"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

20 de enero de 2011

Los pibes en la esquina: alentando la fantasía de estar en otro mundo



En el barrio donde vive el chico de 15 años detenido el martes por la mañana, acusado de haber asesinado de un tiro a Fabián Enrique Esquibel, los pibes se juntan en la esquina a ver pasar el día, alentando la fantasía de estar en otro mundo.
La casa del chico queda a pocos pasos de esa esquina. Se entra por un pasillo que tiene una puerta de chapa y hay que caminar unos 30 o 40 metros hasta el centro de la manzana, donde fue levantada hace unos 30 años. Aunque humilde, es de material y por eso se destaca de sus vecinas de madera, más precarias y recientes.
Diagonales fue a buscar a la mamá del chico acusado para intentar conocer su historia, para intentar comprender qué le pasó el martes por la mañana. No había nadie, pero afuera, paradas en la mitad de la calle, dos mujeres y una chica miraban con recelo. Eran la abuela, una tía, mamá del otro adolescente buscado por la policía, y una prima.
–¿Qué vienen a buscar? –preguntó la mujer más joven.
–Buscamos a la mamá del chico detenido por el crimen.
–No está. Le fue a dar de comer a los perros de sus patrones.
–Queremos saber de su hijo y los chicos que se juntan en la esquina.
–¿Y qué quieren saber de los chicos? Los chicos no hacen nada ¿Por qué no hablan de la policía? Esos degenerados vienen a molestarlos, a amenazarlos, a decirles que van a matarlos.
–La Justicia dice que el chico es peligroso. Que es peligroso para los demás, pero también para sí mismo.
–¿Peligroso? Es mentira –intervino la señora mayor, que resultó ser la abuela del chico acusado.
–Aunque… cuando toman pastillas se pierden. No reconocen ni a los de su familia –aceptó la más joven, que, entonces, se presentó como una prima.
–¿Qué toman?
–Clonazepan. Rivotril –reconocieron las mujeres.
–¿Dónde lo compran?
–En la farmacia.
–¿Una farmacia clandestina?
–No. Es una farmacia común y corriente –aclararon.
–De eso tienen que hablar –intervino la mujer más joven–. De eso y de los transas que le venden droga a los chicos, pero la policía no ve nada. La policía pasa por acá y los amenaza: “gato”, “puto”, “te queda poco”, les dicen… los apuntan… “con ésta te la vamos a dar”.

Un hombre con buzo de gimnasia rojo que trataba de escuchar la conversación a unos metros se hartó de entender a medias y caminó hasta la esquina. Se sentó junto al Gauchito Gil y llamó a la chica a su lado. Las mujeres siguieron la conversación.
–¿Los que se juntan en esta esquina son todos de 15 años?
–Son de 15. Y más chicos también hay –explicó la mujer más joven, que resultó ser la mamá de uno de los menores buscados por la policía, tía del detenido el martes.
–¿Es cierto que el papá está preso por homicidio?
–Nada que ver
–¿Y un hermano?
–No, tampoco.
–El papá de los chicos se come un garrón –concedió la abuela.
–¿Cómo van a hacer para que los pibes no se droguen más?
–Los vamos a mandar a un centro de rehabilitación que nos dijo el defensor oficial (Ricardo Berenguer).
–¿Y tienen que tener cuidado de que no vuelvan a caer? Porque pueden reincidir.
–Eso le pasó a un hijo mío –dijo la abuela.
–¿El chico detenido está muy mal con la droga?
–Nunca lo habíamos visto como ayer (por el martes), cuando lo agarró la policía –describieron–.
Lo tenían esposado, justo en esta esquina, y tuvimos que pedirles que dejaran de pegarle. Le salía espuma por la boca. Espuma blanca.

Los vecinos de Tolosa que viven asustados por los robos dicen que los chicos se juntan en la esquina a tomar cerveza que mezclan con pastillas. Según dicen, los taxis no pueden pasar por la zona porque son obligados a pagar peaje y los robos de los que se los acusa pueden ocurrir a cualquier hora y con una violencia insólita, desproporcionada.
La mamá del chico acusado de matar a su vecino en un intento de robo y que luego se tiroteó con la policía tiene un trabajo con el que logra mantener a su familia mientras su marido está preso.
Además del chico de 15 años que ahora está en boca de quienes quieren bajar la edad de imputabilidad, tiene otros tres hijos, uno de 10 y dos chicas de entre 16 y 18 años.
Los pibes que se juntan en la esquina, justo frente al altar al Gauchito Gil, en 16 y 530, donde se toman unas cervezas y, si pueden, se clavan un Rivotril o un Rophinol que compran en la farmacia como si tal cosa, ven pasar el día, alentando la fantasía de estar en otro mundo.

RECUADROs
El menor acusado del crimen es no imputable, pero fue internado
El adolescente de 15 años detenido el martes y sindicado como presunto autor material del asesinato de Fabián Esquivel frente a su hijo de 11 años en la localidad bonaerense de Tolosa es considerado por la Justicia de Responsabilidad Penal Juvenil como no imputable y será internado en una comunidad terapéutica marplatense.
La Ley 13298 de promoción y protección integral de los derechos de los niños vigente en la Provincia no atribuye responsabilidad penal a menores de 16 años, quienes, según lo disponga el juez actuante, pueden ser derivados a centros de tratamiento, como en este caso que se dispuso la internación del joven en una comunidad terapéutica de Mar del Plata por su adicción a las drogas.
El juez de Garantías Fabián Cacivio quien hizo lugar a un recurso de hábeas corpus que interpuso el defensor oficial Ricardo Berenguer, quien consideró “inconstitucional” la medida restrictiva de la libertad para un menor no punible. Y el juez del Fuero de Familia de La Plata, José Luis Bombelli, dispuso la internación del chico en una comunidad terapéutica, para que sea tratado por ser adicto a las drogas.

RECUADRO
Que lo rehabiliten para que no mate más
La madre de Fabián Esquibel, asesinado el martes delante de su hijo de 11 años en Tolosa, pidió que “alguien se haga cargo” del tratamiento de los menores que asesinaron a su hijo y que no los envíen a la cárcel.
“No quiero que los delincuentes vayan a la cárcel, sino que alguien se haga cargo de tratarlos, porque son personas enfermas que deben estar internadas”, dijo Adela Aranda, la madre de Esquibel.
Ñata, como la conocen, agregó que no pide que el adolescente detenido “se pudra en la cárcel, sino que sea rehabilitado porque es un ser humano”, y analizó que, caso contrario, “mañana puede hacerle lo mismo a otra persona”.
“(El detenido) vive a pocos metros de mi casa”, afirmó Ñata, quien se mostró temerosa al plantear que “para hacer los mandados tengo que pasar siempre por su casa”. Y pidió que los padres de los menores “se pongan en el lugar de las madres que estamos sufriendo” y que “colaboren en la rehabilitación de sus hijos”.
Aranda contó que se estaba en su casa, lindera a la de su hijo, cuando ayer escuchó “un ruido, como un cohete” y que no se imaginó “que podía ser un tiro. Al rato abrí la puerta de mi ventana que da hacia la calle y observé que pasaba la policía” y precisó que “en ese momento, mi nieto me dijo: ‘abuela mataron a papá’. No lo podía creer”.

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