"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

6 de abril de 2008

Cambió de sexo, se casó, se separó y ahora sale de putas con amigos


Si algunas veces la vida es puro vértigo, imagínese tener casi 45 años y vivir en el envase equivocado. Ser hombre y sentir como mujer, ser mujer y sentir como hombre. Y más todavía. Que la medicina y la justicia se pongan de acuerdo para, de una vez por todas, subsanar las diferencias genéricas. Eso es lo que le ocurrió a Silvia Cristina Pérez Naya, nacida en La Plata el 12 de abril de 1960, hoy Sergio Gabriel Pérez Naya, nacido en La Plata el 25 de abril de 2006. Doblemente platense después de la operación de cambio de sexo: “Hace un año que tengo un pene como cualquiera y lo uso como cualquiera. Me ha dado mucha felicidad porque los médicos han sido muy generosos”.
Gabriel vive en Mar del Plata, donde trabaja para la Municipalidad de General Pueyrredón. Y en estos dos años, desde que comenzó a ser el hombre, vivió una vida a puro vértigo, se casó, se separó y ahora la pasa de joda con sus amigos.
“La última operación fue el 5 de febrero, hace casi dos meses, para terminar de arreglar unos problemas estéticos. La operación es muy compleja, en una primera etapa se quitan las mamas, vacían a la mujer de todos los órganos femeninos y crean de un pseudo pene; el envase en el que después se coloca la prótesis peneana, y los testículos de silicona”, describió el nuevo hombre, que en su caso usa una prótesis peneana hidráulica fabricada en EE.UU. “Con la segunda operación uno puede tener relaciones sexuales. No tenés eyaculación, pero sí erección. Y los sentidos. Sentís el mismo placer que siente cualquiera con la única diferencia que no eyaculás. Los orgasmos son los mismos que puede tener cualquier hombre”, aseguró Gabriel.

VARÓN. Quienes se cruzaban con Gabriel cuando era Silvia tenía complicaciones para identificarla como una mujer. “Mucha gente me miraba dos veces porque no sabía si era un hombre o no”, reconoció. Y agregó que los mayores problemas se producían cuando debía realizar un trámite en el que tenía que entregar su DNI y su imagen masculina contrastaba con su nombre oficial.
“Me trataban como hombre, pero después miraban el documento y figuraba que era mujer. O sea, a simple vista les daba que era un hombre, pero era una mujer. Esto fue así toda la vida”, explicó.
“Siempre me vestí como varón”, dijo Gabriel, que tal vez tenga apenas alguna imagen femenina de su paso por la escuela Nº 8, de diagonal 74 y 16. Tanto se sentía hombre que hasta tuvo alguna novia, como la mujer con la que se casó apenas pudo cambiar de sexo y su bulba, por un pito.
“Justo me estaba por operar cuando comenzó nuestra relación. Los dos pensamos ahora que aquella vorágine nos confundió los sentimientos y en ese momento pensamos que lo mejor era casarnos y hasta tuvimos un montón de proyectos que después nos dimos cuenta que no eran lo que queríamos”, reconoce ahora.
Según Gabriel, la separación “fue una cosa conversada, bien hablada, de dos personas adultas. Nos dimos cuenta que nos apresuramos. Salió la operación y el documento y por ahí cometimos un error. Hubo determinadas cosas que no vienen al caso, pero tres meses después de casados nos separamos y hoy empecé a vivir la vida que no viví en 46años”.

PIRATAS. Muchos hombres se ven como los describe la canción de Los Auténticos Decadentes. Llamadas misteriosas / encuentros clandestinos / hoteles alejados / lugares sin testigos / Nos sacamos el anillo carcelero / y vivimos una noche de soltero... dice la canción Los Piratas, y ese parece ser el camino por el que los amigos guiaron a Gabriel, una vez que pudo hacer uso (y abuso) de su pito.
- Lo que ocurre es que en estos dos años viví todo lo que no pude hacer en 46 años.
- ¿En qué sentido?
- En todos; lo que un tipo hace a los 18 ó 20 años yo lo hago ahora.
- Tus amigos no tienen 18 años
- No. Andan entre los 38 y los 48
- ¿Y qué hacen?
- Nos juntamos… vamos a bolichear, jugamos al póker. Vamos a algún que otro cabarute
- Dicen que en Mar del Plata hay muchos...
- Jajaja. Dicen bien
- ¿Tus amigos no serán casados?
- Hay cuatro separados y otro que está en capilla… y hay un par de casados que sólo vienen a comer asados y a jugar al póker.
Silvia Cristina Perez Naya nació en La Plata en 1960 y vivió hasta los 12, junto a su hermana y a su mamá, a quien considera lo más grande del mundo. En La Plata cambió su sexo femenino por uno masculino en 2006 y pudo ser rebautizado como Sergio Gabriel Pérez Naya.
Es Pincha a muerte, sufre como un perro si el partido es peleado y cada vez que llega a la ciudad de la diagonales disfruta la posibilidad de ver a Estudiantes en el Estadio Ciudad. Su sueño, dice, es que la Brujita Verón le regale la camiseta firmada por el plantel. Es tan fanático que hasta colecciona la revista Animals. Y es más, “el día después de la operación, Estudiantes jugaba por la Copa Libertadores contra el Corintians, creo, y les pedí a los médicos que me cambiaran de sala para ver el partido. Tenía que estar 24 horas en terapia, pero a las 12 horas ya estaba alentando al Pincha”, recordó.
Silvia Cristina y Sergio Gabriel. Dos veces platense.

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