"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

16 de marzo de 2009

Des-fa-cha-ta-da

Diría de sí mismo que es un hombre correcto, respetuoso y, por sobre todas las cosas, res-pon-sa-ble. Eso es lo que podría decirle a su mujer, a sus hijos, a sus nietos, a todos sus vecinos y al dueño del taxi que maneja. “Soy un hombre correcto”, les diría, en tono solemne, seguro.Incluso, si por la calle, bajo la lluvia, una chica fuera contramano en su bicicleta para ganar tiempo y acortar el camino a casa, el camino al trabajo o el camino a la facultad, reaccionaría contra la imprudencia, ofendido, como si la chica hubiera cometido un acto moralmente condenable. El gesto primero -atención-, podría parecer de preocupación, pero no. La frase que saldría de su boca sería la del tipo correcto, respetuoso y, sobre todas las cosas res-pon-sa-ble. Ese tipo cansado de los insensatos y los temerarios que andan por las mismas calles que él, como esa chica que anda en bicicleta, contramano, bajo la lluvia. Y entonces, el hombre diría: "¡des-fa-cha-ta-da!".Más tarde, incluso, podría contarle a su mujer. Y hasta lograría un cierto tono de misericordia con la chica, pobre, que andaba contramano, que ponía en riesgo su vida y a prueba la capacidad de una compañía de seguro cualquiera, en el peor de los casos, imagínese, que un auto la atropellase.Lo que de seguro escondería a su mujer el tipo correcto, respetuoso y, sobre todas las cosas, res-pon-sa-ble, es que él mismo acababa de ponerse en riesgo, de poner en riesgo la vida del pasajero que llevaba en su taxi, la de los peatones que cruzaban la diagonal 80 y la de todos los que venían en dirección contraria -y tenían la luz verde- cuando, irrespetuoso, incorrecto e i-rres-pon-sa-ble dobló en la diagonal a la izquierda, sólo porque quería evitar el tránsito atascado en plaza San Martín, bajo la lluvia. Des-fa-cha-ta-do.

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