"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

20 de mayo de 2009

Un disco “claro, crudo, profundo y visceral”

Foto: Julieta De Marziani
Sesión de fotos en la terraza, en uno de los departamentos de La Plata en los que Moretti habitó durante los años ´90

Sobre Una temporada en el amor puede decirse que es un disco de canciones, melódico y original, muy original. Es Estelares pero, más allá de algunos artilugios musicales que vienen incluso de los primeros trabajos, la banda no se repite.
Los Estelares son fundamentalistas de la canción. Y este disco suena a Franco Simone, Roberto Carlos y Nino Bravo. También a Sandro y a Leonardo Favio, siempre omnipresentes en la producción del grupo. Por momentos, parece un disco de los ‘60 o ‘70, digno de ser presentado en Sábados circulares y bailado por chicos con pantalones patas de elefante y chicas de minifaldas. Incluso, termina con el sonido de una púa sobre un disco de vinilo.
Una temporada en el amor es un disco testimonial compuesto en tres épocas bien diferentes. La primera es a principios de los ‘90, con Moretti recién llegado a La Plata. La segunda es a finales de la década menemista, década infame para el cantante: “Creo que la mayoría de los problemas que tenemos hoy son de aquella época. La tercera es presente, es Estelares grabando por primera vez con Juanchi Baleirón, su productor desde 2003, sonando en las radios, en la tele, entrando a las casas; con los artistas viviendo por primera vez de la música. Una temporada en el amor es la calle Anchorena, pero el disco recorre 20 años de historia. Y canta Moretti que “20 años no es nada si hubiesen sido decentes”.
Dice el cantante que es un disco “claro, crudo, profundo y visceral”. Que es posible gracias a que la banda pasa por una buena etapa y él aprendió el oficio de escribir canciones. Y cree que están “mejorando”.
Los cuatro Estelares trabajaron en la composición de la música de este disco y contaron con la colaboración de Eduardo Minervino en dos temas compuestos al piano, además de la guía y sapiencia de Baleirón, que “ordena la vorágine creativa”. Carlos Sánchez encontró los ritmos justos a la batería y Víctor Bertamoni se hace cargo de la mayoría de los solos –aunque en alguno deja que Moretti se saque el gusto–. Hay, además, un tema del bajista Pablo Silvera, que siempre mete alguna pincelada. Fito Páez, Ariel Rot y Los Súper Ratones participan como invitados.

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