"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

23 de junio de 2009

¿No tenés una moneda?

El tipo subió al micro con los auriculares puestos y la música al palo, puso pausa para pedir el boleto y volvió a poner play en el mp3 mientras buscaba asiento. El micro estaba prácticamente vacío y casi sin querer llegó al último asiento de dos lugares. Ahí se sentó.
En los asientos de uno, a su misma altura, había un pibe, tal vez un estudiante universitario, que hablaba con un chiquito que iba un asiento más allá, arrodillado y con el pecho contra el respaldo; la mochila escolar a la espalda. Pensó que eran hermanos, pero se olvidó enseguida. El tipo escuchaba música y miraba por la ventana, sus ojos eran como una cámara en traveling sobre las casas y los negocios. Iba como en un videoclip. Colgado.
De pronto, el nene estaba sentado delante suyo, el torso de costado hacia la ventana, la cara apenas levantada, los ojos hacia arriba, un poco avergonzados, y un apenas perceptible movimiento en los labios. Stop.
–No escuché nada. ¿Me hablabas?
–Sí
–¿Qué pasa?
–¿Tenés una moneda?
–¿Para qué querés una moneda?
–Es que no comí nada y me quiero comprar un sánguche.
El tipo buscó entre sus monedas la más chiquita y encontró una de diez centavos. Se la dio.
–¿Te sirve?
–Todo suma. El otro también me dio 10 centavos, pero hay gente mala que no te da nada.
–Bueno, habrá gente que no tiene para darte una moneda. O tiene, pero no puede darte.
–El otro día un señor me dijo que no daba monedas a nadie.
–Y sí, puede ser. También hay gente mala. O tonta. ¿Cuántos años tenés?
–10
–¿Cómo te llamás?
–Martín
–¿Dónde vivís Martín?
–Y… por 7 y 90
–¿Y adónde vas?
–Voy a mi casa, pero no hay para comer. Mi mamá trabaja cuidando chicos pero no le pagan por día. Hay para comer a la noche, pero de día no.
–¿Y tu papá?
–Mi papá no vive con nosotros.
–¿Con quién vivís?
–Tengo cinco hermanos ¿No tenés una moneda más grande?
–¿Cómo te va en la escuela?-, preguntó el tipo, mientras sacaba 25 centavos.
–Bien, pero repetí, porque iba a la mañana y no me podía levantar. Pero ahora me levanto.
–¡Qué bueno! ¿Y tus hermanos van a la escuela?
–No, ya son grandes, tienen 20, 21… ellos trabajan, pero les pagan poco. Diez pesos por día.
–¿Por qué no vas a un comedor?
–En la escuela no hay.
–Bueno, preguntá en tu barrio y pedí que te lleven al comedor del Padre Cajade. ¿Te vas a acordar?
–Sí.
–¿Seguro?
–Sí, es ese que lleva a los chicos al colegio en un colectivo y ayuda a las madres que las golpean y tienen problemas.
–Sí, el mismo: Padre Cajade. Acordate. A vos también te pueden ayudar-, le dijo el tipo. Y le dio unos pesos, como para que al menos se pueda comprar un sanwich que le permita tirar hasta la noche.

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