"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

10 de octubre de 2009

Peligra la casa de una familia por reformas en un paso a nivel



Una familia que hace 19 años vive en la casa del guardabarreras del paso a nivel de camino Centenario y Güemes (476), en City Bell, podría quedar en la calle por las obras de ampliación del cruce, que hasta ahora no contempló la presencia de la vivienda ni de sus habitantes. "Me están cocinando despacio", dijo a Diagonales la mujer que crió a sus siete hijos en ese lugar.
La historia del paso a nivel mereció muchas líneas en los diarios locales. Los inconvenientes en el tránsito y las protestas de los vecinos para que se remodelara el ingreso al barrio Savoia, al Club Hípico y al Barrio Quimilar, se llevaron varias páginas. Y después de movimientos de tierras y nuevos trazados de circulación que se marcaron en el terreno, con sus nuevas dársenas de giros y colectoras de entrada y salida para no esperar el semáforo, el 29 de septiembre de 2009 ocurrió el milagro y se puso en marcha el final de la obra. Y sin embargo…
Hubo un pequeño problema que no fue contemplado por los desarrolladores: había una casa que estaba y está ocupada por una mujer y sus siete hijos, chicos que tienen sus amigos en los colegios de la zona, que juegan al fútbol infantil o hacen patín o gimnasia artística en los clubes del barrio.
"Cuando vinieron a hacer las obras yo les fui a preguntar qué iba a pasar con la casa y me dijeron que la casa no se tocaba, pero nadie se acercó a hablar conmigo. Ahora me cortaron la luz y sacaron el poste del que estaba conectada, que era de los ferrocarriles; me tiraron parte del alambrado y parece que los autos van a pasar a medio metro de la puerta de la casa", contó Norma, la mujer a la que le pasó por arriba la privatización de los ferrocarriles primero y las obras de Vialidad de la Provincia después.

HISTORIA. Norma nació hace 43 años en Berazategui y creció en un hogar de clase media. Su papá fue empleado de banco y también trabajó en varias fábricas. En su familia, su mamá era un problema, se iba, desaparecía y al tiempo volvía sin explicaciones, para volver a desaparecer. Además, no podía hacerse cargo de la crianza de sus seis hijos y sus padres, entonces, decidieron vivir en casas separadas, aunque en el mismo terreno, algo que Norma repitió después.
En esa casa de clase media, con el baño adentro, agua corriente y electricidad, cuidada por un padre que no la abandonaba, Norma vivió hasta que conoció a su ex marido, Víctor Petryk. Tenía 18 años. "Lo conocí en un baile, en Quilmes, pero no era lo que terminó siendo", confió.
En los primeros años de matrimonio, la pareja vivió en la casa de los padres de él y en la casa de la madre de ella. Cuando pudieron, alquilaron. Un día, hace 19 años, Petryk consiguió un trabajo como guardabarrera en el camino Centenario y Güemes, donde le dieron una pequeña casa. Tenían un hijo: Jorge (21). Y Horacio (19) estaba en camino.
"Era una casita de material, pero, con el tiempo yo la fui ampliando con maderas para que los chicos más grandes pudieran tener sus propias habitaciones. Ellos duermen solos y yo duermo con los más chicos: Alexis (9), Rocío (13), Víctor (14), María Luz (15) y Romina (17)", contó Norma.
"Cuando llegamos a este lugar lo vimos como una oportunidad, porque teníamos una casa y un trabajo, pero cuando se privatizaron los ferrocarriles Víctor se quedó sin trabajo. Eso fue hace como 15 años (en 1994), pero nosotros nos quedamos acá", explicó.
Desde entonces, cada dos o tres años alguien del ferrocarril aparece por la casa a preguntar si hay alguien ahí. Y ahí está siempre Norma, con sus hijos, porque a su marido lo echó hace unos años, después de una pelea en la que su hijo mayor perdió la vista de un ojo. "Hace mucho tiempo que estábamos separados, pero vivía acá, en un cuarto aparte, porque nunca cuidó a los chicos ni volvió a conseguir trabajo. Se olvidó que tenía siete hijos y no aportaba nada a la casa, ni siquiera un kilo de pan. Es más, sacaba, porque había que mantenerlo. Yo hice la pensión por los chicos por mi cuenta, cobro el Plan Jefas y Jefes, y trabajo en casas de familia. Ahora, que los más grandes me defienden, eso generaba violencia. Por eso se fue", aseguró Norma.

EL PASO A NIVEL. Norma crió a sus hijos a un metro de las vías, con la chicharra de la barrera como música incidental de la película de sus vidas. Hoy, las obras sobre el paso a nivel hacen que la casa en la que viven hace casi 19 años vibre con más intensidad que nunca.
Hace dos días, le cortaron la luz. "Yo quise ir a sacar un medidor, pero me querían cobrar una deuda que tenía la casa de la gente que había estado antes y entonces nos enganchamos de la columna del ferrocarril, que ahora nos sacaron. Pedimos que nos reconecten, pero nos dicen que les tenemos que dar un cable. Yo creo que me están cocinando despacio para que me vaya. En los planos de la obra esta casa no existe", explicó la mujer.
Desde hace unos días los vecinos están preocupados por su suerte. Los compañeros del colegio de los chicos lograron que el tema llegara a los medios y el problema parece querer hacerse visible. Sin embargo, ayer un funcionario se acercó sólo para preguntar si les habían reconectado la luz.
-¿Podrán quedarse acá?
-Tal vez no podamos, porque los autos van a pasar muy cerca.
-¿Se mudarían?
-Si, si encuentro un lugar seguro para que los chicos puedan andar y los pueda dejar solos para ir a trabajar. Hoy por hoy no tengo donde ir, pero a los chicos no les falta nada, tienen ropa y comida. No me sobra, pero también podría pagar los impuestos si me acomodo en los gastos.

Foto: Eva Cabrera

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