"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

4 de marzo de 2011

Un vecino despechado baleó a una prostituta

Una prostituta baleada, una historia de amor –tal vez–, y de odio, de machismo y sometimiento -de marginación-, se esconde en un hecho que conmocionó ayer por la mañana a quienes viven cerca de Plaza Matheu, en una zona roja del casco urbano platense en la que los vecinos conviven con putas, travestis, transas y prostituyentes.
Patricia tiene 46 años y está fuera de peligro, pero su vida corrió serio riesgo cuando un vecino –amigo, novio y amante– le disparó con un revólver 32 largo y le pegó un tiro en el pecho.
Un policía custodiaba ayer la casa del atacante, identificado como Cacho Cossi, de 70 años, en 66 entre 2 y 3, mientras el hombre permanecía detenido, acusado de tentativa de homicidio. En el barrio, los vecinos hablaron con la condición de no ser identificados, por miedo a represalias.
Los hechos ocurrieron en la esquina de 2 y 66, donde todos los días, durante todo el día, un grupo de trabajadoras sexuales, mujeres y travestis, ofrecen sus servicios. Fueron entre las 8 y las 9 de una mañana que se presentó movida, “había escuchado algunos gritos y más tarde los tiros, que sonaron como si fueran dos cohetes, pero no le di importancia”, reveló un joven que vive a pocos metros de la esquina.
–La mujer era una conocida del señor –dijo, no sin ironía, otro vecino.
–¿Conocida?
–Sí. Una amiga, una novia. Amante.
–…
–¡Claro! Parece que la vio con otro y se puso celoso. Hace un par de días que peleaban –reveló.
–El sabría que se prostituía.
–Sabía, pero parece que se puso celoso porque la vio coquetear con alguien. Estará enamorado y la mina andará con otro.

La misma versión, palabras más o menos, dieron otros vecinos, quienes revelaron que el hombre había entablado una relación de amistad no sólo con la prostituta que baleó, sino también con algunas travestis, a las que dejaba dormir en su casa.
La escalada de violencia entre la pareja tuvo ayer a la mañana su pico más alto. Cossi fue a la esquina con un reclamo y agredió a Mendoza, pero tres o cuatro travestis que esperaban a sus clientes en el lugar decidieron intervenir y agarraron al hombre a golpes. La mujer, entonces, tomó un fierro y rompió todos los vidrios del Volkswagen azul de Cossi.
Cuando pudo zafar de las travestis, Cossi corrió a su casa, buscó en su escondite el revólver calibre 32 largo, que después secuestró la policía, y volvió a la calle. Una vez en la esquina, disparó al menos tres veces. Un tiro impactó en el pecho de su víctima, que fue trasladada al hospital San Martín, donde anoche permanecía internada, fuera de peligro.
“Yo le decía que no se metiera en ese ambiente, pero no sé qué le pasó”, dijo un vecino. Y agregó: “Cacho tiene su historia, porque estuvo preso por un tema de drogas, pero ahora no andaba en nada”.
“Dicen que se engachó con la flaquita, una alta, de pelo corto, que hacía un tiempo ya que paraba en esta esquina. Bueno, paran acá, en 2 y 66: de día mujeres y de noche, travestis. ¡Bah! Están todo el día, a veces medio en pelotas. Cuando oscurece esto parece un cabaret”, dijo un vecino.
A metros de la esquina, en una casa a la que se accede por un portón negro que antes tuvo vidrios y ahora tiene paneles de plástico traslúcidos, mujeres y travestis se enroscan sobre sus clientes. “Todo bancado por un policía, uno de los capos”, especuló un hombre.
“Ya no se puede vivir en las esquinas de este barrio. Te vuelven loco, dejan botellas tiradas, preservativos, y el dealer que les trae la droga los mata, vidrio molido les debe dar, porque quedan destruidos todo el día”, contó un joven.
Para los vecinos, la zona es un pandemónium que sufren todos los días y que se intensifica los jueves a la noche, cuando los motoqueros que salen durante la madrugada a correr picadas y a copar la ciudad con los ruidos de sus motores pasan por el lugar con piedras y palos, para atacar a las travestis.

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