"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

25 de agosto de 2010

El Nazi negó a los testigos y dijo que hay un complot en su contra


El ex agente penitenciario Raúl Aníbal Rebaynera contradijo ayer las declaraciones de once testigos, aseguró que los presos políticos eran tratados igual que los presos comunes y estimó que las acusaciones de tortura que lo tienen en prisión desde hace cuatro años son parte de un complot. Al hacer uso del derecho constitucional de declarar en el juicio que se le sigue a un grupo de catorce imputados por delitos de lesa humanidad cometidos en la Unidad 9 (U9) de La Plata durante la última dictadura militar, reconoció que estuvo de guardia la noche en que fue asesinado Marcos Augusto Ibáñez Gatica, hecho por el que se encuentra acusado como “autor material”, aunque aseguró que se trató de un suicidio.
El Tribunal Oral Federal Nº 1, integrado por los jueces Carlos Rozanski, Roberto Atilio Falcone y Mario Alberto Portela, escuchó ayer al reo, que contradijo las declaraciones de once testigos, con los que su abogado pidió que se realizaran careos, y afirmó que las acusaciones en su contra son un complot hurgado por el periodista y ex militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) Eduardo Anguita y algunos otros ex detenidos en el pabellón 2 de la U9, que durante la dictadura militar estuvieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
Al empezar su declaración, Rebaynera adelantó que no hablaría de la muerte de Ibáñez Gatica, a la que, sin embargo, no pudo dejar de referirse.
–¿Usted sabía que le decían “El Nazi”? –preguntó Rozanski.
–¿El Nazi? Acá lo escuché –respondió el acusado–. Si lo hubiera escuchado en la cárcel no lo hubiera permitido: los sobrenombres están prohibidos. Pero no lo escuché nunca. Sí me decían “Rabanito” o “Pocas plumas”. Y cuando hacía guardia en el muro también me gritaban “Pelado cornudo” o “Pelado puto”, pero si escucho algo así no me hago cargo.
–Pero a usted le decían “El Nazi” –insistió el juez.
–Usted también tiene dos o tres sobrenombres –retrucó el reo–. No se los voy a decir porque soy loco pero no boludo. Todos tenemos sobrenombres. No sé… será que me dicen “El Nazi” porque soy rubio y de ojos celestes. Pero yo no tengo ideología.
En esos términos se desarrolló casi toda la declaración del acusado, que desde las 10 y hasta las 16 trató de retrucar algunas imputaciones que le realizaron varios testigos durante el juicio oral que se desarrolla en el edificio de la ex Amia, en 4 entre 51 y 53 de La Plata.

A TODOS IGUAL. Rebaynera explicó a los jueces que en el penal había unos 900 presos políticos y unos 400 comunes. E hizo hincapié en que a todos se los trataba igual. El acusado habló en tiempo presente y a cada pregunta sacaba el manual, por lo que costaba distinguir cuándo se refería al ideal, cuándo a lo que ocurre en las cárceles y cuándo a lo que ocurrió en la U9 durante los años de plomo. “¿Por qué no nos remitimos a los hechos?”, pidieron los jueces en varios pasajes.
El ex carcelero, que terminó su carrera en el instituto de formación del Servicio Penitenciario Bonaerense, describió tareas propias de su trabajo y contradijo las declaraciones de los testigos sobre el trato en el pabellón de aislamiento.
A los testigos que dijeron que no hacían deportes, les respondió que era porque el campo se usaba como obrador para las refacciones que se realizaban en ese tiempo en la prisión; a los que dijeron que el pabellón de aislamiento estaba siempre completo, les dijo que eso era imposible de saber porque las puertas, que son ciegas, estaban siempre cerradas; a los que dijeron que él entró a sus celdas a robarles, les aclaró que una cosa es recorrer y mirar y otra cosa es revisar. “Yo no estaba”, “no sucedió”, “es mentira”, “imposible”, fueron sus palabras cada vez que quiso retrucar los dichos de los ex detenidos.
Rebaynera dijo que se enteró de los Centros Clandestinos de Detención en 1983, cuando el tema empezó a salir en los diarios, y que recién supo de los secuestros y la muerte de familiares de algunos de las personas que estaban detenidas en la U9 en los años ‘70 cuando recibió la notificación de la prisión preventiva, tras la nulidad e inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Cuando los jueces quisieron saber entonces las razones por las que los testigos lo acusaban, dijo que estaban confundidos o formaban parte de un complot que planeó Anguita junto a otros presos detenidos en el Pabellón 2. “Pienso que esto estaba todo armado”, dijo Rebaynera. Y fue entonces cuando reconoció que estuvo en la prisión cuando se produjo la muerte de Ibáñez Gatica. Suicidio según él. Asesinato según la acusación fiscal. “Tuve la mala suerte –describió– de que al cuarto o quinto día que estaba de guardia se produce el suicidio. Siempre que hay un suicidio se duda del funcionario. Esa ha sido una tara. Ahí surge todo. ‘El Nazi’ dice uno. ‘Le gustan las SS’ dice otro. Se van haciendo la película”.

Cara a cara
Rebaynera retrucó puntualmente las declaraciones de Adolfo Pérez Esquivel, Eduardo Anguita, Carlos Martín Bettiol, Carlos Alvarez, Raúl Eduardo Acquaviva, Julio César Mogordoy, Dalmiro Suarez, Juan Arguello, Juan Critobal Mainer, Eduardo Zabala y Alberto Elizalde, por lo que su abogado pidió que se lo caree con cada uno de ellos, aunque hay más testigos que lo acusan de torturas.

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