"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

13 de abril de 2008

El semillero skater en la Torre I

No se pueden poner de acuerdo sobre cómo es que se hace El imposible. La tabla tiene que dar una vuelta completa, eso es seguro, pero hay quien dice que es un giro de 180 grados con la tabla paralela al suelo y quien contradice con algunas dudas y piruetas improbables. La discusión se da entre un pequeño grupo de chicos que van desde los 9 a los 14 años que aprenden a andar en skate en la Torre I, mientras esperan la llegada de “los grandes”.
Santiago Rezza tiene 9 años y llegó al centro con su papá, que pasea por plaza Moreno con su hermano menor mientras él aprende este deporte que parece tenerlo atrapado, junto a los otros chicos y con su amigo Lucas Chancel, de 11, pioneros de esto del skate en su barrio.
Santiago es el más chico y está movilizado: “Le escribimos una carta al intendente de Berisso para que nos construyan un park en la plaza que hay en manzana 7, a la vuelta de casa”, contó. Y avisan que él y Lucas fueron los primeros, pero cada vez hay más chicos con tablas en Berisso. “Se nos copian todos”.
Enzo Coscarella, de 10; Mauro Naum y Matías Chávez, de 13; Tomás Viñas y Boris Mezza, de 14; todos copan la parada en la esquina hasta las 17, cuando llegan los chicos de 16, 17 y 18 años. Más tarde, empiezan a llegar los más grandes, que apenas pasan los 20 años. Algunos, sin embargo, habrá aprovechado el feriado para ir a Buenos Aires, donde dicen que hay mejores lugares para andar en skate, como el Correo Central.
“Esto es un semillero”, dice Boris, que vive en el barrio Aeropuerto y estudia en el Normal 1, frente a Plaza Moreno. “A la mañana vengo a la escuela. Salgo al mediodía y me voy a mi casa a comer. A las 3, vuelvo a salir para acá y recién regreso a las 9 de la noche”, cuenta. A Boris, andar tantas horas con la tabla no le impide ser un buen estudiante: 8,96 fue el promedio con el que terminó Noveno, según dijo a Diagonales.
A medida que avanza la tarde comienzan a llegar al lugar los chicos más grandes. Iván Hermida, de 16, es de Gonnet y también practica en una estación de servicios abandonada de Belgrano entre 12 y 13. Como casi todos, intenta venir todos los días.
Los chicos sueñan con un park y organizan una asociación civil para impulsar el desarrollo del deporte, que es muy difícil de practicar porque los acusan de dañar los edificios públicos, algo improbable. En La Plata, por ejemplo, les está vedado el mejor lugar: el Teatro Argentino tiene barandas, escaleras y buen piso, pero la policía les saca las tablas si los descubre en esos espacios.

Tabla
Una armada puede costar unos $550. Las hay más caras, pero los chicos usan el boca en boca para la compraventa y se consiguen a $150.
Imprescindible
Se necesita calzado de suela ancha, acolchonado y con puntera de cuero. La suela se gasta por el contacto con la lija de la tabla, que da agarre.
Innecesario
Fuera de las zapatillas y las tablas, no hay nada que los skater necesiten. Pueden usar rodilleras o coderas, pero inocomodan algunos movimientos.
Posibles
Rodilleras y coderas están mal vistas en las calles, pero bien en los parks, porque se toma más altura y los golpes pueden llegar a ser muy fuertes.

Zapatillas
Además de la tabla, que se compra una vez y -si no se rompe, se pierde o es robada- dura varios años, lo más caro a la hora de practicar skate son las zapatillas. Y las hay de varias marcas.
Entra las preferidas, las nacionales son Kriol y cuestan unos 200 pesos.
Entre las importadas, las más económicas son Avio y salen alrededor de 300 pesos. Después están las Cyrca y las Element -lo mejor de lo mejor según los chicos de La Plata-, que cuestan unos 450 ó 500 pesos.
Son fundamentales las suelas, pues se gastan en el contacto con la lija.

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