El joven periodismo platense dice:
El indio Solari: El Hombre
Por Federico Valenti
“Sólo los dioses y los muertos pueden parecer perfectos”
Las ideas de cambiar el mundo que nutrieron a toda una generación, supieron encontrar en el Indio Solari un vocero. Cuando el rock nacional comenzaba a ser redundante, y se ambicionaba una nueva cultura, apareció Solari. Solari era “El Hombre”.
El Hombre estaba al frente de un varieté más que atractivo, compuesto por toda clase de bohemios, borrachos, bailarinas semidesnudas, ciudadanos iracundos, y “jóvenes artistas”, muy entre comillas, autodenominados “los redonditos de ricota”. Por si esto fuera poco, el atractivo de El Hombre (nuestro hombre) se incrementaba con sus líricas perversamente ambiguas, en las que cuadraban perfectas todas nuestras ideas y sentimientos.
Su propósito: ordenar, traducir a través de sus letras, su experiencia con la droga, la nueva izquierda, la psicología, la calle y la vida en comunidad. El resultado: un lunfardo actualizado, una nueva clase de tango, trascendente a toda clase social, y un circo que con el correr del tiempo se fue profesionalizando y se convirtió en una banda. Patricio Rey y sus redonditos de Ricota, comenzó militando en el under, en pequeños círculos intelectuales, y llegó a convertirse en la banda más popular e importante del país. Aun más épica se torna la historia, si consideramos la independencia del grupo con respecto a las grandes compañías disqueras, los consecutivos estadios llenos y el fanatismo del argentino rockero promedio. (Joder, no por nada desde Madonna hasta Megadeth graban sus discos “en vivo” en nuestros pagos).
Desde su conjunto musical, El Hombre, se limitó a exponer su arte, evadiendo los flashes y a los medios de comunicación y casi no hubo más declaraciones que las vertidas en sus letras. Pero sus maniobras evasivas fueron en vano, pues llamaron la atención de todos e incrementaron los misterios en torno a su presencia.
Solari, El Hombre, hoy no puede salir de su casa. Habla regularmente con la prensa. Dice lo que piensa. Es solista, aunque se presente en banda. No le importa el que dirán. Toca con Calamaro. Descuida lo “progre”, lo “políticamente correcto” al hablar de temas como la inseguridad o sobre los ricoteros mismos. Sigue acertado, obsesivo, intelectual. Aprendió a grabar él mismo sus discos y hasta hace sus tapas. Lo que mas desea en el mundo es poder fumarse un cigarrillo sentado en la vereda, sin que nadie le hinche las pelotas.
De La revista de Hank
Indio en La Plata: de mística y fiesta
Por Damián García Toro
Parece haber una identificación indisoluble entre la ciudad de La Plata y Los Redondos (o alguno de sus componentes, en este caso el Indio Solari). Es así que su presencia genera un movimiento que involucra a varias generaciones en la expectativa de poder revivir el ritual ricotero aunque sea en forma parcial. Expectativa también avalada por un par de buenos álbumes en solitario, es cierto, pero de alguna forma la gran mayoría de aquellos que vayan este sábado al show, buscarán reencontrarse con la mística de antaño, esa que los convirtió en leyenda.
Seguramente sonarán algunos clásicos para delirio de los presentes, quizá aggiornados a los nuevos derroteros musicales del Sr. Solari, y con la ausencia de la inconfundible filosidad guitarrera de Skay, pero creo que a esta altura a la gente no parece importarle demasiado “quien toque”, sino “lo que se toque”. Vaya como prueba el furibundo éxito de los tributos ricoteros como Etiqueta Negra.
Pero a no confundirse amigos. Este sábado el 50% del núcleo creativo de Los Redondos aparecerá bajo las estrellas platenses y eso es garantía de fiesta. No en el sentido en que muchos lo han entendido en la última década y un poco más. No en el sentido de la bengala y el aguante. No de esa que habla de que somos iguales, los de arriba y los de debajo de las tablas. De la fiesta que hablo es la del oído. Poder disfrutar de esa voz que remite a otras voces, al fervor de otras ideas, al espíritu mismo de lo que siempre ha sido el rock, ese que arde desde hace tiempo y para siempre. Eso es lo que tendría que entenderse de una buena vez. Que la fiesta se derrame desde abajo de las luces hacia la gente y que ésta asuma su rol de partícipe necesario, no esencial. Quizá esto haya sido uno de los elementos angulares en la decisión del fin de Los Redondos. Que los que están abajo terminaran de asumir su rol. La banda, y en especial el Indio, nunca hicieron de su arte un acto de demagogia. Lamentablemente eso nunca fue entendido del todo por sus fieles seguidores.
Así que cuando este sábado, Indio y sus acompañantes hagan arder la ciudad, recuerden todos aquellos presentes, que tienen una oportunidad única de "disfrutar" de una verdadera fiesta. Solo les resta cumplir su parte. La otra… bueno, la otra está garantizada.
De la Revista Condición: Extraños
Los Platos rotos de la fiesta
Por Franco Ruiz
A través de su poética, Carlos Solari (el Indio) amplió las fronteras del canon, ingresando al rock, de empellón, personajes que por entonces eran considerados bajos. Aparecen así en el imaginario patricio "susanitas", "desagenlados", "dráculas", "groguis", "bestias"... Solari Recupera la contracultura hypster, y desde allí narra los underground años ochentas, en sintonía con intelectuales y bohemios de una Nueva Izquierda bien representada por revistas de la época como Cerdos & Peces. Ahí está el video-clip de "Masacre en el puticlub", con su lenguaje comiqueado, y esos antihéroes grotescos, nerviosos, desbocados, que terminan a las piñas por no saber qué hacer con tanta libertad, tras casi ocho años de dictadura militar. "Mi amor, la libertad es fiebre", explica el Indio, en "Blues de la libertad" (Luzbelito, 1996). Pero no sólo el contenido fue novedoso para el rock argentino, también lo fue el continente. En efecto, influenciado por las historietas del norteamericano Robert Crumb (autor de "Fritz the cat"), Solari comenzó a soltar en sus letras figuras onomatopéyicas, como: "Mi fiel fantasma (bú-bú)", o "Me voy a pique (glú-glú)". Solari no era cantante. Era un poeta que se había tomado muy en serio el oficio de escritor. Comenzó a cantar a pedido de sus amigos. "Cantaba baladas brasileras, pedorras...", recordó el primer monologuista del grupo, Sergio Martínez (Muferchus Filosoforum). Y agregó: "Nosotros le pedíamos que cante porque tenía una voz muy rara". En sus comienzos, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota tenía más que ver con un circo criollo que con una banda de rock. Allí estaban, entre otros, Edgardo Gaudini (El Doce), que repartía disfrazado de sultán los buñuelos de ricota y nuez, que según él "eran afrodisíacos"; Sergio Martínez (Muferchus Filosoforum), que festejaba, a través de sus monólogos ¡y en plena dictadura! el momento "democrático" que vivía el país; los primeros riffs de Eduardo Beilinson (Skay), de clara vertiente "hendrixiana"... y la poesía del Astronauta Italiano, claro. Allí hay que ubicar los orígenes de la bestia pop. Para poder funcionar como una banda de rock profesional, el Indio y Poli –que a diferencia de sus ex compañeros de grupo no habían nacido en familias aposentadas- echaron a los que no estaban dispuestos a trabajar por el éxito de Los Redondos. La respuesta de Muferchus, tras ser reemplazado por el filósofo Enrique Symn, fue: "El Indio debe estar abrazado a una heladera llena de salmón". Solari se molestó con las declaraciones de Muferchus, y hasta hoy que no se hablan, siendo que eran como hermanos. La preocupación del indio, a quien nunca le había sobrado el dinero -y sabía lo rápido que éste se va, y lo difícil que es conseguirlo- era "pagar el plato". Irónicamente, el grupo actual del ex bajista de Los Redondos, "Pepe" Fenton, se llama "Fenton y los Platos Rotos". Está claro, la pregunta era quién iba a pagar los platos rotos cuando la fiesta terminara. Y la fiesta terminó. Y Los Redondos se convirtieron en el grupo más exitosos de la Argentina.
Autor del blog Cortando Diagonales
3 comentarios:
Buenas reflexiones, me encanta el periodismo "objetivo" fanatico,que se nota en los tres casos.
Dicen que a Calamaro lo abuchearon, pobre Salmon.
Muy buena columna, me cabe como escribe este tipo, la pone clara y además baja opinión interesante siempre, cosa dificil de encontrar.
Que groso el Indio, si los redondos hubieran sido yankies...
(no hubieran existido_!)
Marcos P.
Decia de "El Hombre"
además mucha informacion copada que ni yo tenía jee.
Marcos
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