"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

2 de junio de 2009

¡Yo también!

Dice Galeano que hablan las paredes. Y recuerda que, aunque para el diccionario los grafitis sean “de carácter popular y ocasional, sin trascendencia”, el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani condenó a los peligrosos autores de palabras y dibujitos, porque “ensuciando las paredes revelan una conducta protocriminal”.
Tal vez un día haya que invitarlo a La Plata a Galeano, para mostrarle una ciudad con paredes que tiempo atrás quisieron ser silenciadas, no sólo blancas puras e impolutas, sino con pintadas de un proyecto de Ciudad Limpia, descarada propaganda política oficial y preelectoral. Aquella idea de explicarles a los vecinos las más elementales normas de conductas, enseñanzas de preescolar, tal como que no debe arrojar un papel a la vía pública, fue la excusa que encontraron desde el oficialismo municipal para censurar a todos los partidos políticos opositores.
Ahora, aunque los concejales aún no derogaron la famosa ordenanza censora, represiva, el gobierno municipal no sale cual policía a callar a las paredes. Y es una suerte, como dice Galeano, porque “ellas no siempre se sienten violadas por las manos que las escriben o las dibujan. En muchos casos, están agradecidas. Gracias a esos mensajes, ellas hablan y se divierten”.
En las paredes platenses se pelean los de Gimnasia con los de Estudiantes y los de Estudiantes con los de Gimnasia, un chico declara su amor a una chica y se invita a un escrache contra un represor. Hay, también mensajes que desafían a una diversidad sexual, que invitan a un acto, sindicatos que llaman a la lucha y partidos políticos que piden votos. Preguntan por Julio López las paredes. Y hay una “Banda de Perón” que toma posición en el conflicto del campo, milita y exige: “asado y vino con precios argentinos”. Y un grafitero sincero, que escribe: “¡Me quiero!”.

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