"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

30 de agosto de 2009

Cultivadores de marihuana



La Corte Suprema despenalizó la tenencia de marihuana para consumo personal y Diagonales fue tras los cultivadores platenses de esa hierba para que cuenten sus experiencias. Parecía que iba a ser difícil dar con ellos, pero no, para nada. Apenas 24 horas bastaron para encontrar a cinco que aceptaron contar sus historias. Y todos hubieran sido capaces de presentar a varios amigos que también plantan para autoabastecerse. Como si salieran del patio a contar lo suyo, M., E., L., J.A. y R. (llamados por sus iniciales) hablan de adicciones, legalización, motivos y consecuencias del consumo. Al aire libre.

EXPERIMENTO. M. tiene 33 años y está en el final de una carrera universitaria en La Plata, que abandonó este año porque su mamá sufre una enfermedad terminal y él la está cuidando. Fuma desde el verano del '98 y cosecha desde 2007, para autoconsumo, aunque también hace canjes y alguna vez vendió.
"Empecé a fumar en el verano del '98 en un viaje que hice con un amigo de La Plata por el sur. Fue en El Bolsón. Se dieron las condiciones, porque yo hasta entonces tenía prejuicios. Todavía no me había llegado el turno", contó. Desde entonces, vivió en la ciudad y en un pequeño -pequeñísimo- pueblo de La Pampa, donde hacía 5 kilómetros hasta el acceso en la ruta para encerrarse en su camioneta a fumar un porro tranquilo: "No quería levantar la perdiz", justificó. Casi 10 años después, en 2007, hizo su primera experiencia como agricultor en una casa interna con un pequeño patio. Hasta entonces compraba, "con las dificultades propias de conseguir una droga ilegal".

–¿Cómo empezaste a cultivar?
–Empecé con la idea de imitar la experiencia de un amigo que me demostró que era posible. Fue casi por rebote, por valorar la calidad y para evitarme los riesgos que tiene ir a comprar a lugares marginales.
–¿Cuál es tu método de cultivo?
–Tenés que respetar las estaciones. Se siembra en primavera y hay que acompañar el proceso de la planta. Uno va aprendiendo, al principio abonás la tierra con productos orgánicos, pero luego te vas dando cuenta que no hay secretos: es sol y agua. Yo proceso la basura para abonar la tierra y aprovechar los recursos. El experimento te abre la cabeza. Aprendés de la lógica orgánica de la planta y adquirís una política ecologista. Te relacionás con la tierra desde la agricultura doméstica, que te ennoblece.
–¿Cuándo fue tu última cosecha?
–La última cosecha fue en abril y me va a alcanzar para consumir todo el año. Estoy en una situación particular porque mi vieja está internada muy mal y no puedo estar fumado, necesito estar atento a lo que me dicen los médicos, por lo que estoy fumando mucho menos, pero soy de los que fuman todos los días. Fumo en pipa, por lo menos una pipa por día. Además, tengo que estar tranquilo para poder disfrutarlo. Si estás bien y fumás, estás fantástico; pero si estás mal y fumás, vas a saber de verdad lo que es estar mal.
–Lo de tu mamá te está obligando a cambiar de hábito.
–Y sí. Mi vieja tiene una enfermedad terminal. Tiene cáncer y pasó dos meses internada… Yo quiero nebulizarla con marihuana. Ella está anémica pero no tiene sed ni apetito y yo creo que la puedo ayudar. Obvio que no le voy a dar de fumar, pero se puede vaporizar el thc para usarlo como analgésico. En Europa ya hay productos farmacéuticos que se hacen con marihuana.
–¿Alguna vez vendiste lo que cultivaste?
–Sí. Vendí y troqué.
–¿Canjes con otros cultivadores?
–Sí, también, pero tengo un amigo que me mandaba pizzas a cambio de marihuana. Y un par de veces hubo gente que quería pagar y no me pareció mal, de última, vendía algo de mi trabajo, que es el mismo que el que vende soja.

TRES PORROS DIARIOS. E. tiene 29 años, es estudiante de la UNLP y trabaja en una imprenta. Nació en Bahía Blanca. Es hijo de hippies y para él la marihuana es como el pan, aunque la primera vez que cultivó, cuando tenía 16 años, sus padres lo obligaron a tirar la planta. Empezó a fumar a los 15 años. Y no fue por rebeldía, ni novedad, porque sus padres fumaban delante de él cuando era un nene. "Me relaja, tiene cuestiones sedantes. Es una planta, no tiene agregados", describió.

–¿Cuándo empezaste a cultivar?
–Cultivo esporádicamente desde los 16 años siempre in door (puertas adentro), es decir en interior, con luz artificial y un ventilador sobre la planta, para que no se estanque, que se mueva y que no tenga bichos. Además, tiene gotera, para el riego y temporizador, para que tenga 18 horas de luz y 6 de oscuridad total.
–¿Qué dijeron tus viejos cuando se dieron cuenta?
–La primera vez que me vieron con una planta me la hicieron sacar, por miedo, no por lo que me pudiera pasar, sino porque mi familia no quería que la sociedad me juzgara. Más porque vivíamos en Bahía Blanca, donde si sabían que plantaba seguro pensarían que era un narcotraficante. Ahora me declaro fumador en todos los ámbitos en los que me muevo.
–¿Y por qué decís que cultivás esporádicamente?
–Cuando no cultivé fue porque no pude hacerlo. Por las mudanzas viví en casas en las que no era posible mantener la temperatura, o la luz. Y si la planta sale macho no sirve, aunque se puede usar para hacer hachís, necesitás algo así como 250 gramos de marihuana para hacer 25 gramos de un buen hachís casero. Pero esa es la cultura europea.
–¿Qué opinás de la despenalización?
–La despenalización rompe con el narcotráfico. Y rompe con los prejuicios. Y desmitifica en el sentido de que la marihuana no es una droga: no genera adicción. Yo fumo diariamente y bastante, me puedo fumar dos o tres por día. Para mí es como el pan. Y no estoy re loco. No es que vas a ser menos productivo. Podés venir a la facultad a estudiar y prestar atención en la clase. Igual, creo que hay que despenalizar, no legalizar.
–¿Vendiste alguna vez?
–Facilité.
–¿Y eso?
–Trueque.
–¿A cambio de qué?
–De todo. Siempre produje para mí y para mis amigos. Si daba, también facilité o hice trueques.

PARA BAJAR LA CORTINA. L. tiene 42 años y es el mayor de todos los entrevistados, aunque no el único que tiene un hijo. Vive en pareja y tiene una nena de 3 años. Alquila un departamento interno y tiene un pequeño patio en el que cultiva marihuana y tiene un perro. Trabaja de portero y también hace changas en sus horas libres.

–¿Te acordás de la primera vez que fumaste?
–El primer porro me lo fumé en el viaje de egresados a Bariloche, pero fue una cosa muy aislada, porque no volví a fumar hasta que vine a La Plata a estudiar. Al principio fumaba muy de vez en cuando, en alguna reunión, porque no era tan común como es ahora. No tenía nadie, era muy contado y cuando aparecía un porro era una fiesta.
–¿Era difícil conseguir marihuana en los '80?
–Conseguía por algún conocido. Cuando empezás a fumar de a poco sabés dónde ir a comprar, alguien te pasa alguna línea, te vas enterando de quién vende y en qué lugares. En mi caso no me tocó correr riesgos por ir a buscar faso. Nunca me metí en lugares que ni sabés qué te puede llegar a pasar. Nunca tuve desesperación.
–¿Cómo fue que empezaste a cultivar?
–El cultivo empezó por ver, por gracia o no sé cómo llamarlo… por la novedad de tener una planta. Con el tiempo empecé a ver que pegaba, que era rico, que el cuelgue era distinto al del comprado y empecé a cuidar las plantas para no perder las cosechas. En la época en que empecé a fumar no había casero ni autocultivo.
–¿Fumás del comprado también?
–No. Sólo de vez en cuando, si no tengo y me encuentro con algún amigo. Ahora no sé qué le ponen, pero realmente no sabés qué fumás. El faso comprado me pega muy violento, muy duro. Lo que tengo yo es más tranqui. Aparte, el precio se fue a las nubes. Prefiero fumar el casero.
–¿Te gusta cultivar?
–Está bueno. Que germine la semilla (con un germinador o en una maceta) y cuidar la planta, regarla, porque necesitas mucho agua, mucha humedad. A mi nunca me agarrró una plaga. Me ha pasado que se la comieran los caracoles, pero el problema es cuando son chiquitas, una vez que pasa los 40 centímetros ya crece sola y puede llegar a los tres metros. Son re cañas, crecen.
–¿Cuánto fumás?
–Depende de lo que tenga que hacer. Si tengo que hacer algo que necesito estar pilas no fumo. Me cuelgo. Fumo sólo si estoy seguro que ya no tengo nada que hacer el resto del día, que puedo estar al pedo. Entonces, le pego un par de secas y listo.
–¿Qué te parece lo mejor y qué lo peor de fumar marihuana?
–Lo mejor es el divague. El vuelo es lo mejor del mundo. Eso está buenísimo. Lo peor será el mal que le hace el humo al pulmón, la toxicidad por inhalar el humo.
–¿Vendiste alguna vez?
–No, no, ni en pedo. Regalé muchas veces, ni hablar. Pero vender ni se me cruzó por la cabeza.

RESCATADO. J. A. tiene 27 años, es empleado administrativo y ya no cultiva. De fumar todos los días durante algunos años, ahora fuma marihuana casera gracias a las cosechas de amigos a los que en su momento les regaló plantas o semillas. Le alcanza con dos o tres porros por mes.

–A los 15 fumé con un grupo de amigos, en una tarde de campo. Apareció uno que tenía y nos preguntó si queríamos probar. Nos sentamos en ronda y nada… no se percibió bien en ese momento. A los dos meses me fumé uno de noche, sin alcohol y lo sentí: me dio mucha hambre. Después, no me interesó más y creo que fue porque hacía mucho deporte. Volví a fumar a los 18, pero nunca compré. Fumaba la que había en el momento, porque alguien que cultivaba me convidaba.
–¿Cómo accediste al cultivo?
–Cuando tuve 20 años me regalaron dos plantas. Las cuidé, las transplanté a tierra en el fondo de mi casa y crecieron bien. Tenían buen aspecto y llegaron a medir como yo (1 metro 80). En ese momento, en mi casa nadie me preguntó nada. Siempre tuve aprecio por la naturaleza.
–¿Qué pasó después?
–Me puse a averiguar por Internet. Las fui cuidando y aprendí a curarlas, a cortarle las ramas. Aprendí a mirarlas, a olerlas, a tocarlas: si tenía resina por fuera, las cortaba. De las semillas de esas primeras plantas practiqué la siembra. Lo ideal es que las semillas estén en la oscuridad total hasta que exhiban la parte verde de la planta. Lo primero que sale es la raíz y si le da el sol se muere… no sé si es importante esto…
–¿Qué pensás?
–Creo que hay que saber hacer las cosas, (fumar) no es una boludés. Te puede cambiar la personalidad. Hay que tener un control. Dar a luz todo, para autolimitarse y que los demás te ayuden a limitarte.
–¿Vos le contaste a tus viejos?
–Al principio decía que era cualquier otra planta y de a poco fui dando la cara. Lo tomaron bien porque supe explicar que era normal, que si bien puede causar un daño... mostraba seguridad para dejarlos tranquilos. Conté que mis amigos también fumaban. Y les mostré que a ninguno de nosotros nos iba mal. Me permitió liberarme.
–¿Por qué dejaste de cultivar?
–Después de cada cosecha, después de haber fumado muchos meses seguidos, cuando me veía a mí mismo, me daba cuenta que había dejado cosas que hacer. Había abandonado un poco mi higiene, no me cortaba el pelo o no me afeitaba. La marihuana te quita un poco de incentivo. El exceso te derrumba, te desmotiva. Fumar mucho te deja en un estado de confusión. Se te vienen mil ideas a la cabeza pero no terminás ninguna. Pensás e imaginás, pero no hacés nada. Ahora sólo fumo tres o cuatro veces por mes. Algún fin de semana o cuando estoy a mil con el trabajo y quiero bajar un poco.
–¿Qué es lo mejor y lo peor del porro?
–Lo más positivo es la tranquilidad y la armonía que te da. Si estás sin apetito también es muy bueno, pero creo que es un efecto momentáneo, el inmediato después de fumar. Lo peor es el humo caliente, si a ese humo no lo llevás a un proceso de enfriamiento no te hace mal. La combustión es lo peor por el calor, que te quema células del esófago.
–¿Vendiste alguna vez?

–Nunca. Y siempre aconsejé a mis amigos que no vendan, que hagan trueques, por un vino, por una foto, por un cuadro, pero por plata no. Todo lo que producía lo compartía con amigos. Me querían comprar, pero nunca vendí nada. A los que querían comprar les regalaba.

OTRO RESCATADO. R. tiene 30 años, es casado y tiene una nena de 4 años. Es empleado de una editorial de Buenos Aires. De lunes a viernes viaja en micro para cumplir con su jornada laboral de 9 horas y media por día. Le gusta la marihuana desde que la probó, hace 16 años.

–La primera vez que fumé fue a los 14 años. Fumé un paraguayo y ya me gustó. Seguí fumando y llegué a fumar mucho, a estar muy colgado. Después estuve dos años sin fumar y hoy sólo fumo de mi planta. Hace un montón que no compro.
–¿Cómo cultivás?
–Tengo un balcón con una maceta. Yo planté sin tener ni idea. Ahora tengo dos o tres plantas.
–¿No te da miedo que se vea?
–No creo que nadie la identifique. Bah, no me preocupo por eso.
–¿Fumás mucho?
–Ahora fumo los fines de semana. En la semana sólo me permito un terapéutico si vengo muy limado, si estoy estresado o acumulo bronca, para no juntar mala onda, pero tuve un tiempo, como dos años, de estar fumado todo el día. Estaba muy colgado, sin laburo. Un día decidí rescatar y aflojé. Entonces, estuve dos años fin fumar. Después dejé de fumar tabaco y me dolió muchísimo más, me ponía re loco, el cuerpo lo necesitaba, me lo pedía, quería nicotina y alquitrán. Al porro, lo dejé de fumar y listo. De todos los vicios que tuve y tengo, el de fumar marihuana me parece el más natural. Lo comparo como el que llega a su casa y se toma un whisky para terminar el día.
–¿Y qué es lo peor?
–Lo peor es el cuelgue, pero pasa por cada uno. Te importa el momento y sólo el momento. Te colgás, no activás, dejás de hacer algo que tal vez necesites hacer. Lo pateás o simplemente no lo hacés.
–¿Vendiste alguna vez?
–La planta es mía y nada más. Una vez compré y vendí a algunos amigos. Es jugoso porque es plata fácil, pero no da para hacer esa movida. Les vendí a algunos amigos, a conocidos, pero no de lo que cosecho. Aquella vez fui a una villa a comprar y después repartí a algunos amigos. Lo que cosecho es para mí y, en todo caso, regalo.

La Corte Suprema despenalizó la tenencia de marihuana para consumo personal y los cultivadores platenses de la hierba no creen que sea gran cosa. M. prevé que ayuda a romper el prejuicio, E. coincide y opina que "la despenalización rompe con el narcotráfico". L. cuenta que le gusta que se diga que no es un tema judicial sino de salud pública. J. A. acuerda en que va contra los narcos. Y explica: "para vender hay que tener más de diez plantas. Me parece un exceso". Para R. es un pasito nomás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aca estoy con mi hermano Fede y coincidimos bastante con los cultivadores de la entrevitas. La idea es que las libertades personales no puden ser juzgadas por nadie exepto que hagamos daño a terceros.
Abrazo grande
Faka

pablo dijo...

muy buena nota. realmente....