaba la moto Mondial 125 centímetros cúbicos de un amigo, a la que iba a arreglarle el freno y la patada.
Estaba a una cuadra de su casa y se disponía a tomar mate con la mamá de otro amigo cuando llegó la policía y quiso detenerlo. Fue a la fuerza y con la intervención de al menos 8 efectivos, que se metieron en el comedor para sacarlo a los golpes. Lo molieron a patadas delante de varios vecinos.
Los policías le preguntaban por los papeles de la moto. “Yo les expliqué que la moto era de un primo, que él tenía los papeles y que me la había prestado para que se la arreglara”, contó el adolescente a Diagonales, poco después de ampliar su denuncia en sede judicial y antes de tomar un baño para ir al hospital, donde debían realizarle una tomografía computada, ante el temor de que se agrave su situación por los golpes en la cabeza.
Aunque había trascendido que los efectivos policiales querían hacerle firmar una detención por el delito de “resistencia a la autoridad”, él aclaró que también pretendían que se hiciera cargo de otros tres delitos: un robo calificado del 28 de septiembre del año pasado, un robo agravado del que no llegó a tomar nota de la fecha y un robo calificado instruido en la causa judicial 31149/10. Por eso se negaba a firmar los documentos policiales y por eso lo golpeaban, según contó. “Los tuve que firmar”, explicó.
El pibe recordó ayer las varias veces que pensó que lo mataban, desde que lo subieron al patrullero, y creyó que lo iban a tirar al río, hasta cada vez que se quedaba sin aire, envuelta la cabeza con una bolsa de cuero que le ajustaban al cuello con un cordón. “Era una bolsa negra, como las de las películas de terror… no la podía morder, me dejaba sin aire, al rato me la sacaban y se me hinchaba toda la cara. Se me salían los ojos. Aunque ya no tenía la bolsa en la cabeza, no podía respirar”, describió.
Ayer, en su casa de El Churrasco, en Tolosa, se sentó con las manos a la espalda, como si aún estuviera esposado, y contó: “Un tipo que estaba a mi izquierda me pegaba bastonazos y si me caía había otro de la derecha que me levantaba a patadas. Usaba esos borceguíes con punta de metal”.
Además, confirmó que también lo obligaron a meter la cabeza debajo del agua podrida. “Era de color verde, pero cada vez que me levantaba quedaba verde y roja”, describió. Cuando se levantó la remera para mostrar los moretones de la espalda, agradeció que había olvidado el cinto en su casa. Así pudo mostrar que las heridas habían sido producidas con la hebilla de metal. “El que me pegaba los cintazos era un viejo. Me tenía miedo, se ponía de lejos”, afirmó.
Cada vez que repasaba los golpes, el pibe recordaba una nueva situación: “Cuando estaba en la celda vino un tipo, me agarró del cuello con una mano y me puso contra la pared. Con la otra empezó a pegarme trompadas. Creo que me pegó unas 70 piñas. Las conté. En un momento la presión de la sangre hizo que tuviera que soltarme y la sangre me salió a chorros por la boca y el oído”, contó, decidido a defenderse: “No voy a firmar por algo que no hice”.

7 de octubre de 2010

Denuncian torturas en una comisaría


La Defensoría de Menores y el Comité Contra la Tortura de la Provincia de Buenos Aires denunciaron a efectivos de una comisaría platense por torturas a un menor de 17 años. Aseguran que fue detenido a golpes, amenazado de muerte y torturado; que le pusieron una bolsa en la cabeza y lo metieron en un tanque lleno de agua podrida. Un perito oficial certificó las lesiones y un psicólogo dio cuenta del estado emocional del chico, que afirmó: “puedo reconocer a los policías que me hicieron esto”. Pidieron a la justicia que preserve su integridad física.
Julián Axat, titular de la Defensoría del Fuero de la Responsabilidad Penal Juvenil Nº 16 Departamental; Roberto Cipriano García y Alicia Inés Romero, del Comité Contra la Tortura; y Silvina Pérez, fiscal a cargo del Fuero de la Responsabilidad Penal Juvenil en turno, realizaron “formal denuncia penal contra el personal de la Comisaría de La Plata, seccional 6º, con motivo de torturas, apremios, vejaciones ocurridas en la tarde del día 5 de octubre del corriente mes y año, en perjuicio de un joven 17 años”, según consta en la denuncia, presentada ante la Unidad Funcional de Instrucción Nº 4, Fernando Cartasegna, a la que accedió Diagonales.
Según consta en el escrito, el día de los hechos, a las 17.30 –una hora después de concretada la detención–, la policía informó a la Fiscalía penal Juvenil y la Defensoría Penal Juvenil en turno que detuvo a un joven por el “presunto delito de resistencia a la autoridad”. La justicia tomó conocimiento del caso y ordenó la libertad del menor.
El hecho hubiera quedado registrado entre los antecedentes policiales del chico de no ser porque al día siguiente, ayer por la tarde, se presentó ante la Defensoría Penal Juvenil, con “un miedo terrible, marcas de una brutal paliza y sordo de un oído”.
En la denuncia, el chico contó que fue sacado a los golpes de la casa de un amigo (ver página 13), golpeado en el piso entre “más o menos ocho policías” que lo “patean y golpean” delante de los vecinos.
“De allí me llevaron esposado a la comisaría sin razón alguna. Me llevaban hacia la zona de Punta Lara. Y yo pensaba que me llevaban al Río para matarme. Me decían: ‘ahora te doy un tiro en los sesos y te arrojamos al río’. En eso dan la vuelta en la rotonda de calle 132 y 120, y me doy cuenta que me llevan a la comisaría Sexta”, describió.
Según denunció el chico, durante el viaje en el patrullero escuchó que el policía que iba en el asiento del acompañante pidió por radio que le consiguieran una bolsa. Y le dijo que lo iban “a tirar al río”.
El pibe ingresó en la comisaría por la entrada principal, en 1 entre 528 y 529, y fue puesto en el calabozo del fondo. “Dentro de ese lugar entre más o menos quince o veinte oficiales me comienzan a golpear en todo el cuerpo. En el piso uno de los oficiales me saca el cinturón de vestir y me comienza a dar cintazos con la hebilla sobre mi espalda. En la espalda tengo la marca de la forma de la hebilla. En ese momento me sangraba el oído y la boca”, describió.
Y continuó: “Pocos minutos después me hacen sentar en una silla afuera del calabozo con las manos atrás, esposadas. Me colocan una bolsa en la cabeza y me comienzan a asfixiar, mientras me golpeaban en el cuerpo con las culatas de armas y bastones de infantería. Así estuvimos más o menos una hora, me sacaban y me ponían la bolsa en la cabeza para asfixiarme y me pedían que firme los papeles por resistencia a la autoridad”.
El chico no quería firmar. “Al final, pusieron un tanque azul lleno de agua podrida en el piso y me metieron la cabeza adentro. Me sacaban y ponían igual que con la bolsa. Y me pedían que firme” la detención por resistencia a la autoridad, aseguró.
Según consta en la denuncia, después de un rato, el chico, mareado, firmó. Entonces, lo llevaron otra vez al calabozo. “Me dejaron tirado todo mojado y golpeado”. En el lugar, los efectivos lo habrían amenazado para que no hiciera la denuncia. Las amenazas, dijo el menor, eran sobre su familia y sobre su propia vida: "sos hombre muerto", declaró que le decían.
Después, lo llevaron al cuerpo médico de policía. “Le quise comentar (al médico) lo que me pasó, y no me quiso escuchar. Me hicieron bajar el pantalón, me miraron así nomás sin preguntarme nada. De allí me derivaron al hospital Gutiérrez, donde me sacaron placas y sangre del pie. Del hospital me llevaron de nuevo al cuerpo médico, me volvieron a desvestir. No preguntaron nada. Después me llevaron al calabozo de la comisaría, lugar en el que ya habían limpiado mi sangre, que había manchado el piso y las paredes”, contó.
“He perdido la audición del oído izquierdo, tengo moretones en todo el rostro, hebillazos en la espalda, una profunda angustia y mucho miedo de lo que pueda pasar", aseguró el menor. Y afirmó: "Estoy en condiciones de reconocer a los policías que me hicieron esto".
En la denuncia contó que lo dejaron en libertad a las 23 y que otro chico del barrio, también de 17 años, fue golpeado igual el lunes, un día antes.
Según la Defensoría de Menores y el Comité Contra la Tortura, "los dichos del joven coinciden con constancias objetivas de la Instrucción Penal Preparatoria formada por resistencia a la autoridad" y agregaron que "las lesiones denunciadas coinciden con el informe médico" que realizó la Asesoría del Cuerpo Técnico Auxiliar.
La denuncia es acompañada por fotografías de los peritos oficiales, e ilustran “los golpes y lesiones padecidas”.
Antes de pedir que se "preserve la integridad física del menor" y que se curse oficio a Asuntos Internos", Axat, García, Romero y Pérez aseguran en la denuncia que los hechos "resultan ser muy graves, y merecen ser investigados en forma urgente". Y al finalizar piden: "De acreditarse los hechos, se juzgue y condene al personal policial implicado".

“Un policía estaba desquiciado, como si pateara a una pared”
El pibe de 17 años que denunció torturas en la comisaría Sexta vive con su mamá en una casa de paredes de madera y piso de cemento en El Churrasco, Tolosa; dejó el colegio cuando iba a séptimo grado, a los 12, y hace changas cuando puede. Trabajó en el Mercado de Frutas y Verduras y después en un taller mecánico, donde aprendió a arreglar motos; tarea que ahora hace en su casa.
Estuvo detenido hace un año por el robo de una moto. “Yo le dije –explicó la madre a Diagonales– ‘hazte fama y échate a dormir’. Ahora tiene que cargar con aquello”. Por ese hecho, su hermano mayor está preso en Magdalena. Ayer, su mamá aseguró que “no había hecho nada. Lo vinieron a buscar porque creyeron que ya había cumplido los 18, pero los cumple el mes que viene”.
La detención fue en una casa de 523 entre 117 y 118, poco después de las 16.30 del martes. Dice la policía que “por resistencia a la autoridad”. Dicen en el barrio que por nada. Marisa, la dueña de la casa, estaba ahí cuando ocurrió, igual que Mirtha, la tía del chico, que vive enfrente. También estaba el hijo de Marisa, Matías –quien se encerró en su pieza, alarmado por la posibilidad de perder el beneficio de la prisión domiciliaria–; su nuera, Paola; y sus tres nietos, de 3, 5 y 7 años.
El pibe es como de la familia, por lo que cuando se le rompió el pedal de la moto paró en la puerta de la casa de sus vecinos. Paola salió a ver qué había pasado y vio que el patrullero de la comisaría Sexta doblaba en la esquina. No se preocupó. Mirtha, que en ese momento arreglaba un alargue, también se asomó a ver qué pasaba. Y se puso a conversar con la chica.
“¿Tomamos unos mates?”, preguntó él cuando Marisa, que baldeaba el comedor de su casa, dispuesto en lo que debía ser un garaje, se asomó por el portón de chapa pintado de verde. “Dale. Pero hacelo vos”, le respondió ella: “Vení, pasá”.
Cada uno estaba en lo suyo cuando el patrullero volvió a aparecer en escena. Esta vez –contaron– uno de los efectivos bajó del auto y se asomó por la puerta.
–Buenas tardes. Señora. ¿La dueña de casa?
–Soy yo –dijo Marisa.
–Con quién vive.
–Con mi hijo, que tiene arresto domiciliario, con mi otro hijo, que está trabajando, y con mi nuera y mis nietos.
–¿Y aquel chico? –señaló el policía en dirección a la cocina, donde el pibe calentaba el agua.
–Es mi sobrino –mintió ella. Total, nadie podría negar que el pibe era como de la familia. Ni se dio cuenta que el otro policía ya se había bajado y estaba detrás del que preguntaba. Ya había pedido refuerzos.
–Vení pibe. Vení –llamó el policía. Y mientras fingía que se metía la mano en la camisa para agarrar una lapicera preguntó:
–¿Cómo te llamás?
Desconfiado, el muchacho trataba de mantenerse a distancia, el oficial, igual, le tiró el zarpazo. Y lo agarró. Todo, según cuentan en la casa.
El piso del comedor estaba mojado y el policía se resbaló sobre el adolescente, al que ya había agarrado -recordaron Mirtha y los vecinos-, dentro de la casa. “En el piso le pegaron patadas. El chico había quedado en el rincón, con todo mojado y la heladera enchufada, yo gritaba que la desenchufaran, que se iban a quedar pegados. Pero le pegaban patadas. A uno se le cayó la pistola. El pobre pibe estaba tirado en el piso y le daban”, describió Marisa. “Les gritaba que era menor, pero dijeron ‘vos cállate. Negra puta’”, agregó Mirtha.
Los perros, tres guardianes con aspecto de feroces, aportaron a la batahola y mordieron a varios de los efectivos. Uno de los policías, además, se cortó con la puerta de chapa. Según los vecinos, antes de irse tomó un cuchillo de cocina que una de las mujeres tenía en la mano y aseguró que iba a ser la prueba que demostraría que el chico detenido lo había atacado.
Según los vecinos, cuando trataban de sacarlo, el pibe quedó en el piso boca arriba. Entonces, trató de hacer traba con las piernas para que no pudieran sacarlo. “Uno de los policías estaba sacado. Desquiciado. Como si estuviera pateando una pared", describió la dueña de la casa, a la que llegaron al menos cuatro patrulleros más, con policías dispuestos a sumarse a la paliza, recordaron los vecinos. “Lo molieron a patadas”, dijeron.

Seguridad de las cavernas
El análisis de
Roberto F. Cipriano Garcia // Coordinador del Comité contra la
Tortura de la Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires.

Las torturas padecidas por un joven de 17 años en la comisaría 6ta. de La Plata visibilizan el rostro más cruel de las políticas de seguridad en la provincia de Buenos Aires. Lo inhumano de una fuerza que reproduce una y otra vez las prácticas de tortura de la dictadura militar. La golpiza feroz a un ser humano tirado en el piso indefenso, las patadas, palazos, de muchos contra uno, muchos muy machos. Las marcas de la hebilla de un cinto grabada en la piel, tan claras que parecen un tatuaje, interpelan sobre el sentido de la bestialidad policial. La bolsa de nylon cubriendo la boca y nariz de esa víctima golpeada e indefensa para que firme la causa armada por resistencia a la autoridad, la cabeza hinchada por los palazos sumergida en un tarro lleno con agua podrida una y otra vez hasta el ahogo, todo alerta sobre lo vulnerable de nuestra democracia y lo lejos que estamos de la civilización. Delitos cometidos por quienes deben prevenirlos. Bestias con uniformes. Lejos de lo humano. La gestión del gobernador Scioli ha elegido soltar las riendas de la Bonaerense para que ganen las calles y las ocupen, eliminen a los excluidos de siempre, a los pibes pobres, morochos, de gorrita. Para ellos, la seguridad de los palos y el gatillo fácil. La seguridad de nunca ser parte “de la sociedad”, ni gozar los beneficios de pertenecer. Sin escuela, sin trabajo, sin salud. La seguridad de padecer dispositivos de contención: las razzias en los barrios (operativos ACERO), las “patrullas juveniles” desde chicos, el código contravencional del gobierno militar, la cárcel, la tortura. La seguridad de que la parte buena de la sociedad piensa que no deben existir. Pero para nosotros, la seguridad de ser cuidados por esta policía que arrastra las marcas de Camps y Etchecolatz. La seguridad de no estar nunca seguros. La seguridad de que si estos casos de tortura siguen impunes, si la democracia no puede con ellos, también vendrán por nosotros. Y será tarde. La barbarie habrá triunfado y el comunicado N° 1 sonando en un viejo radio, nos despertará muy seguros en una caverna.

Foto: Alberto Direnzo

6 de octubre de 2010

Punto final a la primera etapa de alegatos en el juicio a penitenciarios de la Unidad 9

Los abogados defensores de los ex agentes penitenciarios imputados por delitos cometidos en la Unidad 9 de La Plata durante la última dictadura militar presentaron sus alegatos, plantearon nulidades y recusaciones, y pidieron que, en el caso de que hubiera condenas, fueran por las penas más bajas. Algunos sugirieron la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y plantearon reparos para que los hechos sean considerados como crímenes de lesa humanidad en el marco de un genocidio.

Héctor "El Oso" Acuña saluda al reportero gráfico de Diagonales (fue la foto de tapa de hoy)

ENRIQUE CORSI. Poco después de las 10 del lunes, el abogado Héctor Granillo Fernández, abrió la ronda de alegatos, como representante de Enrique Leandro Corsi, médico clínico de la U9 entre 1977 y 1979, acusado del delito impropio de omisión de torturas seguidas de muerte, por parte de la fiscalía, mientras que los querellantes pidieron que se lo condene por tortura seguida de muerte. La diferencia va de los 10 años a la reclusión perpetua, pedida por la familia de Alberto Pinto, muerto en 1977 como consecuencia de las torturas.
Granillo Fernández denunció que el tribunal actuó de manera parcial y, de manera puntual, señaló que el juez Carlos Rozanski “actuó como parte” y “suplió a la fiscalía”. Sobre la detención durante el juicio de su defendido, que había sido beneficiado con la prisión domiciliaria, aseguró que los jueces valoraron testimonios, pruebas y pericias, y por lo tanto adelantaron opinión.
Luego de advertir que participaba de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, al hablar de los hechos que se le imputan a su defendido, a los que describió como aberrantes, afirmó que ocurrieron en un momento diferente al señalado por los acusadores, cuando Corsi no estaba de guardia en la prisión. Granillo Fernández dijo, incluso, que la firma del médico fue falsificada en un informe.
“Nadie dijo que Corsi era un Menguele”, aseguró el abogado. Y después de afirmar que “el doctor Corsi no fue un torturador”, agregó que era un “militante social” que “se jugaba por los suyos”. En uno de los puntos más sorprendentes, reconoció que el médico visitó a la víctima mientras estuvo internada y dijo que lo hacía porque “estaba de paso a su casa”.
El de Granillo Fernández fue el único alegato que no fue solidario con los demás imputados de la causa, al punto que, después de aclarar que su defendido nunca hizo guardias médicas ni estuvo en los calabozos, pidió: “es interesante para el tribunal separar la paja del trigo”.
Según su opinión, la única calificación posible de condenar a Corsi sería “omisión de auxilio”.

RAMÓN FERNÁNDEZ. El defensor oficial Adriano Liva se encargo representar a Ramón “Manchado” Fernández, ex inspector de vigilancia y tratamiento de la U9, donde también ocupó el cargo de Registro de Internos, y está acusado de “tormentos seguido de muerte en perjuicio de Alberto Pinto” y “tormentos en 16 personas”.
Liva pidió la recusación contra los jueces porque “carecen de imparcialidad para un juicio justo” y la “nulidad de los testimonios”, ya que consideró que “no se respetó los requisitos mínimos de legalidad” y por los “incumplimientos de las normas, garantías, derechos y principios”.
Durante su alegato, intentó mostrar las contradicciones de los testigos, tanto en la declaración oral como en la instrucción y aseguró que los testimonios fueron “manipulados”. Y tras presentar una larga lista de nulidades aseguró que hubo un “montaje de datos” organizado por un “grupo interesado” y se quejó porque la prueba era “casi exclusivamente testimonial”.
En el caso de los testigos que dijeron que fueron golpeados, Liva advirtió que no agregaron cuándo, o cómo. Y habló con pasión sobre “supuestas víctimas” antes de pedir la absolución de su defendido por los delitos de torturas a los que llamó como “presuntos tormentos”. También habló de “teorías” y “apreciaciones literarias”.
Agregó que su defendido no presentaba una estructura perversa y que había transcurrido una “intachable carrera penitenciaria, ascendido por gobiernos democráticos y retirado en 2004”.
Para terminar de disculpar a Fernández, aseguró que había otros penitenciarios con el mismo apellido y explicó que su defendido se “apegó a la reglamentación vigente”.
Después de pedir más nulidades, se encargó de responder la acusación de homicidio, del que, de manera elíptica, responsabilizó a un penitenciario ya fallecido: “(un guardia de apellido) Videla era el que pegaba en las celdas de aislamiento”, afirmó, al recordar a algunos de los testigos.
El tema de la fecha en que fue golpeado Pinto está en el centro del debate, porque no sólo podría dejar en prisión a los guardias, sino también a los médicos. Mientras que las querellas mencionan que la víctima fue golpeada el día 15 de noviembre de 1978, los defensores dicen que pudo haber ocurrido el 16, 17, 18, 19 e incluso el mismo 20 de noviembre, día en que debió ser trasladado a un hospital en el que murió en marzo de 1979.
Liva rechazó la posibilidad de que se plantearan estos crímenes como de lesa humanidad: “mi defendido no secuestró, ni torturó a nadie (…) ni actuó en la clandestinidad sino a la vista de todos, por lo que no formaba parte consciente de un plan de exterminio”.
Luego de declarar “la imposibilidad legal de que se aplique la calificación de “genocidio”, habló sobre la “utilidad de la pena” y explico que “las penas privativas de libertad son para la reforma de los condenados”, para su “readaptación social”, y consideró que “la imposición de la pena no sería otra cosa que un castigo o vendetta”.
Como ya pasaron más de 30 años de los hechos, el abogado consideró que Fernández “tiene capacidad de convivencia social”.
Entonces, pidió que “el fallo sea sólo declarativo, con el objetivo de evitar que una eventual pena se constituya en un castigo”.

HÉCTOR RAÚL ACUÑA. Silvia Reynoso habló en nombre del ex Subalcaide del Servicios Penitenciario Bonaerense dentro de la U 9, Héctor “El Oso” Acuña, acusado de torturar al interno Eduardo Zavala durante la requisa del 13 de diciembre de 1976, en el que se presentaba a los detenidos el por entonces nuevo jefe carcelario Abel Dupuy.
Aunque la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró en 2005 constitucionalmente intolerables a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y por lo tanto inconstitucionales. Reynoso planteó que “la nulidad no puede ser dictada por el Congreso” de la Nación y consideró válidas a ambas leyes, en lo que tal vez haya sido el desacierto más grande del juicio.
En segundo lugar, la abogada de “El Oso” se embanderó en la “prescripción de la acción penal”, ya que el delito juzgado ocurrió en 1976 y su pena máxima es de 15 años. Al respecto, agregó que la imprescriptibilidad de algunos delitos fue dictada tiempo después, es para el futuro y no puede ser retroactiva. “Nadie puede ser condenado por acciones que en el momento del hecho no fueron penados”, explicó.
Sobre los hechos puntuales, señaló contradicciones entre los testigos y afirmó que ninguno vio la golpiza. Sobre Zabala, que sobrevivió y declaró en el juicio, la abogada dijo que “ni siquiera la víctima pudo identificarlo”.
Luego de pedir la absolución, dijo que “no existe mérito para que se le imponga una pena mayor al mínimo, que es de 5 años”.

CATALINO MOREL y JOSÉ LUÍS PERATTA. La abogada Laura Díaz se encargó de la defensa de dos de los acusados: Morel, quien fue adjuntor, Subalcaide y Alcalde de la U9 y está acusado de la aplicación de tormentos en perjuicio de Alberto Pinto, por lo que se lo considera como co-autor material del delito de torturas seguidas de muerte. También será juzgado por tormentos agravados en perjuicio de tres personas. Peratta, en tanto, se desempeñó como adjuntor y está considerado como autor material del delito de tortura en perjuicio de nueve personas en concurso real.
Luego de asegurar que el tribunal agregó testimonios tomados por Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) que “no pueden ser valorados como prueba única”, criticó que el juicio se basara en “prueba testimonial”.
Díaz basó su alegato en una suerte de clase magistral sobre el valor de los testimonios y advirtió que fueron aportados por “víctimas, que lógica y razonablemente tienen interés en el resultado del proceso”. Y, punto seguido, advirtió que “la prueba testimonial es la más frágil de todas las pruebas”.
Aunque aclaró que no estaba pidiendo “la descalificación absoluta de los testigos”, pidió al tribunal que fuera “riguroso, prudente y razonable” y tuviera en cuenta a los testimonios como “mero indicio acompañado de prueba independiente”. Advirtió, entonces, que “todas las acusaciones de tortura se sientan en los testimonios de las víctimas”.
Sobre los reconocimientos que se realizaron durante las audiencias, en los que se invitaba a los testigos a ver a los imputados, advirtió que “no fueron realizados con las formas de la ley para garantizar su eficacia, sino simples señalamientos”. La abogada se quejó también porque las fotos de los imputados fueron publicadas en internet, en medios gráficos y hasta se hicieron afiches con ellas, con lo que trató de restar validez a los reconocimientos.
Sobre el caso Pinto, por el que se acusa a Morel, dijo que incluso la prueba testimonial es insuficiente, debido a que según la defensa, se basan únicamente en que fue quién condujo a la víctima al calabozo de castigo” del que iba a salir en grave estado.
Luego de valorar partes e informes a favor de su defendido, aseguró que las pericias caligráficas sobre los documentos favorecen a Morel.
Como algunos de sus colegas –pero no todos-, Díaz también calificó los hechos como “horrorosos y lamentables”, y pidió la absolución del delito de “torturas seguidas de muerte”, para sugerir al tribunal que se abstenga de apoderarse de testimoniales de otras causas penales, lo que calificó como “obtención ilegítima de pruebas”.
Antes de hablar sobre Peratta, la abogada se quejó por la posible calificación de los delitos cometidos como de crímenes de lesa humanidad, que requieren de “un conocimiento subjetivo” de los delitos que se hubieran cometido.
Entonces sí, se refirió al adjuntor acusado de nueve casos de torturas, a quien consideró “víctima del terrorismo de estado”. Según la abogada, Peratta estuvo en la U9 durante un año y un mes, hasta que en 1978 fue declarado “prescindible por razones políticas”.
Díaz aseguró que su defendido fue sancionado por permitir a un preso político tener una visita íntima y luego de un arresto de diez días, le dieron de baja. Años después, dijo la abogada, se lo consideró víctima del terrorismo de estado por las leyes reparatorias, pero después se lo detuvo por el caso que ahora es juzgado.
Luego de volver a atacar la posibilidad de que pudieran aplicarse las calificaciones de genocidio y crímenes de lesa humanidad, la abogada pidió que sus defendidos queden en libertad. “Al finalizar el debate cesan las razones por las que están detenidos”, aseguró.

CARLOS DOMINGO JURIO. El médico Jurio fue representado por los abogados Andrés Vitale y Luis María Giordano -instructor de la oficina de Asuntos Internos de la Bonaerense-. Acusado de del delito impropio de omisión de torturas seguidas de muerte, por parte de la fiscalía y de tortura seguida de muerte por la familia de Alberto Pinto, muerto en 1977 como consecuencia de las torturas.
Luego de informar que compartiría el alegato con Giordano y adherir a quienes rechazaron la calificación de lesa humanidad y genocidio, se encargó de analizar el caso Pinto, con la intención de poner en duda la fecha en la que se produjo la golpiza que le causó la muerte, meses después, como consecuencia de una herida en el yeyuno (una parte del intestino delgado). “La mejor explicación sobre cómo sucedió nos la da nuestro defendido”, dijo Vitale, y destacó que si la herida se hubiera producido el 15, el detenido habría muerto en 24 o 48 horas, cuando está comprobado que debió ser internado el 20 de diciembre.
Punto seguido, atacó a las querellas: “las acusaciones tienen que ser una relación clara precisa e inequívoca de los hechos, algo que no lograron”, afirmó. Y se dedicó, entonces, uno por uno a los abogados, a quienes dijo que la defensa necesitaba saber cuáles eran las pruebas valoradas, “para poder ejercer la defensa”. Finalmente, calificó a las acusaciones de “inválidas, ineficaces e insuficientes –cuando no “inexistentes”- porque violentan el derecho a defensa” y, luego de advertir que el tribunal “no puede subsanar estos errores”, pidió la absolución.
Giordano dijo que el delito de omisión de torturas seguidas de muerte por el que se acusa a su defendido fue incluido en la ley 23097, de 1984, cuando el hecho que se juzga ocurrió en 1978. En el medio habló de problemas intelectuales varios, la ética, el bien y el mal, Borges (Jorge Luis) y Perón (Juan Domingo). Su discurso florido conmovió a los acusados, alguno de los cuales creyó correcto coronarlo con un aplauso y causó risas en el público cuando cerró después de agotar “el beneplácito del ejercicio de la palabra”. Pidió, claro, la absolución.


DUPUY, VEGA Y FAVOLE.
Roberto Citterio, abogado defensor del ex jefe de la U9, Abel Dupuy, acusado de homicidios, tormentos seguidos de muerte y varias privaciones de la libertad y tormentos, como autor y co-autor, y del penitenciarios Isabelino Vega y del médico Luis Domingo Favole, pidió la nulidad total del proceso, con el argumento de que el inicio de los hechos que se investigan en el juicio fueron conocidos en el "denominado Juicio por la Verdad", al que consideró ilegal.
"Hay que poner en su debido marco a los procesos por los que se dieron los Juicios por la Verdad. Esos procesos se hicieron porque impedían la punibilidad de los eventual e hipotéticamente criminales", aseguró. Y describió: "una norma especialmente dictada por la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata" para juzgar "presuntas e hipotéticas acciones criminales" que nacieron de la "imposibilidad jurídica de punir" y con el argumento de que "existe un derecho de las víctimas a conocer la verdad".
Además, el abogado aseguró: "Aquí no existe lesa humanidad", y argumentó que "existen constancias escritas que fueron habidas a más de 30 años de ocurridos los hechos" pese a que su defendido Dupuy hubiera podido "destruirlo" por ejemplo cuando asumió como segundo jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). "Con el convencimiento de que ningún delito habían cometido preservaron esos documentos", aseguró.
"Parece raro que la Cámara Federal se arrogara el derecho a juzgar la verdad sin la posibilidad de punir no existe proceso panal", advirtió.
Entonces, se preguntó "¿qué fue el Juicio por la Verdad?" Y, aunque sin pruebas, denunció que "había un acuerdo para producir la instrucción de la instrucción".
Citterio dijo que la imputabilidad hizo que los acusados "no se preocuparan en generar prueba a su favor" y sin "un defensor técnico" que hubiera podido recomendar, por ejemplo, que no declarara. Entonces, advirtió que aquellos juicios eran "una celada, una trampa".
Al hablar puntualmente de su defendido, aseguró que participó del Juicio por la Verdad luego de haber sido llamado a declarar en el marco de una "declaración informativa".
Además, dijo que Shifrin ya había reconocido que la intención era estimular "el empleo de los tribunales para la sanción de los delitos cometidos por el terrorismo de Estado" y afirmó que aquella prueba "ilegítima" había sido recabada una vez "superadas las circunstancias de impedimento de punibilidad".
"Se afectó el derecho de defensa, le dijeron que no iban a ser punibles, pero la prueba testimonial allí producida ha sido incorporada sin control de defensa", afirmó.
Al cierre de esta edición del lunes, Citterio presentaba su segunda razón de nulidad: testigos propuestos y aceptados que finalmente no pudieron declarar. Y el juicio pasaba a un cuarto intermedio hasta el martes a las 10.

Raúl "Nazi" Rebaynera con Diagonales en la mano al salir del ex edificio de la AMIA, donde se realiza el juicio

Por Martín Soler

DUPUY Y FAVOLE. Roberto Citterio, abogado defensor de Dupuy, Vega y Favole, continuó ayer con su alegato que fue interrumpido anteanoche. El letrado se basó en atacar el alegato de los fiscales Hernán Schapiro y Marcelo Molina por entender que no se ajusta a derecho.
"En la requisitoria de elevación a juicio, a Dupuy se lo imputa por supuestamente pertenecer a un 'aparato represivo de poder' pero para el fiscal se trata de una 'empresa criminal conjunta' y así cambió las reglas del juego", se quejó el defensor.
Con distintos argumentos técnicos sostuvo que a una misma persona no se la puede ubicar en dos situaciones procesales distintas, al entender que es "autor" o "coautor" de un delito pero no las dos situaciones al mismo tiempo en un mismo hecho.
Para sus tres defendidos reclamó la absolución de los delitos que se les imputan por falta de pruebas. "No hay pruebas testimoniales ni en la instrucción ni durante el juicio", sostuvo.
Sin embargo indicó que "a este juicio le está faltando una pata" por entender que los militares que tenían bajo su control la Unidad 9 son los que deberían estar sentados en el banquillo de los acusados, junto a un grupo de jueces y otros funcionarios del gobierno militar.
Además utilizó el cambio de carátula que realizó en su alegato el fiscal Molina para pedir la libertad del médico Favole.
Sobre el cierre de su exposición solicitó a los jueces que dicten la "inmediata libertad" de sus tres representados por considerar que la prisión preventiva rige hasta la finalización del juicio oral. También planteó que, en caso de un veredicto condenatorio, permanezcan libres hasta que la sentencia quede firme.

EL "NAZI" Y CÍA. Los penitenciarios Elbio Cosso, Víctor Ríos, Segundo Basualdo y Raúl "Nazi" Rebaynera fueron defendidos por Flavio Gliemmo quien manifestó que hubo "violación al proceso legal" ya que sus defendidos "se enfrentaron a cinco acusaciones diferentes".
"Es imposible materialmente defenderse de cinco acusaciones diferentes, todas ellas de absoluta gravedad", se quejó el letrado. Y graficó a las imputaciones como "tirar un escopetazo con perdigones: alguno voy a pegar".
Al darle paso a los conceptos técnicos pidió que se declare "nula" toda la prueba obtenida en base a los testimonios del Juicio por la Verdad que se desarrolla en la Cámara Federal de La Plata desde 1998.
"La mayoría de las acusaciones no fueron clara ni precisas" en un golpe que fue directo a las querellas y a la fiscalía. Según su entender, se omitieron aspectos técnicos que hacen insostenible los alegatos.
Además, explicó por qué a la Unidad 9 no se la puede equiparar con un centro clandestino de detención como plantearon los querellantes. "Los internos tenían cuatro comidas diarias, estaban en un lugar ubicable y a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, tenían atención médica, psicológica y odontológica".
Sobre Valentín Romero, Gliemmo desacreditó que fuera el apodado "Culito de Goma", basándose en las características físicas del imputado. Y solicitó que se lo absuelva por ser ajeno a las imputaciones aunque como planteo subsidiario pidió la absolución por el beneficio de la duda.
Sobre Segundo Basualdo argumentó que fue reconocido "por muy poca gente", en referencia a los testigos que pasaron durante el debate y pidió su absolución por el beneficio de la duda, pero ante una posible condena, pidió que se aplique el mínimo de la pena.
Para defender a Rebaynera arguyó que sobre 1.800 internos que tenía el penal "sólo 9 dijeron que les pegaba, apenas el 0,5 % dijo que ponía música, les pegaba y los cazaba".
Sobre Elbio Cosso afirmó que "no participó" de la brutal requisa del 13 de diciembre de 1976 -día que Dupuy se hizo cargo del penal- ya que en esa fecha era "el segundo Jefe del Servicio penitenciario" provincial y ninguna autoridad de ese rango era convocada a participar en requisas de penales. Luego pidió la absolución de su asistido.
Ya en cierre de su exposición reclamó la libertad de todos sus defendidos hasta que el fallo quede firme.

PARA TERMINAR
Con la finalización de los alegatos de la defensa, terminó la primera etapa de las exposiciones de argumentos de las partes quienes pidieron condenas, libertades y absoluciones –según cada cual– para los catorce penitenciarios de la Unidad 9 de La Plata acusados de crímenes de lesa humanidad ocurridos en el penal durante la última dictadura. El próximo martes será el turno de las réplicas y dúplicas de las partes para que luego, un día después, el Tribunal Oral Criminal Federal I adelante el veredicto.
Por el juicio, que comenzó el 12 de abril, pasaron ciento veinte testigos que relataron las torturas que sufrieron durante su encierro en el presidio. Algunos identificaron a los guardias que los sometieron a palizas, duchas de agua fría en invierno y estadías en celdas de castigo.
Las audiencias se retomarán el próximo martes a las 10, cuando está previsto que las partes contesten los agravios que consideren haber sufrido en los alegatos. Luego, los imputados tendrán la oportunidad de hacer uso del derecho de tener la última palabra en el debate antes que los jueces se retiren a deliberar para el veredicto cuyo adelanto, en principio, fue pautado para el miércoles 13 de octubre.

Fotos: Esteban Martirena