"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

13 de enero de 2010

Detrás del temporal


El viento sopló del sudeste y pudo haber tenido ráfagas de más de 120 kilómetros por hora entre las 2.30 y las 3 de la madrugada de ayer, durante el temporal de viento y lluvia que cayó sobre la región. Se registraron precipitaciones de 26,5 milímetros. Cayeron árboles, se volaron techos y antenas. Y parecía como si fuera a llegar un huracán o un tornado.
No hay información oficial sobre lo que ocurrió en La Plata, Berisso y Ensenada porque el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) no recoge datos durante la madrugada, pero el paso de la tormenta quedó marcado en las calles de las ciudades y el testimonio que podían dar los vecinos.
Gastón (32) y Marisa (30) viven en una casa de Cestino y 25 de Mayo, en Ensenada, a la que se le cayó un árbol encima, aunque la medianera sostuvo el tronco y evitó que les aplastara el hogar. Al mediodía, el hombre tomó un machete y cortó todas las ramas para evitar que se produjera un daño mayor. En la vivienda de al lado el viento había levantado el techo de la planta alta. Y del otro lado un vecino que había mirado la tormenta por la ventana estaba sorprendido por una visión que le había resultado extraordinaria: "Se volaba el agua de la Pelopincho. No se podía entender lo que pasaba", contó luego.
El asentamiento llamado Villa Tranquila, a pocas cuadras, fue uno de los más castigados por el viento, que se llevó casas enteras y dejó a decenas de familias en la calle. Ubicado entre la planta de Siderar y la calle Cestino, a la altura del pasaje Dolores, las casillas de madera fueron arrasadas por un viento que las castigó a casi todas por igual.
Leticia González (31) fue una de las primeras en ocupar un terreno en el lugar. Llegó de Chivilcoy con su marido y levantaron una casilla de madera y chapa que voló por los aires: "Encontramos algunas chapas en medio del descampado", describió.
A diferencia de los que viven en casas de material, en las precarias casas se sentía como si el viento empujara, como si los llevara con fuerza. Los que miraron por la ventana vieron cómo volaban las casas de otros que tenían menos que ellos. Entonces, tuvieron miedo.
A la vuelta de la casa de Leticia una mujer contó que el techo se embolsaba con el viento y su cuñado se colgó de los tirantes para sostenerlo. Cuando no pudo más, cuando tuvo que soltarse, el techo voló.
"Miré por la ventana y me di cuenta que se volaba todo. Me dio un miedo terrible", dijo María Belén Hoyos (23), que está embarazada de 3 meses.
Teniendo que cuidar sólo de ella y su panza, gracias a que su mamá había pasado por la noche para llevarse a su hija de 4 años, María Belén y Lisandro vieron cómo la pieza de la nena se "hacía un acordeón" y salieron por miedo a que la casa se les cayera encima.
"De los nervios no me acuerdo bien qué hice", explicó. Y trató de hacer memoria. Apenas abrió la puerta el viento la empujó a un alambrado. Ella cree que voló unos metros y desesperada empezó a correr. Fue hasta la casa de enfrente, que es de material, y pidió que la dejaran entrar. No le abrieron. Entonces, se tiró en el piso y se quedó con otros vecinos, todos pegados a la pared de ladrillo.
Yéssica (21) tiene seis meses de embarazo y vive con Pablo (25) y su hijo, de 4 años. "Nos tiramos ahí", indicaron mientras señalaban un pequeño espacio, entre la cama de dos plazas y una cajonera. Cuando el viento se puso peor se les voló el techo, pero se sentían seguros en la casilla, que parecía que aguantaba bien. De pronto, sintieron como una casa vecina golpeaba contra la de ellos y quedaban a la intemperie. "Rogábamos que se hubiera cortado la luz", recordaron.
"Cuando llueve nos arremangamos los pantalones y subimos las cosas porque entra agua. Nos acostumbramos a las inundaciones y ahora tenemos que acostumbrarnos al viento. No sé si lo puedo aguantar", dijo María Belén, que no se resignaba a las pérdidas: "Justo habíamos pintado los listones de madera y habíamos comprado la media sombra para poner alrededor del terreno. Uno quiere mejorar, pero no puede".

Recuadro
La reconstrucción del hogar

Ayer amaneció soleado, el cielo estuvo limpio durante la mayor parte del día y se sintió un viento suave. Parecía que se cumplía aquel adagio de "la calma después de la tormenta", aunque en calma estaba el clima, nada más.
En Villa Tranquila, uno de los barrios más pobres de Ensenada, acababan de perderlo todo, o casi todo, pero no se resignaban. Apenas unas horas después de que el viento les haya volado los techos y derrumbado las paredes, los vecinos se pusieron a trabajar en la reconstrucción del hogar. Si quedaba una pared, algunas tablas o unas chapas, era más que suficiente para que lo intentaran, para que pusieran manos a la obra.
No había en la zona una sola casa que pudiera reconstruirse que no tuviera un hombre martillando en el techo, clavando chapas, mientras otros familiares medían tirantes y las mujeres ordenaban los muebles o cuidaban a los chicos. Sin tiempos para lamentos.
Había vecinos que montaban guardia para cuidar sus cosas. "Hay que tener cuidado, porque hubo algunos robos", se lamentaron algunos.
Cuando pasó la tormenta, Antonio Agüero (34) sintió angustia. Pero ya al mediodía estaba con otros vecinos frente a la municipalidad de Ensenada pidiendo ayuda. "Hay que ver cómo se solidariza la gente, cómo nos ayudamos unos a otros para sobreponernos a lo que nos pasó", dijo a Diagonales.
En horas de la tarde de ayer el golpeteo de los martillos parecía que era la música del barrio que poco antes habían visitado la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Alicia Kirchner, y el gobernador Daniel Scioli.
Después de haber corrido para salvar la vida mientras todo volaba por los aires, o haberse tirado cuerpo a tierra, pegado a alguna pared de material, los vecinos se las arreglaban para enderezar las chapas y volver a clavarlas. "Estamos trabajando para poder pasar la noche", contaban.
En Villa Tranquila viven uno hijo y la ex mujer de Juan Pablo "el Pata" Medina, secretario general de la Unión de Obreros de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) La Plata, por lo que varios de sus colaboradores y su propia hija -Analía Medina- recorrían el barrio con viandas o se ponían a ayudar a algunos vecinos a reconstruir sus casillas.
Algunos iban a pasar la noche en la casa de familiares, pero pensaban regresar lo antes posible, para reconstruir sus casillas y volver a empezar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quiero hacer esta pregunta para los q vivimos en Ensenada, o los q conocen del tema: se imaginan lo q hubiese sido la ciudad si Beto del Negro fuese intendente??? Agradezacamos q esta Secco. A la mañana siguiente de la tormenta se podia ver un muy buen trabajo de la municipalidad, y al dia siguiente se vieron muchos resultados.