"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

7 de noviembre de 2011

Aquel viaje sin retorno

La única certeza que tuvo cuando se enteró que estaba embarazada fue que no quería ser mamá. Habló con su novio y decidieron que podrían ir a un hospital a pedir ayuda. No sabían qué podían hacer, ni cómo, ni dónde. XX fue a varios hospitales platenses y terminó pagando $3.500 por un aborto clandestino que le realizaron en algún consultorio del que no sabe ni la dirección.
XX no tiene nombre, ni siquiera de fantasía. Sólo es una mujer de 27 años, que vive en La Plata y que aquel día de incertidumbre inició un recorrido por los hospitales donde el maltrato fue moneda corriente. Buscaba una guía, una ayuda. Las pastillas no habían funcionado. La falta de respuestas la llevaron a un hospital de Florencio Varela, donde tampoco pudieron ayudarla. Fueron los amigos los que la guiaron hasta un médico que la operó en un consultorio.
La operación se hizo en una especie de clínica, un consultorio con una sala de operaciones, con la intervención del médico de nombre desconocido, al que nunca antes había visto, con la ayuda de una enfermera a la que apenas vio, en un lugar también desconocido de la ciudad.
Luego de acordar el precio, XX esperó que la pasaran a buscar en una esquina de la ciudad. Su novio no podía acompañarla, sólo pudo dejarla sola en la esquina, y esperar, porque tampoco sabía dónde irían. El auto era conducido por el supuesto médico y la enfermera iba en el asiento del acompañante. “Mirá para abajo”, le pidieron. Ella hizo caso y se dejó llevar. No sabe dónde fue.
Cuando llegaron al consultorio le pidieron que siguiera con la vista en el piso y la tomaron del brazo para guiarla. La entraron al consultorio, acondicionaron la operación y la anestesiaron. Se durmió.
Cuando despertó, la enfermera le dijo que todo había salido bien, que se quedara tranquila, que tendría que esperar un rato para que se le pasara la anestesia.
XX esperó y cuando estaba un poco más despierta la subieron al auto, le pidieron que mirara para abajo y la llevaron a la misma esquina donde la habían levantado.
Fue a su casa, vomitó, se sintió mal, tuvo dolores y un pequeño desorden hormonal, pero todo salió bien. Esa fue su experiencia.

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