"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

10 de abril de 2017

Las víctimas de delitos graves que luchan por un mundo mejor

La primera vez que el gobernador escuchó a Daniel Vega se vio envuelto en una conversación que le resultaba extremadamente profunda y difícil de entender. “Cuándo pedirán cosas duras: el castigo, la represión, la pena de muerte”, pensaba. Tenía enfrente a un matrimonio que acaba de perder a su hijo Lucas de un tiro en la cabeza a manos de dos adolescentes que querían robarle el celular. Pero
no escuchaba ningún pedido de mano dura. Nada de eso. Daniel y su mujer planteaban, en cambio, su preocupación por los chicos que cometen delitos. Hoy sostienen un hogar que da contención a menores judicializados y forman parte de la agrupación Víctimas por la Paz (VyP).



"El perdón es mucho más constructivo que la venganza, aunque a veces es muy difícil perdonar", dice Mario Juliano, el juez de Necochea que preside la Asociación Pensamiento Penal (APP) desde la que se promueve a la agrupación VxP, un espacio que nuclea a personas que sufrieron hechos de violencia y que "coinciden en que la solución no es el endurecimiento de la ley penal, la restricción de derechos y libertades y el encarcelamiento indiscriminado" sino promover un “diálogo creativo que posibilite encontrar caminos de integración y convivencia”.

Parecen casos extraños y particulares pero no lo son tanto. Un programa que realiza la APP en radio Utopía abrió la puerta a los testimonios. “Veníamos haciendo varias entrevistas a víctimas que nos llamaban la atención, personas que eran capaces de reaccionar de un modo distinto a la forma en que suponemos reacciona el estereotipo de la víctima. Por eso se nos ocurrió juntar esta fuerza cívica distinta para hacer una propuesta en algún punto contracultural”, explica Juliano a Veintitrés.

Y así aparecieron los Vega. Y así apareció Gastón Tuculet, de La Plata. Gastón es papá de Juan Pedro, un chico de 19 años que fue a comer un asado con amigos y no volvió más. Otro chico de su edad lo mató de un tiro en la cabeza cuando iba a comprar gaseosas y hielo. Gastón tenía una carpintería, pero ahora trabaja en los institutos de Menores de la Provincia, para los adolescentes presos. Les enseña a jugar al rugby, deporte que su hijo hizo desde los 5 años hasta que lo mataron.




Hay más casos, no son de familias que sobrevivieron a sus hijos, sino de víctimas de robos y otros delitos que reaccionaron de manera solidaria, como Francisco Gallo, de Neuquén, quien un día despertó de madrugada luego de escuchar la explosión de la vidriera de su local. Cuando llegó a la vereda del negocio, lleno de ira, se encontró con dos nenas y un varón, de 9, 10 y 15 años, temblando de frío y miedo, con las manos sobre un patrullero. No sólo le pidió a la policía que los dejara ir, sino que les dio los peluches que querían llevarse. Al día siguiente, la madre llevó a los chicos a pedir disculpas y se ofreció a ayudar para pagar los daños. Francisco quizo que la chica de 15 años fuera cada tanto a su negocio y le mostrara el boletín. Aquel mismo día, lanzó la campaña “Un amigo por un amiguito”, con la que acopia juguetes para regalar.

-Los defensores de la mano dura suelen decir “a vos no te pasó”.
-Hoy es difícil –explica Juliano- que no encontremos a alguna persona que no haya sufrido algún hecho delictivo, todos en algún momento algo nos ha ocurrido, sobre todo en ciudades grandes. La categoría de la víctima es bastante más generalizada de lo que pensamos. Lo que tienen de particular las personas que integran VyP es que no obstante haber sufrido delitos, en algunos casos muy graves, no quieren mano dura. Y no están hablando desde una posición cómoda, lo que les da una legitimidad que muchas veces no tenemos los académicos.

-Y hay posibilidades de encuentros.
- Hay posibles encuentros, vivimos en una sociedad plural, que tenemos que evitar las generalizaciones hablando de “la gente”, “la gente” no existe, hay diversidades y muchas personas, abandonar la unanimidad de las ideas, esto no va a existir en una sociedad democrática, una sociedad que está por delante de una dirigencia política para asumir cuestiones conflictivas.




Aquellos encuentros pueden producirse incluso entre miembros de una familia. Sergio Núñez trabaja en la construcción en Tandil y lleva adelante un programa que busca que chicos no caigan en el delito: creó un taller de bicicletería y luego incorporó una capacitación en carpintería. La idea se le ocurrió mientras su hijo estaba internado luego de ser golpeado por una patota. El primero que se ofendió con la idea fue su hijo: "Quedate con tus nuevos amiguitos, yo me voy de casa", le dijo. Volvió al otro día y se puso a ayudar a su papá.

-La asociación también plantea condenas alternativas para algunos delitos, ¿cómo es eso?
-Desde la APP proponemos sistema penitenciario alternativo. Las cárceles no cumplen la función constitucional que le ha sido asignada. Nos hemos fijado en algunas experiencias como la cárcel uruguaya de Punta de Rieles, un establecimiento con más de 600 personas condenadas que viven como en un pueblo, con trabajo, emprendimientos productivos, restaurante, heladería y comercios de todo tipo. En 6 años hubo un solo episodio de violencia grave adentro de la prisión y tiene un índice de reincidencia de sólo el 3%.

-¿En Argentina de cuánto es?
-No hay datos ciertos, pero lo ubicamos en alrededor del 40%. Lo cual es demostrativo del fracaso de la cárcel y de nosotros como sociedad.

-¿Ese tipo de cárceles no podrían generar condiciones con las que después las personas detenidas no se van a encontrar cuando salgan?
-El regreso a la sociedad es uno de los grandes interrogantes, hay una gran dificultad de reinsertarse pero en algunos lugares se llevan a cabo algunas experiencias importantes, como la creación de una agencia de empleo, para que el Estado brinde ventaja a los empleadores, sean empresas o comerciantes. El capital siempre va a resolver desde el punto de vista económico. Del mismo modo se podría promover el trabajo dentro de la cárcel.

-Hay otro tema que nos producen sentimientos contradictorios, como el caso de Gustavo Prellezo, asesino de José Luis Cabezas, que se recibió de abogado…
-Lo primero que tenemos que comprender –afirma Juliano- es que no todas las personas somos iguales, ni los que sufrieron ni los que cometieron el delito. Hay casos de personas que jamás van a perdonar, otros que han cometido hechos muy graves y dieron pruebas suficientes de su resocialización, pero no podemos mirar el tema con ingenuidad o candidez. Hay personas que resulta seriamente muy difícil que regresen sencillamente a la sociedad por la atrocidad de los hechos que han cometido, se trata de casos muy puntuales. En el sistema penal, la enorme mayoría está detenida por hechos comunes, que realmente no merecen una objeción particular. Luego, quedarán éstos casos reservados a una particular revisión. No hay que perder de vista que las víctimas tienen el derecho a ser escuchadas.




Algunas víctimas, como Daniel Vega, tienen un punto de vista particular sobre su situación. Tanto que pueden sorprender a sus interlocutores, como lo reconoció el gobernador de Misiones Maurice Closs hace unos años, cuando participaba de la inauguración del Hogar que lleva  el nombre de Lucas Vega: “No estaba preparado para escuchar que los padres de un niño asesinado estén preocupados por los chicos que cometen ese tipo de acciones”, reconoció.

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