"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

9 de noviembre de 2010

Un nazi en la escuela


El padre policía de un alumno y un misterioso amigo nazi que entró al colegio con amenazas de tiempos pretéritos, superados y remotos, merecieron ayer el repudio de la comunidad educativa en un acto de reparación para los integrantes del Centro de Estudiantes. Fue en el patio cubierto de la escuela Media Nº 33, ex Normal 2, de La Plata, con varios oradores que recordaron a los desaparecidos y destacaron la adhesión de la institución en la defensa de los Derechos Humanos. Faltó autocrítica y hubo una pequeña escaramuza cuando un par de padres de alumnos de otro colegio levantaron una pancarta.
El acto había sido llamado para las 9.30 y Soledad Rovella, vicepresidenta del Centro, se había ganado un lugar como “la chica de la puerta”, feliz de poder recibir y guiar a los medios de prensa que llegaban hasta el edificio de diagonal 78 entre 4 y 5 pese al mal humor que generaba en un joven preceptor que prefería cumplir órdenes del director. “Yo ya organicé todo”, decía la estudiante, vestida de negro de los pies a la cabeza, con un pin de la esvástica nazi prohibida en el bolsillo de la mochila, que cargaba sobre la espalda. “¡Soy portera!”, afirmó, con una sonrisa de oreja a oreja que hizo temblar de orgullo a la auténtica portera de la escuela.
En el pabellón cubierto con un tinglado el sonido del recreo era igual al de cualquier recreo, en cualquier tiempo y lugar. Las paredes del patio del Normal 2, en cambio, mostraban ayer el lado más particular del colegio. Además de las banderas y enormes pancartas colocadas por los alumnos para la ocasión, había en las paredes cartulinas con varias frases de Envar el Kadri, Cacho, fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), y un homenaje a Néstor Kirchner escrito a título personal por el presidente del Centro de Estudiantes, Gustavo Docters, quien iba de aquí para allá con una remera intervenida: “la lucha continúa a pesar de la Noche de los Lápices”, decía.
Mientras los demás conversaban, los integrantes del Centro prepararon el sonido para el acto, que pudo realizarse con una hora de retraso, con los estudiantes a pleno y la presencia de los alumnos del jardín de infantes, sala naranja, que el año que viene irán a primer grado, pero aún visten pintores celestes y rosas.

LOS DISCURSOS. Cuando Isabel Donato, directora de una de las unidades académicas, empezó a hablar, el patio parecía un pandemónium. Algunos empezaron a chistar cuando la docente inició la lista de las autoridades presentes, pero pronto llegó a los "distintos centros de estudiantes de la ciudad" y hubo un gran aplauso. Entonces, discurso, barullo y aplausos se pusieron en armonía.
Donato explicó que el acto se realizaba para “expresar nuestra adhesión a la defensa de los Derechos Humanos” y afirmó: “recordar nuestro pasado nos determina cómo somos en el presente. Nos determina para mirar al futuro, tratando de crear un país mejor”.
La profesora de historia Susana Jaló, fue recibida con una ovación. “Los alumnos dan la identidad a esta institución en la que se permite pensar distinto, se tolera, se escucha y se alienta a la participación de los estudiantes”, dijo. Y después de asegurar que “ningún pibe nace chorro”, afirmó que “apoyar la pena de muerte es parte de una soberbia que debe ser desterrada de este país”, lo que fue recibido con un gran aplauso por los estudiantes. “Vale la pena enseñar en libertad”, terminó.
Ex alumno del colegio, ex detenido desaparecido y papá del actual presidente del Centro de Estudiantes, Walter Docters, respaldó a los chicos y aseguró que los padres “no estamos dispuestos a dar un paso atrás”. Fue muy festejado. El Inspector Nelson Herrera y el director de otras de las unidades académicas del colegio, Emilio González, le siguieron en el uso de la palabra. González leyó “Si este es un hombre”, de Primo Levi, a los alumnos.
Un altercado se produjo en el patio cuando hablaba la directora provincial de Educación Secundaria, Claudia Bracci, y tres padres del colegio Normal 3, donde un profesor redimió a la dictadura, levantaron un cartel: “Oporto y Casal son responsables”, decía. Mientras Bracci destacaba la rápida respuesta de las autoridades y ubicaba el límite de lo tolerable en la reivindicación de la tortura, los padres levantaron la cartulina que provocó algún revuelo, al punto que un preceptor –luckeado como Emilio Pérsico– se asustó y llamó a los alumnos de uno de los terceros a regresar a su aula, lo que fue impedido a tiempo por sus compañeros. La funcionaria llamaba a participar sin miedo y a dar la voz, mientras el presidente del centro pedía a los padres que se rescataran y guardaran el cartel. Después, Donato aclaró que el acto no era político y afirmó: “se equivocaron los que así lo pensaron”. Docters pidió a padres y autoridades que hablaran después del acto.
La candidata a presidenta del centro de estudiantes, Casandra Flores y la actual vice leyeron juntas un texto en el que llamaban a respetar las ideas. Damián Zárate, el alumno al que se dirigieron las amenazas (ver aparte), se limitó a agradecer a todos y cedió la palabra a Docters, quien dijo que los alumnos exigían "memoria, verdad y justicia" por todas las víctimas de la dictadura.
Antes de salir a preparar la marcha por las plazas del centro platense, que hicieron al mediodía, los alumnos dijeron su consigna: “Unidos no nos vence nadie”.

Foto: Manuel Cascallar

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